Capítulo 21: Una Noche Muy Fría

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 21: "Una Noche muy fría"

Aunque había sentido miedo y luego vergüenza por como él la había tratado, a pesar de recibir sus besos rudos y casi bestiales, poco a poco los dos se fueron calmando. Ella dejó de protestar y sentir miedo, él dejó de comportarse como un déspota vengativo. Al contrario, de pronto la besaba con la misma ternura, suavidad y pasión desmedida de antes. Sentía que la amaba y que volvía a ser el de siempre, pero de pronto parecía acordarse y se comportaba casi brutal. Sintió la mano de él apretando su muslo con rudeza, la otra que se posesionaba de su cuello y finalmente del beso a un ósculo que más que dolerle la hizo sentir tan excitada como nunca antes. Lo que pasó después fue demasiado rápido. No había alcanzado a darse cuenta hasta que sintió el roce de su sexo en el suyo, la presión y la sensación que estaba unida a él la hizo casi perder la razón, un dolor leve en la parte baja la despertó de lo que bien podría haberla sumido en un estado de completo... éxtasis... el caso es que volvió a la realidad, y sollozó, aferrándose con desesperación a su cuello. Percibió que el cuerpo de él se tensaba, se detenía de forma súbita, murmuró algo, casi como un sollozo, ella apenas lo escuchó, los latidos de su corazón los sentía en la boca, la cabeza le daba vueltas, el cuerpo le ardía...

- Lo... lo siento... Kagome...

Cuando apartó el rostro y lo miró vio el dolor en sus ojos, más que dolor, espanto. Kagome supo que le había demostrado la verdad. Fuera lo que fuera, le había demostrado que era sólo suya.

- No importa...- Musitó, sin poder evitar sonreír. En ese momento, no sentía ni rencor ni rabia contra él ¿por qué? Era su esposo ahora... no podía odiarlo... sus ojos dorados y el reflejo de su rostro en los suyos le bastaba para comprender el terrible espanto y culpa que en ese momento sentía. No importaba. Él no había hecho nada que no fuera correcto. La había hecho suya. Era ahora su esposa-... soy tuya ahora... solo tuya...

Habían vuelto los besos tiernos y a la vez apasionados, las caricias ardientes, el constante perdón de él en su oído. ¿Cuánto tiempo pasó? No lo supo, pero se quedó dormida de cansancio. No, dormida es el estado profundo de relajación y ausencia. No estaba dormida. Sólo cerró los ojos y se dejó abandonar levemente. Escuchaba la respiración de Inuyasha a su lado, a veces, él hablaba en sueños, parecía delirar y ella supo porqué. Era la culpa. La culpa, la desconfianza, el miedo de sentirse engañado lo hacía delirar y lo había hecho actuar de esa forma. Había desconfiado de ella... después de todas las promesas de amor, después de todos los juramentos de felicidad... Kagome se ladeó y pareció despertar de lo que hacía bastante rato parecía un sueño. Había vuelto a la realidad. Se salió de la cama pudorosa y se envolvió en la sábana. Lo miró con tristeza. También había sido su culpa, por no decirle completamente la verdad de Houyo. Pero lo había omitido por su bien. Y él dudó.

Dudó.

Se sintió humillada ahora.

Dudó. Después de todo lo que habían pasado juntos. Tal vez había sucedido muy rápido... pero aun así, le dolía demasiado saber que él había dudado de ella. La comparaba como Kikyo. ¡Ella no era como su hermana!

Sollozó y caminó hasta el baño. Habían tiestos de agua allí que debían ser calentados pero ella sólo los vació y se bañó con rapidez. Necesitaba sentirse purificada, limpia, liberada.

Él dudó.

Cuando salió del baño enfundada en una bata que las doncellas habían puesto cuidadosamente en el cuarto, lo vio despierto, sentado en la cama, mirándola con dolor. Kagome se atragantó y sintió las mejillas enrojecer. Volteó el rostro y caminó hasta el ropero. Todo estaba listo para ser habitado por ellos. Así que ahí estaban sus vestidos nuevos y los antiguos y también los trajes de él. Apretó los labios y pensó en la gente de allá abajo. Celebrando aun. Debía unírseles y hacer como si nada hubiera pasado.

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