11. Las pruebas de quidditch

643 75 120
                                    

Como Hermione había predicho, los períodos libres de los de sexto año no eran las horas de maravillosa relajación que Ron había anticipado, eran momentos en los que intentaban estar al día con la enorme cantidad de deberes que les estaban mandando. No sólo estaban estudiando como si tuviesen exámenes a diario, sino que las mismas clases se habían hecho más exigentes que nunca.

  Lucy logró entender a medias la mitad de lo que la profesora McGonagall les dijo esos días, hasta Hermione había tenido que pedirle que repitiera las instrucciones una o dos veces.

Los hechizos no-verbales eran ahora exigidos, no sólo en Defensa Contra las Artes Oscuras, sino también en Encantamientos y Transformaciones. Lucy miraba a sus compañeros de clase frecuentemente en la sala común o en las comidas con la cara púrpura y esforzándose como si hubiesen sufrido una sobredosis de Que-No-Haces, pero sabía que realmente estaban esforzándose en hacer que los hechizos funcionasen sin decir el encantamiento en voz alta.

Para Lucy era un alivio ir fuera y adentrarse en los invernaderos, escuchando a Neville hablar de cómo se debía tratar con las plantas más peligrosas hasta ese entonces en las clases de Herbología. Al menos tenían permitido lanzar juramentos en voz alta si la tentácula venenosa los agarraba inesperadamente por detrás.

Uno de los resultados de la enorme carga de trabajo y las frenéticas horas de practicar los hechizos no-verbales fue que Harry, Lucy, Ron y Hermione no encontraban tiempo para visitar a Hagrid. Él había dejado de ir a las comidas en la mesa de profesores, una muy mala señal, y en las pocas ocasiones en que se habían cruzado con el por los pasillos o en los terrenos, misteriosamente no había logrado darse cuenta de su presencia o de oír sus saludos.

—Tenemos que ir a explicárselo —dijo Hermione, mirando a la enorme silla vacía de Hagrid en la mesa de profesores el sábado siguiente durante el desayuno.

—¡Esta mañana tenemos las pruebas de Quidditch! —dijo Ron—. ¡Y se supone que tendríamos que estar practicando el hechizo Aguamenti para Flitwick! De todas formas, ¿Para explicar qué? ¿Cómo vamos a decirle que odiábamos su asignatura?

—¡No la odiábamos!

—Habla por ti, yo no he olvidado todavía a los Escregutos de cola explosiva. Y te lo digo ahora, nos hemos escapado por poco. Tú no lo tuviste que oír hablar sin parar de su estúpido hermano; hubiésemos estado enseñándole a Grawp cómo atarse los cordones de los zapatos si nos hubiésemos quedado.

—Odio no poder hablar con Hagrid —dijo Hermione disgustada.

—Podríamos ir después de quidditch —sugirió Lucy, que estaba algo nerviosa por la prueba.

—Aunque las pruebas pueden durar toda la mañana, se ha presentado mucha gente —advirtió Harry—No sé por qué el equipo se hizo tan popular de repente...

—Oh, vamos, Harry —dijo Hermione, repentinamente impaciente—. No es el Quidditch lo que es popular, ¡Eres tú! Nunca has sido tan interesante y francamente, nunca has sido más fascinante.

Ron se atragantó con un gran pedazo de arenque ahumado, y Lucy le dio unas palmadas en la espalda. Hermione le dirigió una mirada de desdén antes de voltearse nuevamente.

—Todos saben ahora que has estado diciendo la verdad, ¿o no? —confirmó Lucy—. Todo el mundo mágico ha tenido que admitir que tenías razón acerca de la vuelta de Voldemort y que realmente has luchado con él dos veces en los dos últimos años y que en las dos ocasiones escapaste. Y ahora te llaman "el elegido". Bueno, vamos, ¿no puedes ver por qué la gente está fascinada contigo?

—Y has pasado por toda esa persecución por parte del Ministerio cuando intentaban que eras un loco y un mentiroso —añadió Hermione—. Aún se pueden ver las marcas en la mano que te hizo ese sapo rosa escribiendo con tu propia sangre, pero tú, de todas formas, seguías manteniéndote fiel a tu historia…

Lucy Weasley y el Príncipe Mestizo ✔️ [Lucy Weasley IV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora