Capítulo 5: ¿Quién es el más fuerte?

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¿Enserio su castigo iba a ser encerrarme en esta habitación sin comer? Muy inteligente por su parte, nótese mi ironía. No darle de comer a tu comida no tenia mucho sentido, de hecho sonaba estúpido. O al menos ese era el castigo que me había impuesto, la verdad es que después de que le clavara el bisturí tan solo dijo que me iba a arrepentir y tal pero no hizo nada más, poco inteligente por su parte.

De eso había pasado un día entero, mis tripas rugían y mi mente comenzaba a jugarme malas pasadas. Estar retenida sin nada con lo que hacer no me venía muy bien. Tan solo podía contemplar el paisaje, cosa que ahora mismo era difícil puesto que era otra vez de noche. Durante todo el día nadie había entrado ni salido del castillo, los guardias de las puertas al parecer no se movían, parecían completas estatuas.

-Hola europea.-dijeron a mis espaldas. Giré rápidamente para encontrarme con la tal Hilaria mirándome con una gran sonrisa.-Veo que vuelves a no hablar.-dijo mientras dejaba una bandeja de comida en la cama.

¿Estaba viendo bien? ¿Eso era comida?

-Veo que vuelves a caminar.-le dije sin moverme de la ventana.

Pasaron unos segundos en silencio, en los que ninguna apartábamos la mirada. Al ver que yo no iba a apartarla, decidió modificar su vista hacia la bandeja.

-Lucy me ha dicho que no es buena idea privarte de la comida. Así que, aquí la tienes.-dijo con asco, obviando mi comentario.

-No voy a comer.-sentencié volviendo a mirar por la ventana.

-Creo que no hemos dejado las cosas claras, Maia.-noté como comenzó a acercarse.-Estás en mi castillo. Bajo mi techo, bajo mis normas.-dijo pasando una mano por mi pelo.

-Y yo creía que lo había dejado claro.-le contrarresté dándome la vuelta y encarándola.-No sigo órdenes de nadie.

-¿Por qué los humanos sois así?-preguntó con asco.-¿No entendéis que somos más fuertes en todos los sentidos que vosotros?

-No lo creo.-le contesté con rabia, acercándome más a ella.

-¿A no?-dio un paso hacia adelante, ocasionando que estuviéramos a centímetros, levante mi vista con resentimiento, puesto que ella era más alta que yo.-Que yo recuerde no nos costó nada llegar al poder, tan solo bastó con que mordiéramos a un humano. En ese momento se desató todo.

-Si, pero no me niegues que estuvisteis cientos de años en las sombras, ¿o me equivoco?-le apunte con el dedo.

-Al principio iba a ser así, pero nos cansamos de que los inútiles de los humanos jodieran el planeta.-dio un paso hacia adelante, lo que ocasionó que yo comenzara a caminar hacia atrás.-¿Me vas a negar que nada iba bien? ¿Qué no hacía falta un cambio?

-Si, pero_.-no me dejó seguir.

-Bueno, pues nosotros tomamos esa oportunidad.-ahora fue ella la que me apuntó con el dedo.-Uno Maia, tan solo con morder a un humano funcionó. ¿Ahora no crees que somos más fuertes que vosotros?

-No del todo.-le contesté, ocasionando que me mirara con una ceja levantada.-Todavía nos necesitáis y sé que de alguna forma la habéis jodido. Si no ahora mismo yo no estaría aquí. ¿Crees que no se el porque estoy aquí verdaderamente? De alguna manera he llegado a la conclusión de que mi sangre es la que más gusta a los vampiros o si no, ese soldado no se hubiese jugado el cuello.-me alejé de ella y me senté en la cama.-Si antes era difícil encontrar a un AB negativo no me lo quiero ni imaginar ahora y eso mismo es lo que no os esperabais. No os esperabais que los humanos se convirtieran o murieran tan rápidamente, por lo que os visteis forzados en crear las granjas de sangre o como las llaméis vosotros, vuestros recursos se agotaron por completo. Así que déjame decirte que la verdad es que la razón por la que seguís vivos es gracias a nosotros.-me miró con rabia y salió dando un portazo de la habitación.

Bien, había conseguido enfadarla, no estaba en mis planes pero no era algo de lo que me arrepintiera. Era lo que pensaba o por lo menos es lo que más sentido tenía. Y si había logrado enfadarla es que algo de razón tenía.

Miré el plato de comida, hacía mucho que no veía comida tan bien preparada, hasta el olor inundaba mis fosas nasales. De primero había arroz con verdura, pero el plato fuerte era el segundo, costillas de cerdo asadas, una delicia, nada más verlas se me hizo la boca agua, literalmente.

Así que dejé de pensar en esa vampira y comencé a saborear los platos como si no hubiera un mañana. La verdad es que felicidades al chef, esto era una delicia. A saber si era porque no había comido así de bien en años, pero estaba delicioso.

Dejé la bandeja en la mesilla y me levanté para mirar de nuevo por la ventana.

Casi salté del susto al encontrarme con la mirada de un hombre desde el bosque. ¿Quién demonios era ese? Alto, pelo negro, pero sobre todo unos ojos azules que resaltaban ante toda la oscuridad. No quise seguir mirando y con cuidado comencé a alejarme para dirigirme a la cama, donde nada más tocarla caí rendida en sus sábanas.

HematófagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora