Capítulo 9: La Mente Contra la Pasión.

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¡Hola! vengo algo tarde pero acá el capitulo que prometí el próximo el martes disfruten.

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–Bájame! –Kagome le dio un puñetazo en el hombro mientras Sesshomaru la llevaba en brazos a su dormitorio.

–¡Maldito seas!

–¿Conque «no me das miedo», eh?

Kagome lo mordió, Sesshomaru ahogó un juramento, durante un momento se miraron a los ojos, llenos de rabia. Pero debajo de este sentimiento había otro mucho más profundo, y peligroso. La respiración de Kagome se hizo irregular. La electricidad entre ellos era muy intensa, casi tangible.

Lo vio rodearle los hombros, bajar la cabeza... Y entonces la besó. Su beso fue apasionado, como si buscase algo que ella no quisiera dar, pero luego le fue arrebatada la posibilidad de decidir, porque su cuerpo reaccionó por sí mismo, al margen de su razón, llevado por una fuerza interior que la quemaba, que la consumía... Y en lugar de empujarlo con sus manos, le rodeó el cuello, y lo abrazó, buscando con su lengua la cavidad de la boca de Sesshomaru, suavemente primero. Luego, más apasionadamente. Y aquel fervor los transportó...

Sesshomaru la apretó contra su cuerpo, haciéndola sentir el calor de su erección, con la otra mano le acarició el cabello y hundió sus dedos en él, deleitándose en su textura. Kagome casi dejó escapar un gemido de placer, pero él la acalló con su beso, entonces la tensión se relajó levemente, suavizando el beso, hasta que los labios de Sesshomaru apenas acariciaron los de ella.

Su respiración volvió a agitarse cuando sintió la boca de Sesshomaru detrás de su oreja, deslizándose suavemente hacia su cuello, sus propios dedos estaban ocupados buscando carne debajo del borde de la camiseta. Ella oyó el gemido sensual de Sesshomaru mientras ella lo acariciaba. Deslizó sus manos por su espalda, y luego por su pecho, jugando a su paso con los pequeños pezones masculinos.

Él se retorció de placer, pero luego le tocó gemir a ella, cuando él metió las manos por debajo del camisón de algodón, y le acarició los pechos. Sesshomaru le quitó el camisón y tiró de ella hacia arriba, para que quedara a horcajadas de él. Sus ojos estaban oscuros, tan oscuros que ella sintió que se podía ahogar en ellos. Y un sonido sensual se escapó de su boca al ver que él inclinaba su cabeza hacia sus pechos, y tomaba con su boca uno de los pezones, después el otro. Fue una sensación insoportable, que irradió su electricidad a todo su cuerpo, hasta que la consumió por completo... llegando a su mente, y su alma...

Con un solo movimiento, Sesshomaru se quitó la camiseta. Ella se estremeció al verlo quitarse los calzoncillos. La estrechó en sus brazos y la apretó contra su excitación, ella casi no podía respirar, Él se apretó contra ella y se movió. Kagome se arqueó de placer, dejándole el acceso libre a su cuerpo. Sesshomaru succionó sus pechos, llevándola al borde del éxtasis y ella gimió de placer, pidiéndole que la hiciera suya.

Sesshomaru extendió la mano y quitó la colcha de la cama. Luego la tumbó, la besó por todo el cuerpo. Deslizó su boca desde su ombligo hasta su vientre, siguió más abajo, donde encontró el dulce calor de su clítoris. Entonces jugó con su lengua, mientras ella se movía hacia arriba y hacia abajo, gozando de una sensación casi insoportable. Fue una invasión a sus sentidos que la llevó a un clímax explosivo, durante el cual clavó las uñas en el colchón, y se aferró a él, con deseo de más, mucho más. Ahora lo quería dentro de ella, saciando su necesidad de tenerlo dentro. Pero Sesshomaru parecía haber decidido volverla loca de placer...

Entonces ella tocó sus hombros, rogándole que desistiera. Como si él lo hubiera adivinado, Sesshomaru se levantó y la besó en la boca, con una ternura que casi la hizo llorar mientras su cuerpo temblaba de deseo. Fue entonces cuando entró en ella con un solo empuje, largo y profundo. El suspiró al sentir que unos músculos de seda se distendían para recibirlo. Ella podía sentir la tensión de aquel cuerpo poderoso. Se dio cuenta de que Sesshomaru se estaba controlando; se retiraba y se volvía a hundir más profundamente en ella, con un ritmo que los consumía a ambos, y los iba llevando hasta la cima del éxtasis, donde alcanzaron la completa satisfacción después de una estremecedora explosión.

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