Capítulo 21.

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La cita fue perfecta.

Lugar romántico, comida deliciosa y mucho vino. Como era de esperarse, los paparazzis vigilaron cada uno de nuestros movimientos, haciendo que Luke actúe en modo protector.

—¿Listo para ir a casa, bebé?

Christian sonríe. Su sonrisa se borra cuando gira un poco la cabeza y encuentra a Luke mirándonos a dos metros de distancia.

—¿Esto es necesario? ¿Él es necesario?

—Si, lo es —bajo mi voz en caso de que alguien más esté escuchando—. Si ya es un maldito circo ahora, imagina lo que será cuando sepan lo de Ray.

El chico frunce las cejas, la molestia clara en sus ojos.

—Será un puto desastre —concuerda.

—Te lo digo, necesitaremos a Luke, a Trevor, a Jason y seguramente a más para tener una vida medianamente normal.

—¿Y por qué no renuncias?

¿Qué?

—¿Renunciar? —balbuceo.

—A las películas, a la vida pública...

—¿A mí carrera? —chillo—. ¿Sabes lo difícil que es hacerte un nombre por ti misma en este medio?

Sus hombros se encogen con indiferencia.

—Elena dijo que tus padres también lo son, no eres una completa desconocida.

Elena, Elena, Elena... ¡Bruja!

—¡Mis papás no me ayudaron, Christian! Tuve qué empezar desde abajo como todas las demás y demostrar que podía hacer esto bien. —ahora estoy enojada—. Y no voy a despedir a Luke a menos que te deshagas de tu amiguita Elena.

Sus cejas se fruncen en ese puchero que encuentro adorable. Aww... ¡Concéntrate, Ana!

—Elena es mi amiga, no mi empleada —pone los ojos en blanco.

—Luke es mi mejor amigo. —cruzo los brazos sobre mi pecho.

Creí que eso detendría la discusión, pero la postura de ambos no se relaja.

—¿Todos tus amigos quieres meterse en tus bragas?

—¡No! —chillo indignada—. ¿Todas tus amigas quieren dormir contigo?

Christian hace una mueca de disgusto.

—No.

El ruidoso sonido de los flashes nos saca de nuestra pequeña discusión y nos recuerda que estamos siendo observados.

—Será mejor que nos vayamos ahora, antes de darles algo más sobre lo que escribir —levanta el brazo para llamar a la camarera.

—Fue mi idea lo de la cita, déjame pagar. —tomo mi bolso de mano para sacar mi tarjeta.

—Puedo hacerme cargo. —él también busca su cartera en el bolsillo.

—Conserva tu dinero, ahorralo o inviértelo para tus proyectos. —no puedo evitar el reclamo—. Definitivamente no quiero el dinero de esa mujer arruinando nuestra noche.

Sus ojos grises se ponen en blanco pero ignoro su mueca de fastidio porque los paparazzis siguen observando desde afuera. Cuando la camarera se acerca, deslizo mi tarjeta con discreción.

—¿Y ahora qué? —gruñe—. ¿Sonreímos todo el jodido camino al auto?

—Si, o ignóralos. Te acostumbrarás a ellos algún día.

Me pongo de pie y Christian hace lo mismo, rodeando la mesa para tomar mi mano como si fuéramos todo felicidad y armonía. Mi experiencia ayuda a mantener la expresión natural pero puedo sentir la tensión en él a través de su mano.

—Camina y sonríe —le recuerdo bajito.

Sawyer nos escolta y la farsa se mantiene lo suficiente hasta que llegamos al auto, los flashes sobre nuestros rostros mientras gritan sus preguntas.

—¿Se van a casar?

—¿Van en serio?

—¿Para cuando el anillo, Christian?

—¿Tu película favorita de Anastasia?

—¿Ya viven juntos?

¿Qué? ¿Tan pronto y ya lo saben? Carajo, lo de Raymond es cuestión de tiempo.

El camino de vuelta a Escala es tan silencioso que por un momento creo que podría dormir ahí. Luego me sobresalto cuando Luke estaciona en el garaje.

—¿Siempre es así? —pregunta cuando subimos al ascensor solos—. ¿Están todo el tiempo sobre ti?

¿Los paparazzis?

—Si.

Giro un poco para apoyar mis manos en su pecho al tiempo que me acerco para besarlo.

Justo cuando creo que podríamos volver a estar de humor para tener sexo, la puerta del ascensor se abre de nuevo y la figura de Luke sale.

—Buenas noches —se detiene para mirarnos.

—¡Agh! —gruñe Christian en respuesta.

Pasa por su lado y va directo a las escaleras, mi vista clavada en él. Mierda.

—¿Annie? ¿Qué pasó?

—¿Que pasó? —chillo hacia mi mejor amigo, lanzando mi bolso de mano—. ¡Pasó que hay fotógrafos por todos lados! ¡Pasó que nuestra cena fue incómoda! ¡Y pasó que él es necio y obstinado!

—Vaya.

—¡Si, vaya! —repito en tono de burla—. ¿Escuchaste algo de la conversación?

—¿Sobre despedir mi perfecto culo? Si. —encoge los hombros—. Pero pelear con el chico solo va a alejarlo más.

—Lo sé.

Exhalo un fuerte suspiro, debatiéndome entre tomar otra copa de vino o ir directo a la cama. O tomar una ducha para darnos el tiempo de bajar el enojo.

—¿Annie? —Luke llama mi atención—. ¿Por qué no le dices la verdad?

Lo considero solo un momento.

No.

—Él debería confiar en mí y aceptar mi ayuda. ¿Cómo podríamos incluso tener una relación si no confía?

—Tú tampoco confías en él.—Carajo. Luke hace una mueca, esa que usa siempre que cree tener la razón—. Solo digo.

Esta vez si lo ignoro para ir por esa ducha a mi habitación, el agua caliente despejando mi mal humor de la cena. Pero no estoy dispuesta a retroceder, no voy a renunciar a Christian.

Piensa, Ana, piensa.

Seco el cabello lo más rápido que puedo, busco las bragas de encaje y una sencilla camiseta de tirantes, luego me envuelvo en la bata blanca. La casa está en absoluto silencio cuando subo las escaleras.

Primero voy a la habitación de mi bebé para besar su cabecita y asegurarme que está bien. Quisiera sostenerlo en mis brazos pero eso va a despertarlo, y debo arreglar primero el asunto con su padre.

Salgo de la habitación para entrar a la de invitados. Creí que la puerta estaría trabada con seguro, pero no lo está y encuentro a mi chico de ojos grises en la cama.

Sé que está despierto, siento sus ojos en mi cuando rodeo la cama, me quito la bata y me deslizo a su lado bajo las sábanas.

—No quiero pelear contigo —digo bajito.

—Tampoco quiero hacerlo —estira su brazo para pegarme más a su cuerpo—. Tenemos qué encontrar el punto medio si queremos que esto funcione.

—Si.

El alivio me hace respirar de nuevo. Suena fácil, pero ¿Podremos hacerlo?

Glamour: La Vida Secreta De Una EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora