XXXI

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Can

Consigo bajar unos cuantos bocados de la comida que me sirven justo después de que ella se vaya, así que salgo rápidamente del restaurante para volver a mi puesto de asedio en la playa.

Quiero que me vea, quiero que se dé cuenta de que esta vez no me rendiré, que haré todo lo que esté en mi mano para que entienda que quiero que no vuelva a dejarla ir.

El tiempo está cambiando rápidamente, me vuelvo hacia el mar sólo para darme cuenta de que se acerca un verdadero vendaval, pienso por un momento en el barco que, afortunadamente, está a salvo en el puerto.

Un poco más tarde empiezo a oír las primeras gotas de lluvia que pronto se convierten en una lluvia torrencial. No me muevo, no me importa, no me muero por un poco de lluvia, estoy acostumbrado a todo en el mar durante las largas travesías que he hecho en muchos años de navegación.

El cielo se vuelve cada vez más brumoso mientras un fuerte viento azota mi cara con gotas pesadas y frías, pero sigo mirando insistentemente hacia la terraza, concentro mi mente en ella, pienso en la sonrisa de Sanem, suspiro, desearía volver a ser el destinatario de esa maravillosa sonrisa.

El estruendo de los truenos persigue cada vez más los destellos de los relámpagos, el centro del vendaval se acerca cada vez más. Ahora estoy total e irremediablemente empapado, pero no importa, la tormenta pasará y el sol volverá, al igual que sueño que la tormenta pasará pronto entre nosotros y me devolverá esa sensación de paz que sólo junto a ella he podido experimentar en mi vida.

Ah Can, ah, cómo se te ocurre renunciar a lo que eran juntos, son los pensamientos que recorren mi cabeza mientras la tensión que me invade desde el momento en que me senté frente a ella en aquella mesa, comienza a fundirse en un suave llanto que me sacude durante no sé cuánto tiempo, no sabría decir dónde acaban las lágrimas y dónde empieza la lluvia.

La tormenta arrecia violentamente fuera y dentro de mí, quizás esto era lo que necesitaba después de casi dos meses de angustia, remordimiento y arrepentimiento constantes.
Tal vez necesitaba este momento de liberación.

Intento aclarar mi visión pasándome la mano por la cara, pero la lluvia es tan violenta que es casi imposible mantener los ojos abiertos.

El oscuro sonido de otro trueno parece sacudir la arena de la playa donde estoy sentado, el viento sisea en mis oídos y siento la pesadez de cada una de las gotas que me golpean tanto es la fuerza con la que están cayendo, entre todo esto en algún momento me parece escuchar una voz que me llama.

- Caaaaan-

Agudizo la vista para mirar a través del muro de lluvia que cae sobre mí en ese preciso instante, puedo verla por un momento, me parece que hace gestos con las manos en mi dirección, tardo unos segundos en comprender que me indica que vaya hacia ella.
Me levanto incrédulo y me acerco al edificio para asegurarme de que no estaba soñando, esta vez oigo claramente su voz llamándome - Caaaannn, ven aquí - también creo que le oigo decir "cabra estúpida" pero no estoy muy seguro.

Corro hacia la escalera y empiezo a subir los peldaños de dos en dos, llego a la verja de hierro forjado que da acceso a su apartamento y la encuentro allí de pie, más allá de la barandilla, intentando cubrirse con una toalla mientras la abre para dejarme entrar. Corremos juntos hacia la veranda mientras otro rayo atraviesa el cielo y poco después otro trueno sacude el edificio, veo que ella jadea.

¡Cómo quiero abrazarla! Sé el miedo que tiene a las tormentas, le había prometido un día que la habría protegido siempre, que la habría tenido en mis brazos para que supiera que no tenía que tener miedo a nada, que yo estaba ahí con ella, y en cambio había sido quizás la peor tormenta de su vida.

Llegamos al porche, los dos estamos sin aliento, ella se vuelve hacia mí furiosa-.

-¿En qué estabas pensando? Cabra estúpida, ¿qué quieres hacer ahí de pie en medio de semejante lío? ¿Quieres que me muera? -

Me paso una mano por la cara y los ojos para ver mejor el rostro que tanto quiero, está aún más guapa de lo que recordaba, es instintivo, no puedo contenerme, alargo la mano y la cojo en brazos. Siento que se pone rígida por la sorpresa, luego lentamente parece relajarse, suspira y no puedo evitar inhalar su maravilloso perfume bebiendo en este breve momento de absoluta felicidad. Desgraciadamente, pronto se da cuenta de lo que está ocurriendo, y vuelve a ponerse rígido empujando con fuerza con sus manos en mi pecho para soltarse de ese maravilloso abrazo.

- Ne yapıyorsun, ¿qué estás haciendo? -

-Disculpe, fue sólo un momento de debilidad-.

Me mira con hosquedad mientras su respiración no parece haber recuperado un ritmo natural, se pasa una mano por el pelo y suspira.

-Vamos, entra en casa y sécate, es más, date una ducha caliente, te estarás congelando después de estar todo ese tiempo bajo la lluvia. Haydi, vamos, mientras tanto encontraré algo que te dé para cubrirte cuando termines-.

Sonrío divertida por su consideración, así es como mi Sanem puede enfadarse pero siempre tiene que cuidar de todos.

Me empuja hacia lo que debe ser el baño y luego cierra la puerta detrás de mí, estoy extasiado al sentirme rodeado de su maravilloso aroma, inhalo profundamente, aquí es donde siento mi Sanem.

Miro a mi alrededor con curiosidad, cremas, maquillaje, jabones y toda una serie de paquetes de medicamentos, imagino que recetados por los médicos para su convalecencia: ácido fólico, un complejo multivitamínico, hierro.

Me despierto y me apresuro a desvestirme para meterme en la ducha, la verdad es que empiezo a sentir mucho frío, el calor del agua me da una sensación maravillosa en la piel. Me desato la cola con la que mantengo atado el pelo y me apresuro a lavarme para volver con ella lo antes posible, estoy impaciente por ver cómo acaba este inusual encuentro.

Una oportunidad para volver a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora