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Habían pasado ya varias semanas desde que la rutina de Lou se dividía entre dar clases a los pequeños por las mañanas e ir a tocar al conservatorio por las tardes.

Lewis no mentía, la remuneración era bastante buena, al cabo de tres semanas había logrado juntar una cantidad bastante generosa, ya se había dado a la tarea de buscar casas que lo convencieran, tenía unas cuantas en mente, gracias a Dios todo pintaba maravilloso.


Por su parte, Phoebe salía puntual tres veces al día para cuidar a Maxi. 

Le hablaba bonito, le contaba cuentos, inclusive había puesto una cerca improvisada para que los pájaros no picotearan y los perros no husmearan por allí.

Más sin embargo, aún no había ni una sola hoja que sobresaliera de la tierra.

Y eso la entristecía.

Louis se había dado cuenta de esta situación pues, cada noche, puntual a las 20 horas, escuchaba sin falta la dulce voz de su hermana contar cuentos y cantar canciones.


 -Las exploradoras vienen hoy.- le dijo a Louis un día en que mamá había ido al spa, un regalo que él le había hecho, lamentablemente, nadie le había dicho nada de las exploradoras y que irían a la casa.

Una imagen mental se le proyectó:

Miles de niñas corriendo por toda la casa, mientras el trataba de huir, se escondía en el baño pensando que lo habían perdido pero de pronto, una de ellas lo pinchaba y gritaba triunfal "¡lo encontré!, ¡lo encontré!", mientras las demás llegaban y lo arrastraban al cuarto de arriba para prenderle pasadores en el pelo y pintarle las uñas.

 -¿Lou?, ¿estás bien?- Phoebe lo sacó de su ensimismamiento.

-S...si, si...

 -Te decía, las exploradoras vendrán hoy y, hay que hacer algo...

-Ya am...¿que tal si les ponemos un maratón de Barbie?

Asintió con felicidad, pero al instante puso una cara triste.

-¿Que pasa princesa?

Daisy entró como rayo a la cocina y sacó varias frutillas y harina.

-¿Qué hacés nena?- estaba al borde del colapso.

   -Phoebe está triste porque sus tomates no crecen.

 -¡Se llama Maxi!- le dijo molesta, pero las lagrimas estaban a punto de salírsele -Y si crecieron, lo que pasa es que es tímido y no quiere salir...

-Dale am...- Louis trató de pensar que haría. -¿A que hora vienen los demonios? 

 -¿El qué?

-Sus amigas, las exploradoras.

  -Ah, vienen a eso de las 17.

Miró al reloj para tomar consciencia del tiempo, eran las 12:20 apenas.

Dale, le llamo a Sheeran y me lanzó al super a comprar cosillas. 

-Niñas, ¿recuerdan a mi amigo Ed?

  -¿El chico zanahoria?

-Si, si, ese

  -¡Si!

-Bueno, ¿les parece que venga a cuidarlas mientras su hermano va a comprar chucherías para sus amigas?

 -¡SIIIIIIIIIIIII!- gritaron al mismo tiempo.


Luego de varios minutos de ruego y la promesa de un pedazo de pastel, Ed aceptó ir a cuidar a las pequeñas mientras Louis iba a hacerse de ingredientes.

EL CHICO DE LOS CD's IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora