XXXII

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Sanem

Oigo el sonido del agua corriendo en la ducha, soplo aire con una mano, de repente siento calor al pensar en él ....
Ah Sanem Ah, ¿te parece que este es el momento para esos pensamientos? Deben ser las hormonas del embarazo, me digo.

La tormenta sigue arreciando y no se me ocurre ir a pedirle a Elisa que me preste algo de ropa de Andrea para que Can se la ponga.
Miro a mi alrededor pensativo, pero no se me ocurre nada mío que pueda encajar con él, es demasiado imponente. Al final opto por un plaid, el agua ha dejado de correr, llamo a la puerta, abro una pequeña rendija y meto la mano dentro con el plaid con cuidado de girar lo visto al otro lado, como no había visto ya lo que hay que ver me digo levantando los ojos al cielo con una sonrisa sarcástica.

- Toma, coge esto, no tengo nada más que pueda cubrirte bien -

Le oigo reírse desde el otro lado de la puerta mientras le oigo apartar la tela escocesa.

- Dame tu ropa mojada y trataré de tenderla para que se seque un poco -Siento que me la entrega y me apresuro a retirar la mano y cerrar la puerta- Él también se ríe, casi me da miedo verlo bajo esa lluvia torrencial, azotado por fuertes ráfagas de viento con un mar y un cielo amenazante de fondo.
Incluso podría haberle caído un rayo allí, en medio de la playa.

Cuelgo mi ropa en el tendedero junto a la puerta y me apoyo en la jamba para mirar el mar tormentoso, no puedo ir más allá, la lluvia empujada por el viento consigue llegar casi hasta allí azotando todo el porche. Otro rayo atraviesa el cielo plomizo, me pongo rígido esperando el estruendo del trueno que viene poco después, no hay nada que pueda hacer, no me acostumbro a las tormentas.

Oigo un movimiento detrás de mí y me giro instintivamente, abro la boca para hablar pero me quedo empalagada en el sitio, apenas puedo evitar agitar una mano delante de mi cara para asegurarme de que no estoy soñando, me recompongo y trago con fuerza. ¿No creerá que va a pasearse así?

Lleva la tela escocesa atada a las caderas mientras el pecho desnudo está todavía mojado, así como el pelo suelto sobre los hombros. Al menos podría secarse chico bendito, ¿no? El tatuaje del albatros que tanto me gustaba está a la vista, se pavonea en medio de la sala de estar de mi apartamento, también me parece notar un atisbo de sonrisa de satisfacción en su rostro abofeteado.
No, no, eso no va a funcionar.

- Así seguro que coges frío, toma -me apresuro a ir al sofá donde está la tela escocesa que utilicé hace un rato, le rodeo y la envuelvo bien en su espalda y luego paso por delante de él y la aprieto bien, le cojo la mano y la llevo para sujetar las solapas firmes y bien cubiertas de su pecho.

Me alejo mirando el resultado de mi trabajo, ahora está mucho mejor. Suspirando, me acerco de nuevo a la puerta de entrada para observar el mar tempestuoso, exactamente igual que mis emociones, y recuperar algo de compostura, pero de repente la ira vuelve a subir, me giro para mirarle con rabia.

-Explícame qué demonios pensabas que estabas haciendo ahí fuera. ¿Eh? ¿Tienes idea de lo asustada que me has puesto? Podría haberte caído un rayo, ¿lo sabías? -

- Sakin ol, cálmate, no pasó nada en silencio -

- No pasó nada, pero podría haber pasado, ¿en qué estabas pensando? ¿Por qué no te pusiste a cubierto en algún sitio? -

- Porque no quería alejarme de ti, no quiero volver a alejarme de ti realmente Sanem. No puedo creer que te haya encontrado de nuevo, cuando desapareciste en el aire me sentí perdido y ahora que sé dónde estás acamparía incluso aquí bajo tus ventanas sólo para estar cerca de ti -

Sus palabras abren profundas grietas en el muro que he construido alrededor de mi corazón para defenderme de él, de mi amor por él, que ahora sé que también podría destruir, ya lo que me dijo durante nuestra conversación de hoy en el restaurante está todavía todo por asimilar y procesar.
Vuelvo a mirar al mar, permanecemos en silencio durante lo que parece una eternidad, luego con un hilo de voz, la voz del dolor más profundo que tengo escondido más allá de ese muro, le digo.

- Eso no es lo que me gritaste aquella noche Puede "Eres como cualquier otro para mí ahora", eso es lo que dijiste, nadie especial en tu vida, no es fácil olvidar esas palabras como no es fácil ahora confiar en ti -

Siento que se acerca, apoya una mano en mi brazo pero me alejo instintivamente, no puedo dejar que me toque, me hace demasiado indefenso, no puedo permitírmelo ahora.

-Sanem, nunca podré pedirte suficiente perdón por aquella noche, por mis palabras irreflexivas, por mis gestos de oruga. Empiezo a entender el porqué de ese enfado que derramé sobre ti, pero no iba dirigido a ti realmente, si quieres un día te lo explico, no es el momento de hacerlo-.

Me giro para mirarle a los ojos -¿Tienes idea de cuánto me has herido? -

Cierra los ojos y asiente - Sí Sanem, me he dado cuenta demasiado tarde, pero finalmente lo he conseguido, özür dilerim, te pido disculpas Sanem, perdóname si puedes -

Niego con la cabeza - No sé si podré, necesito tiempo para resolverlo -.

Ambos permanecemos en silencio, por el momento no hay palabras que decir. Necesito calmarme y pensar qué hacer, estoy confundido y no puedo tomar ninguna decisión en este momento.

Una oportunidad para volver a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora