Capítulo 7. EL ENLACE

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Al término de dos meses, Hogwart abría sus puertas nuevamente a los estudiantes. En el Expreso el ambiente era animado, los niños de primer año se mostraban entusiasmados no sólo por aprender magia sino por conocer al ya legendario Harry Potter y todo aquel que participó en la guerra.

Harry, Hermione y Ron compartían en un ambiente relajado.

- Me parece increíble volver a Hogwarts – decía Ron – al fin tendremos un año tranquilo – Hermione y Harry rieron con el comentario.

- Lastima que será el último... juntos – agregó la castaña.

- Para ustedes dos no – comentó Harry, el pelirrojo sonrió y abrazó a la castaña que tenía sentada a su lado.

- ¿Tu qué harás, Harry?... cuando termines este año – preguntó su amiga.

- No lo sé, en verdad que no lo sé – fue la respuesta del moreno.

- ¿Y cómo está Snape? – preguntó el pelirrojo.

- Hace un mes que no nos vemos, aunque me escribió todos los días... la profesora Mc Gonagall ha necesitado de él, para preparar el año, al parecer hay algunos cambios – respondió sintiendo un nudo en el estómago.

- Todavía me cuesta entender cómo te enamoraste de ese hombre – comentó Hermione.

- De igual manera que tú de Ron – bromeó el moreno

- ¡Yo no soy un plomo! – se quejó el aludido.

- ¡Ey! Él no es un plomo, aunque claro ustedes no lo conocen bien – una sonrisa tonta apareció en su rostro.

- ¡Qué Merlín nos proteja! – bromeó el pelirrojo, los tres rieron.

Al llegar a la estación vieron a Garrid, pero había alguien más esperando al héroe del mundo mágico. La figura oscura del profesor de pociones estaba de pie, los alumnos nuevos se asustaron un poco y lo que ya le conocían le miraron con extrañeza. Severus vio a Ron y dedujo que Harry estaría con él, por lo que se acercó, vio a la castaña novia del pelirrojo y tras ellos a Harry.

- ¡Profesor! – dijeron al unísono los tres.

- Señor Weasley, señorita Granger buenas noches, señor Potter debo pedirle que me acompañe – dijo con su natural voz inexpresiva y grave.

- ¿Sucede algo, profesor? – preguntó Hermione preocupada.

- Nada, señorita Granger, me pidieron que escoltara al señor Potter al castillo – fue la respuesta del pocionista, los alumnos que estaban cerca miraban con curiosidad – Potter, sígame – se volteo con característico ademán y el moreno estudiante lo siguió hasta una carroza, el maestro le ayudó a subir. Cerró la puerta y esta se puso en marcha – Al fin – susurró aproximando al muchacho a su cuerpo.

- ¡Profesor! – exclamó divertido y ansioso

- Deja la formalidad para las clases – acto seguido acarició el rostro del joven y con desesperación buscó los labios del chico, los cuales le recibieron con igual ansiedad.

- ¡Oh, Sev! ¡Te extrañe tanto! – dijo el menor cuando sus labios estuvieron libres, mientras su cuello recibía las caricias de los maduros labios.

- Yo más, demasiado – sus manos acariciaban todo a su paso, cabello, rostro, cuello, hombros, brazos, pecho, espalda, piernas logrando que el individuo que las recibía se estremeciera. La boca del mayor tapo con un sediento beso la del estudiante mientras una de sus manos manoseaba, por sobre el pantalón, el joven y excitado sexo de este.

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