Capítulo 35: El comienzo del fin

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Schiltach, Alemania
31 de Octubre del 2021
10:59 am

Miykal Lawler

Dolor, experiencia sensorial y emocional desagradable, aquel detonante que nos destruye por completo sino logramos encontrar una manera de aliviarlo. El problema es que ahora lo único que podría ayudarme a liberarme de las cadenas de la miseria, esta atado y cautivo en uno de los calabozos del infierno. He perdido esta guerra, pensé que tenía la ventaja cuando en realidad todo este tiempo estuve dos pasos atrás de mi enemigo ¿Cómo creí que podría vencer al peor de los demonios? Solo alguien tan dañado, con un alma bastante destrozada sería un adversario digno de tal oponente omnipotente. Aunque las indicaciones fueron claras, tenía que regresar a casa, después de todo no puedo andar por la carretera desnuda y embarazada. Ni siquiera sé si realmente lo estoy, es decir solo han pasado unas horas, no hay síntomas de alarma o alguna señal que afirme dicha condición.

Al llegar todo se encuentra demasiado silencioso, enciendo las luces y subo en seguida a mi habitación. Abro la puerta con cuidado como si fuese una ladrona profesional. Empiezo a sacar la maleta, selecciono las prendas importantes como pantalones, tenis y jerseys, debo viajar ligero si quiero escapar del mal. Rápidamente tomo dinero de la alcancía, sé que no alcanzara ni para dos semanas así que decido ir al cuarto de mi padre en busca de sus ahorros personales, ventajas de ser hija de un jefe de policía, ellos jamas confían en los bancos. Después de haber reunido una cantidad suficiente vuelvo a la habitación y sin poder evitarlo grito al ver la silueta de Gael Gottsched sobre mi cama.

—Vaya sí que sois toda una mala chica—afirma mientras observa los billetes en mis manos—Ya deje una nota escrita a tu padre, creerá que estáis disfrutando de unas lindas vacaciones en Hawái.

—¡Fantástica idea! Pero por curiosidad ¿Cómo planeo justificar el hecho de que no tengo la capacidad monetaria para pagar una sola noche de estadía en aquel paraíso?—cuestiono sarcásticamente guardando el dinero en el bolso.

—Tranquila ángel, todo está arreglado—contesta amablemente el demonio aliado—Te quedaras en una de mis islas, cortesía de la familia Gottsched.

—Gael—menciono su nombre con el fin de hacerlo entender la magnitud del problema—Él no lo creerá.

—De hecho si porque yo estaré contigo disfrutando del paisaje—responde la criatura infernal mientras observa la hora en su reloj—Es tiempo de irnos.

—Ellos nos encontrarán, te cazaran—explico al pensar que jamás nos dejarán en paz.

—A veces debemos hacer sacrificios con el fin de obtener lo que queremos—responde el demonio mientras sujeta mi bolso y baja por las escaleras—Erik Friedrich no se entregó para verte morir, te dio una nueva oportunidad.

—¿Qué?—es lo único que logro gesticular ante lo que ha dicho—¿De qué estáis hablando?

—¿En serio creíste cada palabra que dijo? Sí que tenéis problemas mentales, ángel—suspira aburrido el demonio—El necesitaba obligarte a marcharte, sabia claramente que no lo ibas a abandonar entonces ¿Cómo creéis que se rompe un corazón?

—Destruyéndolo con palabras de odio y rencor—susurro sin poder creer que el único amigo que he tenido haya entregado su vida por mí.

—Exactamente Einstein, ahora debemos irnos—orden Gael Gottsched mientras abre la puerta principal—¿Vamos que esperas?

—No—niego rotundamente ante la idea de dejar morir a Erik Friedrich—Él está sufriendo por crímenes que no ha cometido, no dejare que sea condenado y ejecutado.

MI SANGRE EN SUS MANOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora