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Definitivamente la semana no estaba yendo bien, para ninguno de los dos lobos.

Joaquín trataba de aprender cosas básicas de la casa, trataba de comer saludable, no verse tan obeso y confeccionar su propia ropa porque no le quedaba debido a que su pancita crecía cada vez más, y había empezado un curso de historia en línea, solo por pasar el rato.

Joaquín estaba harto. El embarazo era cada vez peor, le dolía la espalda, los pies y la cabeza. Tenía esa jodida adicción al chocolate blanco y al terminar de comerlo debía correr a vomitar, no podía dormir bien porque el cachorro pasa la noche entera moviéndose y ya no había agua caliente en el departamento por lo que tenía que bañarse con agua fría.
Su pecho dolía de lo hinchado que se encontraba al almacenar la leche del cachorro. Se sentía jodidamente sensible para todo, quería llorar por todo y gritar por todo. Su lobo vivía inquieto todo el día. Joaquín quería sacarse a la cosa de su interior y lanzarla lejos, pero cuando esos pensamientos llegaban a él, lloraba por el hecho de que pensó en su cachorrito como una "cosa". Eran las malditas hormonas con sus malditos cambios de humor que ni él se aguantaba.

Por otro lado, estaba Emilio. Trabaja de más porque la temporada de turistas había bajado por lo que las ganancias también, no podía estar todo el tiempo con el omega, mirándolo, abrazándolo, y sobre todo bañándolo, porque era algo que se había vuelto rutina, hasta que entraron en esta semana y todo se descontroló.

Entonces Emilio estaba frustrado y harto. Joaquín estaba sensible y harto, Los dos acumulados de estrés.

Que alguien los ayudara.

Ese día en especial para Emilio estaba siendo el peor...
Cuando llegó al restaurante todo estaba mal. El chef se había enfermado por lo que el subchef estaba tratando de igualar las recetas del chef. Emmanuel no había llegado porque Diego había entrado en celo, así que solo era Emilio. Le faltaba personal porque resultaba que las omegas que eran meseras todas habían entrado en celo, así que Emilio tenía que hacer de mesero junto con un beta hombre y un omega hombre.

Tuvo varios clientes quejándose por la comida, que no sabía igual, que no era lo que había comido antes y un montón de mierda más que Emilio no prestó atención.

Así que aparte de estar frustrado y harto, están estresado y maldito. Cuando el reloj marcó las tres, Emilio bufó, no podía irse aún, extrañaba a Joaquín, pero debía terminar unos papeles que debian entregarse mañana a un empresario con el que había hecho un trato. Se rasco la nuca y continuó redactando.

Eran las once de la noche cuando Emilio terminó de redactar los papeles, maldijo en bajo por lo tarde que era y salió de la oficina, todo estaba tan oscuro. Tuvo que llamar un taxi porque su auto no había estado funcionando y lo llevó al taller para que lo arreglaran. El taxista llegó media hora después, por lo que cuando llegará a casa sería media noche.

Joaquín estaría durmiendo en el nido.

Se subió al taxi y taxista no fue muy amable al tratarlo. Emilio se abstuvo de golpear la cabeza del tipo contra el volante repetidas veces. Cuando llegó a su casa se bajó y antes de que pudiese sacar el dinero para pagar el taxista estaba cobrándole.

Y Emilio iba con un humor de puta madre.

—Sabe, para la próxima sea más amable, beta de mierda— le tiró la puerta del auto luego de lanzarle el dinero en la cara. El beta arrancó dejando a Emilio bufando.

Se encaminó a la puerta y la abrió, la casa estaba a oscuras. Se quitó la parte posterior de la ropa y la dejó en la lavadora de una vez, se estiró cansado y anduvo hasta la habitación.

La luz estaba encendida lo cual le pareció extraño porque era media noche.

—¿Omega?— llamó. Joaquín sorvió su nariz.

Baby [Emiliaco-omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora