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Jimin alzó la barbilla.

- ¿Y si digo no?

- Entonces te tomaré de la forma dura. Podría ser un cambio divertido después de todas esos simples donceles, marionetas que suplican por complacerme.

Su depravación enfermaba a Jimin.

- No te suplican. Les quitas su libertad. Es la única forma que en la que podrías conseguir un doncel indefenso y dispuesto. - Puso todo el aborrecimiento y desprecio de lo que era capaz en su voz.

La asquerosa sonrisa se marchitó en sus insustanciales rasgos, dejando una fea caricatura de hombre, una criatura salida de las mismas entrañas del infierno. Su aliento escapó en un largo silbido.

- Pagarás por esa falta de respeto. - Arremetió contra Jimin.

Una sombra oscura se movió surgiendo de la noche, músculos tensándose como acero bajo una elegante camisa de seda. La sombra se deslizó delante de Jimin como un escudo, obligándolo a permanecer tras él. Una larga mano le rozó la cara donde su atacante lo había golpeado. El toque fue breve, aunque increíblemente tierno, y el contacto momentáneo pareció llevarse el dolor con él cuando los dedos del recién llegado resbalaron lejos de su piel. Sus ojos pálidos y plateados se hundieron en la escuálida criatura.

- Buenas noches, Taemin. Veo que has cenado bien. - Su voz era agradable, culta, suave, incluso hipnótica.

Jimin contuvo un sollozo estrangulado. Instantáneamente sintió un revoloteo en su mente, un flujo de calidez, el sentimiento de unos brazos sosteniéndolo a su fuerza resguardo.

- Yoongi. - Gruñó Taemin, Sus ojos brillaban con ansias de sangre. - Había oído rumores sobre el peligroso Yoongi, el Oscuro, el hombre murciélago de los Cárpatos. Pero no te temo. - Era una bravata, y ellos lo sabían, su mente corría buscando frenéticamente una salida.

Yoongi sonrió, una pequeña mueca sin humor, que trajo un indistinto destello cruel a sus ojos. - Obviamente nunca has aprendido modales en la mesa. En todos tus largos años, Taemin ¿qué más has fallado en aprender? El aliento de Taemin escapó en un largo y lento silbido. Su cabeza empezó a ondular lentamente de un lado a otro. Sus uñas se alargaron, convirtiéndose en garras como afiladas navajas de afeitar.

Cuando ataque, Jimin, sal de este lugar. Fue una imperiosa orden en su mente.

Fue mi amigo a quien mató, y yo él que fue amenazado. Iba contra sus principios permitir que algún otro luchara sus batallas y quizás fuera herido o muerto en su luchar. No dejaba de pensar por qué era tan fácil y natural hablar con Yoongi, el más temible de los ancestrales Cárpatos, por una senda mental que no era la senda común de comunicación de su gente.

Harás lo que te digo, mon petit. La orden fue dada en su mente con el mismo tono calmado impregnado de indelegable autoridad. Jimin contuvo el aliento, temiendo desafiarle. Taemin podía pensar que estaba preparado para enfrentarse a un Cárpato tan poderoso como Yoongi, pero él sabía que Taemin no lo estaba. Era joven, un novicio en las artes de su gente.

- No tienes derecho a interferir, Yoongi. - Exclamó Taemin, sonando como un mimado y petulante chiquillo. - Jimin no ha sido reclamado.

Los ojos pálidos de Yoongi se entrecerraron reluciendo fría plata.

- Es mío, Taemin. Lo reclamé hace muchos años. Es mi compañero.

Taemin dio un cauteloso paso a la izquierda.

Magia oscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora