📖CERO📖

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Muchas años después de la última batalla de los titanes, muchos años después del fin...

Desde hace muchos años ha habido paz entre los reinos, los titanes han desaparecido y la que era la Legión de Reconocimiento ahora se dedica a otras cosas que no están dentro de su propósito. Por lo menos eso es lo que dice mi madre cada que le pregunto, jamás le gustó del todo formar parte del ejército pero no me dice nada más. Lo único que tenía seguro esque cada tarde, con el plumero en mano tenía que ir a la oficina de mi padre a quitar el polvo del librero, del escritorio y de las lámparas; lo irónico, es que el nunca estaba en su oficina, siempre viajaba a la ciudad al menos una vez por semana y cuando no lo hacía, ayudaba a mi madre con cosas del hogar, bebía té y cortaba la leña para la chimenea.

La casa no era especialmente lujosa, dos pisos, un par de recamaras, un cuarto de baño, cocina, comedor y sala de estar, una oficina-biblioteca y un jardín amplio. No estábamos lejos del que había sido el cuartel general de la Legión, donde los libros de historia decían que la tía Hange Zoë, comandante de la Legión como sucesora de Erwin Smith, investigaba a los titanes. Sabía todo sobre la legión, pero poco sobre mi padre y su tiempo como capitán.

-¡Kai! - me gritaron desde dentro de la casa, era mi madre quien llamaba.

La mejor vista del día, era el atardecer, donde el sol iluminaba en tonos rojizos las ruinas del cuartel general de la legión. De mala gana, abandone mi lugar habitual en el pequeño muro de piedras al final del jardín y volví a la casa.

-¿qué ocurre mamá? - le pregunté con mi tono habitual, aquel que parecía estar odiandola, no era apropósito, solo lo había heradado de mi padre.

-tu padre esta por llegar, podrías darle una última pasada a la oficina, por favor - me pidió con una sonrisa, así era ella, comprendía la personalidad de los Ackerman.

-pero mamá, lo limpie esta mañana - me queje.

Ella me pasó el plumero de cualquier forma y se burló de mis quejidos, así era ella, Ami Arai, la mujer que siempre sonreía pero era feroz en el combate y para educar. No entendía porque ella odiaba su pasado en la legión y tampoco entendía porque mi padre tampoco era comunicativo al respecto, después de todo el era el gran Capitán Levi Ackerman, el héroe de la antigua Paradis.

-por favor, solo una pasada más, ya sabes que si tu padre ve una sola capa de polvo... - comenzó a recordarme.

-si ve una capa de polvo me obligará a escuchar la investigación de la tía Hange hasta que me sangren los oídos, ya se - refunfuñe camino a la dichosa biblioteca.

Desde que tengo uso de razón y seguramente desde mi nacimiento hace 12 años, yo ya era torturado con las historias de Hange, la primera vez que las contó cuando era más niño, me habían quitado el sueño por una semana; después, me parecieron realmente interesantes cuando comencé la escuela. Y ahora, eran una tortura, porque Hange enloquecia más pronto de lo normal, mi madre bromeaba con que la edad y su historia le estaban afectando, aunque, de todos, la tía era la más honesta respecto a su pasado que el resto. Ni siquiera la prima Mikasa hablaba de lo que pasó hace 20 años, lo poco que sabía era por las clases de historia. 

Una vez en la oficina-biblioteca, perezosamente pase el plumero por todo el lugar que se atravesada en mi camino. Sabía que a mi padre le molestaba la suciedad, sabía que quizá se debía a que el provenía de la antigua Ciudad Subterránea, pero no tenía una respuesta específica. No tener respuestas me molestaba a mi, eso y que mi padre se molestara por un imperceptible capa de polvo.

Seguí limpiando la nula tierra de los muebles, hasta que desesperado pase demasiado rápido el plumero por el escritorio, del cual cayó uno de los libros de mi padre; una reaccion en cadena fue lo que más me sorprendió, después de que cayó el libro, este golpeó una parte de las patas del escritorio, misma que levantó un trozo de madera del que estába hecho el suelo.

-¡¿qué pasó?! - grito mi madre desde la cocina.

-eh, nada, solo tropecé - mentí rápidamente.

-de acuerdo, ten cuidado - me respondió.

Mire la puerta esperando a que ella no llegara, cuando estuve seguro de que no lo haría, me acerque lentamente al trozo de madera que sobre salía, era la tapa de una parte hueca del suelo, misma que llevaba a un espacio muy pequeño donde de principio no se veía nada, pero al acercarse resaltaban 2 cosas: un gran bulto de lo que parecían ser las insignias que hiban bordadas en las chaquetas de la legión (aquel logotipo de las alas de la libertad era inconfundible) y una libreta verde, bastante vieja, quizá no tanto si consideraba la humedad del suelo como posible causa de su deterioro.

-¡volviste! - grito mi madre emocionada.

Al parecer mi padre había vuelto. Presa del pánico me guarde las insignias y el cuaderno en la espalda y luego acomode todo lo que se había movido.

-Kai, ¿qué haces? - pregunto mi padre desde la puerta de la oficina.

-¡hola, papá! , nada solo limpiaba una vez más pues hizo demasiado aire hace rato y lleno todo de polvo de nuevo - mentí de nuevo.

-esta bien, pero deja ahí un momento, te he traído algo - me dijo, tenía su misma expresión seria de siempre, pero sonaba más animado que otros días.

Accedí y lo seguí al comedor, en el mi madre nos esperaba sentada admirando lo que había sobre la mesa...

-eso es... - comencé a decir emocionado.

-un equipo de maniobras tridimensionales - concluyó Levi, con una sonrisa pequeña en el rostro - convencí a Mikasa y Hange de que me lo dieran, hiban a dejarlo en el almacén del palacio.

El almacén del palacio era prácticamente una de las celdas en el sótano. Lo había visto una vez, en una excursión en la que conocí por casualidad a Historia, la reina y al príncesa, Ymir.

-si mañana acabas tus deberes temprano, tu padre te enseñará a usarlo - me anunció Ami.

-¡fantástico! - dije aún más emocionado.

El equipo de maniobras tridimensionales, ya no era usado por nadie, pero sabía que mis padres y todas las personas que conocía (que eran cercanos), lo dominaban a la perfección. Moría de ganas por usarlo, pero por el momento tenía un misterio que investigar: ¿qué era el cuaderno verde que había encontrado? Y ¿por qué habían tantos escudos de la legión junto a él?

Levi's diaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora