Capítulo 1

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Antes de leer, quiero dejar en claro que mis historias no son una buena elección para encontrar cosas cursis y chiclosas.

Lo último es que agradezco a los seguidores de ésta historia y por sus votos que me ayudan bastante.

Éste es mi segundo libro por lo que los nombres y faltas de ortografía las estoy mejorando.

Cambié de planes, he decidio subirlo hoy, viernes santo. Considero muy importate esta fecha y más aún por la trama.

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Capítulo 1: Un comienzo y un Rechazado.

1632 palabras.

El sonido de la campana marcaban las 12:46 hora en la que el recreo daba su fin, todos los niños deberían entrar a sus salas.

Los infantes corrían, algunos gritando y otros saltando como si fueran a un parque de diversiones. Las monjas pasaban sonriendo con canastas hechas de caña, con delantales y sábanas limpias por arriba de sus cabezas porque, los niños del Orfanato Mi pastor eran simplemente niños de Dios.

–Mira, ¿esos niños no se caerán?
—habló una monja joven preocupada viendo como los chiquillos se alejaban.

–Por favor, esos niños tienen mejor salud que nosotras, si caen le levantan y vuelven a ser felices. —respondió una monja ancia— Ahora, ayúdame a llevar estas canastas hacia el salón de reuniones.

La joven asiente y poco antes de dar un paso se espanta al ver un roedor blanco correr hacia un pequeño hueco en los tablones del suelo, apoya mal su talón y estaba segura que ella iba a caer, no los niños. De pronto, siente un agarre firme y duro, un alto hombre vestido con una túnica negra la sostenía en sus brazos.

–¡Oh! —la chica se sonroja y se posiciona en forma derecha para mostrar orden en su persona— padrecito, Dios lo bendiga, qué sorpresa verlo por aquí.

–Padre, —menciona la anciana— perdona a esta joven que se espanta por una creación de nuestro Dios.

El hombre, quién estaba de pie mirando a las dos monjas responde con total calma en sus palabras:

–Sólo pasé para visitar a mi hermanito, ¿lo han visto?

Sukuna, el cura del Orfanato y de la escuela, un muy apuesto adulto joven de 28 años buscaba con la mirada a su querido hermano, Yuuji de 13 años. Y aunque era obvio, no encontró lo que quería.

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–Oye, Itadori, ¿qué haces ahí?

Un chico de pelo negro, estatura baja y de piel clara se agacha encontrando al mencionado escondido dentro de un cortado tubo circular de acero.

–Megumi, —habla— ¿puedes por lo menos pasar desapercibido? Me escondo de mi hermano.

El pelinegro suspira.

–¿Otra vez lo mismo? —bufa— no entiendo por qué lo haces, tu hermano es agradable, huele muy bien y siempre tiene a la manos dulces y pasteles pero tú sólo lo desprecias.

El castaño no respondió, más sólo agacha su cabeza abrazando con más fuera sus piernas, protegiendo su vientre.

–No hay caso. —dice Megumi— me voy, mis clases ya comienzan y no quiero asistir a las de reforzamiento.

ᴅᴇʟ ᴘᴀᴅʀᴇ ʏ ᴅᴇʟ ʜᴇʀᴍᴀɴᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora