Todos hablan de amores imposibles. Todos hablan de amores posibles, hablan sobre el amor, y las heridas que deja en el alma; pero nadie habla de los amores desesperados e imposibles, como puede ser el foco a la foca, que por sus nombres deberían estar juntos, o el helado y el microondas, que nunca estarán juntos, pero juntos podrían encontrar la temperatura adecuada, como el cactus y el globo, uno tan frágil y otro tan fuerte, como el lunes y el domingo, tan lejos, y tan cerca.
Hablemos de desesperación, de locura, de dolor.
De lo desesperante que es esperar algo (o alguien) que deseas. de las manías que te vuelven loco, y de esa persona que te tiene dando vueltas a la cabeza (para bien o para mal), del dolor que te haces al caer, al rendirte, al que alguien te falle. Hablemos de hablar. De sentir, de vivir.
Hablemos de todo, y de nada.
De todo lo que somos, todo lo que sentimos, todo lo que hacemos, todo lo que queremos y odiamos, todas nuestras manías y miedos.
Hablemos de nada (de lo malo de la vida).
O bueno... ven y odiame.
Odiame y descubre todo lo malo, el demonio que está anclado tras mis ojos, arrestado, volviéndome loco mientras intentan convertirme en un ángel.
Y dime... ¿cómo conviertes al diablo en ángel?
Lo intentaron con dolor, pero por el contrario, no le afectaba, por la palabra, pero él se negaba a escuchar, lo intentaron con jarabes, con pastillas, lo intentaron hasta agotarseles las ideas.
Pero, bueno, al menos lo intentaron.
La respuesta es mucho más simple. No se puede.
El diablo, antes de ser diablo, fue ángel, y me cortaron las alas, y eso limitó toda mi libertad. Me volví loco, y no quiero volver a ser ángel, porque no volvería a tener alas, y eso no lo admitiría. Así que voy a negarme rotundamente, enfrentarme, rebelarme, y luchar.
Porque soy el mismísimo diablo.
Así que si quieres te invito al infierno. Ven conmigo. No te podré dar placer, ni nubes esponjosas, pero podré darte el calor que tu débil cuerpecito de ángel necesita. Ven.
O no vengas.
Pero decídete ya.
Y ódiame. O ámame.
Hablemos de todo y de nada.
Y de amores desesperados, como el del ángel y el diablo.
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La vida entre líneas.
Short StoryAquí me he quitado mis cadenas y he quitado el peso que llevaba sobre mí. No sé si realmente el amor existe, o si es una jodida farsa, o llamamos a amor el hecho de acostumbrarnos el uno al otro. Aunque supongo que no, porque si no, al besarte no s...