Capítulo Diecinueve

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  Jacob apartó la vista de Carlisle y se centró en Edward quien le observaba con la alarma dibujada en su cara.

  —¿Qué significa eso? ¿A qué honor se refiere?

  —Es sobre la historia del pasado, hay algo que no mencioné.

  —Pues estás a tiempo de hacerlo.

  —Existe un tratado entre nuestras familias. Verás, el día que el consejo decidió que mi padre no pisara sus tierras, Ephraim elaboró un tratado para mantener una posible alianza en el futuro. Era consciente de que Carlisle viviría muchísimo tiempo y podría volver.

  —¿Volver a la reserva? —inquirió, confundido—. ¿Por qué querría mi bisabuelo dejar a un frío pisar sus tierras?

  —Las verdaderas raíces de los Cullen se remontan a Forks, el primer Cullen nació allí no en Londres. La cláusula del tratado no se refiere a la reserva ya que siempre estará vetada para nosotros sino que se refiera a Forks. Hay una condición que cumplida hará que mi familia pueda volver a su casa.

  —¿Qué condición?

  La risa expectante de Carlisle le sirvió para ganarse una mala mirada por parte de Jacob. Edward sostuvo las manos del chico entre las suyas con gesto suplicante.

  —Firmaron que sólo un licántropo tan poderoso como él tendría el poder de rescindir el tratado y toda la familia Cullen volverá sin deberle nada a nadie. Puede que tú seas ese descendiente poderoso.

  Poco a poco Jacob sacó sus manos de las de Edward, este sintió un gran miedo a que sus pensamientos fueran tan reales para ocasionar que se alejara.

  —Por eso aceptaste el trabajo, mi padre te dijo que mi espíritu de lobo estaba tardando mucho, te conté que eso suponía en la manada que mi posición sería la de un alfa imparable.

  —No.

  Jacob soltó una carcajada vacía, irónica.

  —Ahora lo entiendo todo. Noir me dejó las pistas a petición tuya, querías sacar mi lobo para devolverle el honor a tu familia. Me dijiste que me querías cuando en realidad apenas te acercabas a mí y mantenías a Noir espiándome para que me quedara aquí. Sabías que me convertiría en alguien poderoso. Por eso Admon dijo que era una locura, que estarías en peligro cuando lo supiera —le miró con dolor—. Me has engañado.

  —No, Jacob. No es eso, puedo explicarlo.

  —He sido un imbécil. Decías que era para protegerme de tu falta de autocontrol, pero en realidad no sientes nada por mí.

  —Por favor, escúchame —alargó una mano hacia él, pero Jacob se levantó de un salto para alejarse. El sufrimiento que Jacob estaba experimentando hacía que Edward sintiera ese dolor como propio.

  —Serás de ayuda para nuestra familia, tienes que sentirte orgulloso de servir para algo —susurró Carlisle a su espalda con la mano colocada en su hombro, Jacob se agitó con furia para librarse de ella.

  —Apártese de mí —dio unos cuantos pasos hacia atrás con la vista clavada en Edward que le observaba abatido desde la silla—. Has jugado el papel del hombre marginado y solitario, te ganaste mi confianza y mi amor para después pisarlos. No comprendía como no te enfrentabas a Noir para darme mi lugar, pero le defendías de mí.

  —Jacob, hijo —Esme se aproximó, pero él elevó una mano para detenerla, no aguantaría contra ella.

  —Creía que había encontrado mi hogar, mi alma gemela. Iluso.

LA LEYENDA DEL VAMPIRO DE CERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora