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Cuando JinYoung llegó a casa, se encontró con sus papás, esperándola bastante enojados.

- ¿¡sabes lo preocupados que estábamos!? - gritó su mamá.

- no, no bebí, sí, sí estoy bien, no, nadie me puso una mano encima, me cuidaron y me pasaron a dejar. - dijo la chica. - ahora, si me permiten, iré a darme una ducha porque fue una noche dolorosa.

- muchacha insolente. - la retó su madre, sacándole un suspiro frustrado a la adolescente. - dejaste a tu prometido abandonado.

Quizás esta sería la última vez que podría defenderse de ese abuso constante. Intentaría negarse a esto, o al menos dar a entender que no le gustaba esto o no quería hacerlo.

- soy lesbiana; me gustan las mujeres. - admitió, dejando perplejo a sus padres. - me gusta JaeBum, y me llevo bien con los chicos, pero no me gustan. Encuentro que este compromiso arreglado es bastante desagradable y me niego a esto.

Le llegó una fuerte bofetada en su mejilla, volteando su rostro, casi cayendo, aunque afortunadamente no fue así.

- ¡tú te vas a casar con ese muchacho y me obedeces! ‐ le gritó su padre. - y si no te curas por ti misma de esa infección, de esa enfermedad, entonces yo me haré cargo. 

JinYoung levantó su rostro, mirando de frente al mayor.

- mi orientación sexual no es una enfermedad, es algo normal que ha sucedido durante toda la historia, así que no me avergüenza decirlo. Me gustan las mujeres. - le hizo frente. - puedo hacer todo lo que quieran, incluso no ir a la universidad, pero no pueden obligarme a estar con un hombre. A la única persona que le debe importar esto es a mí misma, y a mi propia pareja.

- así no podrás tener un hijo. - le dijo su madre desesperada.

- hace bastante tiempo quedó claro que las mujeres no somos unas máquinas de bebés, somos personas. - se defendió JinYoung. - además, las parejas lesbianas tienen la oportunidad de tener hijos con un poco de médula. - soltó un suspiro cansado. Ese suspiro satisfactorio cuando te liberas de algo tortuoso. - no me curaré porque no hay enfermedad que curar. 

- no puedes hacer esto. - le dijo su madre. - ¿cómo se te ocurre?, ¡es por esa mujer!

- no, no es por ella, solo sucede y ya. - le contestó la menor. - mujeres y hombres han pasado toda su vida ocultando su orientación y apenas se dan cuenta de lo que son cuando sus parejas mueren o cuando sus vidas están acabando. No quiero que eso para mí. - empezó a sollozar sin darse cuenta. - no quiero casarme con ese hombre.

- no vas a ver a esa mujer nunca más. - sentenció su madre. - eres una mala hija, eres una mala persona.

- no me importa cuanto me golpeen, pero lo haré, haré lo que sea necesario para verla. - dijo entre llanto. - acepté muchas cosas de ustedes, incluso que no me hayas dicho nada sobre la menstruación, que no me hayas llevado a una ginecóloga nunca. Acepté muchas cosas malas de ustedes, ¡no soy una mala hija! Y ustedes no son buenos padres ni cristianos. Yo soy una mujer, soy una bailarina, y soy una buena persona, y mis gustos no definen mi personalidad.

- vete a tu cuarto, mira cómo tienes a tu madre. - le ordenó su papá.

- ella está así porque sí, es solo su intolerancia, se le pasará cuando se eduque. - dijo JinYoung sin darse cuenta. 

Subió a su cuarto, encerrándose allí bajo llave. Puso un mueble en la puerta, luego se miró al espejo, notando su cabello bastante largo y... sin personalidad. Tomó su tijera e hizo un corte al azar de su cabello al frente, un mechón que le llegaba a la ceja. Bueno, quizás no necesite tanta personalidad, así que se puso pinche y se fue a dormir un poco.

Bueno, solo le quedaban como media hora, así que mejor se levantó para darse una ducha. Era un poco doloroso, pero nada que no haya soportado antes, así que se bañó, limpiándose allí y lavando los rastros de sangre que quedaban. Uy, también debía lavar su ropa.

Volvió a mirarse al espejo y mejor arregló el desastre que se hizo, siempre a la altura de su mejilla. No quedó mal, de hecho, le gustó como quedó. Luego se lavó el cabello y peinó su cabello, para lucir su nuevo look. Pero para evitar más escándalos, se puso un gorro negro que combinara con su uniforme.

Así que antes que suceda algo, salió corriendo con su bolso hacia el colegio. Uhg, la mañana estaba helada, así que trotó lo más rápido posible, con una calza negra bajo su falda. Encima, cuando llegó al colegio, estaba cerrado, así que tendría que esperar unos minutos para que alguien llegase.

- me puedes decir qué estás haciendo aquí. - exigió un chico. Cuando volteó a verlo, encontró a su prometido, aunque ni siquiera sabía su nombre. 

- ay, no puede ser. - se quejó la menor, sobando su frente con su mano. - escucha, el compromiso se cancela, no eres tú, aunque eres parte del problema, soy yo que soy lesbiana, cuestión que cancelaron el compromiso.

- tus papás me dijeron sobre tu rabieta. - le contestó el muchacho. - supe que estabas enferma, pero qué más da. Me enviaron para que te alejaras de la otra enferma.

- ¿cómo te atreves a hablar así de mi amiga? - preguntó la muchacha bastante enojada. - debes estar tan desesperado como para asumir casarte con una desconocida para que una mujer acepte tu miseria.

El hombre la miró con rabia, levantando su mano. Park iba a poner la otra mejilla, pero cuando un profesor llegó, el chico se detuvo. 

- ¿qué sucede aquí? - preguntó el hombre con voz dura, que hizo al joven retroceder. - preséntese, joven.

JinYoung se ganó a un lado del director. El hombre era duro, le gustaba la disciplina y el orden, sin embargo, era un buen hombre, intimidante, pero una gran persona que le tenía mucho afecto a sus alumnos,

- soy BaehKo. - contestó el joven. - prometido de JinYoung. 

- en mi escuela no me gusta que mis alumnos le levanten la mano a otros alumnos, menos si es hacia una mujer. - dijo el hombre sin más. - si quiere entrar a este establecimiento, será mejor que se adapte a mis reglas antes que sugiera buscar otra escuela.

- está bien, señor. 

El inspector abrió la reja y posteriormente las puertas, luego llamó a JinYoung a su oficina, a solas.

- señorita Park, si tiene algún problema con ese joven, o en su casa, tenemos ciertos protocolos y ciertas redes de apoyo en caso de detectar conflictos intrafamiliares. - le dijo el mayor,

- no, no hay problemas. - dijo la muchacha. - pero... si él se apega mucho a mí, podría intervenir. Por favor.

- está bien.

JJPRETTYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora