Cap. 21

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  • Dedicado a Avila Vanessa
                                    

-¡Urd, espera! Para un momento- grito intentando recuperar el aliento y que yo dejase de correr, me pare y mire alrededor, estaba desorientada, no sabía donde me encontraba así que pare de correr y me gire hacia él. 

-¿Pero que te ha pasado ahí? Me tenías preocupado, cuando entraste al privado te desplomaste al suelo blanca como la leche.

-¿Qué? – parpadeé incrédula - ¿Cómo que me desplome?

-Te quedaste inconsciente, apenas tuve tiempo de cogerte para que no te dieras en la cabeza.

-¿No ha pasado nada ahí dentro?

-¿El que? – miraba estupefacto.

-No… - me calle al ver que realmente parecía que no sabía de que hablaba, y ahora ya no sabía si lo que había pasado había sido real o no pero aún sentía el placer y el tacto de sus dedos en mi sexo.

-Urd… me va fastidiar decirlo pero al igual si que tendrías que hacerles más caso cuando dicen que necesitas un poco de reposo. Te llevaré a casa, ya veremos que les décimos para que no te agobien más.

-De acuerdo – murmure y dejé que me metiese en el coche sintiendo aún un calor abrasador alrededor y un extraño olor.

Por suerte cuando llegamos aún no era muy tarde, me recompuse como si nada antes de atravesar la puerta tras beberme algo que me daba Ezequiel y nos unimos a la partida de cartas que estaban echando y tras unas manos me disculpe y me retiré a mi habitación bajo la mirada de reproche de Iset y su madre que parecían saber más de lo que parecía, una vez arriba suspire aliviada y me metí en la ducha dejándome resbalar por la pared fría y deje que el agua se llevase mis lagrimas mientras me hacia un ovillo sobre mi misma ¿Qué demonios me estaba pasando?, me seque el pelo y me metí en la cama poniéndome el pijama. Me sentía como una ramera…

Iset  asomo la cabeza por la puerta.

-¿Puedo? – me preguntó echando una ojeada al pasillo.

- Pasa, pero si vienes a echarme la bronca ya puedes irte por dónde has venido – le dije acabando de ponerme un comisión pues con el pijama hacía calor.

- ¿Cómo estás? – se sentó en la cama delante de mí agarrándose una pierna.

- Bien

- Cualquiera lo diría con la cara que haces… -Suspiré y extendí las piernas sobre la cama sin apartar la vista de ella - ¿Lo has pasado bien? – me pregunto con un tono de reproche.

- Oye Iset – me corto sin acabar de dejarme hablar.

-No te juzgo Urd, pero no pienso volver a engañar a tu tío ¿a ver, por qué no le podía decir que te ibas de fiesta con Ezequiel? Ya habías salido otra vez y tu tío parece confiar en él.

- Te juro que no lo sé de verdad…. Pero sentía que tenía que hacerlo. Además con todo lo que ha pasado no me dejará salir sin una escolta – me levanté para abrir un poco la venta y que entrase aire fresco.

- Yo puedo aliviarte – me dijo de pronto acercándose y sin entender lo que ocurría me beso rozando mi muslo y…. me estremecí ante su tacto.

- ¡Iset! – la parte con suavidad

- ¿Qué? No hay nada de malo en ello – sonrió divertida volviendo a acorralarme contra la pared y deslizando sus manos entre mis piernas.

- Ya lo sé, no… – dije ruborizaba notando como las piernas me temblaban pero entonces recordé la extraña visión de aquel ser… y me volví a la cama con un escalofrío.

- ¿Entonces? – me miro paciente – ¿Por qué no pueden decir las mujeres que les gusta el sexo abiertamente? Tu eres toda fuego Urd, desbordas sensualidad, eres abierta y no escondes tu deseo… eres pasión. 

De vuelta a la Tierra - IntroducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora