Capítulo 16

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La mujer llevó la taza a sus labios y saboreó la dulce infusión. Sus ojos se posaron sobre el hombre de traje sentado al otro lado de la mesa.

— ¿Tienes planes para este fin de semana? —consultó de manera casual, cruzándose se piernas.

Se encontraban en una mesa apartada al fondo de la cafetería. Había un ligero olor a pan recién horneado y granos de café en el aire. Las voces sonaban bajas y distantes, como un ruido blanco en el ambiente.

Se trataba de la misma cafetería en la que casi se asesinan mutuamente. Era irónico pensar que, de alguna forma, ese lugar se había convertido en su punto de encuentro habitual. Mycroft ahora comprendía porqué ella lo frecuentaba. Los pasteles jamás lo decepcionaban.

— Estaré fuera de la ciudad. 

Los ojos de Megan se abrieron con interés.

— ¿Cuándo partirás?

— Este viernes por la tarde. Estimo que estaré de vuelta el Domingo.

El político se mostró relajado mientras hablaba. Era más prudente de esa manera. Si ocultaba lo del viaje y por mera casualidad ella llegaba a averiguarlo, podría sospechar de sus verdaderas intenciones.

— ¿Y a dónde irás?

Mycroft guardó silencio y le dio una mirada prolongada.

— Ohhh, ya. Me olvidé que esa información es de carácter "confidencial". —haciendo comillas con sus dedos.

— Gracias por ser tan comprensiva. —le sonrió falsamente.

— ¿Yo? Siempre. —llevó la mano a su pecho en un gesto exageradamente solemne—. El domingo tengo turno con el médico a las 7. Estaré por el centro así que... ¿Quieres ir a cenar?

El político elevó una ceja.

— ¿Médico?

— Para chequear mi espalda. —se encogió de hombros con aire despreocupado—. La lesión sanó por completo, así que esta visita es solo un control. Con suerte será la última.

— Ya veo... No creo que llegue a tiempo. Todo dependerá de cuanto se prolonguen las negociaciones con el comité.

— Comprendo.

Continuaron charlando de todo y nada durante la siguiente media hora. Esta vez fue Megan quien había enviado el mensaje. Su convocatoria no fue realmente por algo en especial. Tan solo buscaba un poco de compañía durante la hora de su descanso.

"¿Y qué mejor si esa compañía puede proporcionarme una buena conversación inteligente para variar?"

Los minutos se sintieron ligeros y amenos a medida que se enfrascaban en la charla. Para cuando se dieron cuenta, sus platos estaban limpios y sus tazas vacías. Fue entonces que Mycroft pidió la cuenta.

— Debo correr. —murmuró, mirando la hora en su celular—. Oh, antes de que te vayas, ¿puedes dárselo a Sherlock por mí?

Mycroft la observó con curiosidad. Ella hurgó entre los bolsillos de su bolso, sacando una delgada carpeta que colocó sobre la mesa.

— ¿Qué es?

— El expediente de Hiroki Kobayashi. Es jefe de una mafia japonesa. Sherlock me pidió si podía investigarlo.

El hombre frunció los labios en una delgada línea, no muy a gusto con esa noticia.

Sabía que Megan era capaz de abrirse paso a través de casi cualquier base de datos en el mundo. Las influencias que él poseía y su acceso privilegiado a información clasificada resultaban insignificantes en comparación.

Bye bye, Mr. Holmes (Mycroft y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora