Mi Pobre Diablo (Yoontae)

Capítulo 5

Camino a paso lento por la calle queriendo llegar a mi casa.

Estoy jodido.

Perdí mi último empleo, no se que haré, debo pagar la universidad, mi alquiler y mis gastos.

Voy llorando por la calle llamando la atención de las personas, algunas me observan con tristeza, otras solo me ignoran.

Estoy muy triste porque las cosas se me complicaron, por culpa del tontin perdí mi empleo en la pastelería, tuve un gasto gigante por mandar a lavar su ropa y ahora por culpa de su novia perdí mi otro empleo.

¿QUE MÁS FALTA?

Observo el cielo intentando encontrar una respuesta pero como siempre, es algo imposible.

Veo mi hogar a lo lejos y acelero el paso tratando de llegar rápido y mis padres no se den cuenta, limpio mis mejillas eliminando cualquier rastro de lagrimas que estos tengan.

Camino sigilosamente por la entrada para ir al patio, rodeo la casa de ellos para ir a mi pequeño hogar.

Una habitación que antes servía como bodega de la casa, ahora ellos me la dejaron como mi pequeño hogar, luego de que me corrieron por ser un hijo distinto a lo que ellos quieren que sea, me dejaron ese lugar.

Mi hogar es pequeño pero perfecto para mi, está decorado a mi gusto, tiene una cama, una pequeña mesa, una cocina pequeña, un baño, es una casa de un solo ambiente, no tiene comparticiones más que la del baño pero me gusta.

Al principio crei que me lo daban porque suponia que la casa estaba a nombre de nosotros 4 pero luego de unos meses me empezaron a cobrar renta, tuve que reajustar mis gastos y conseguir un nuevo empleo, desde ahí empecé a trabajar en el día y en la noche, para en la tarde poder estudiar.

No se cómo soportar todo, ellos son malos conmigo principalmente mi mamá, ya no quiero vivir aquí pero todos los departamentos que encontré son demasiados caros que no los podría comprar sin un buen trabajo.

— Llegas temprano Kim Taehyung — mierda, levanto la mirada y los encuentro parados en la puerta trasera.

Me faltaba poquito para llegar a mi hogar.

— Si señores, buenas noches — hago una reverencia completa como saludo.

— Seguramente te echaron del trabajo ¿no? Debes recordar que esta semana debes pagar la renta — cierro los ojos con fuerza intentando recuperar la compostura.

— Si señora lo sé — como quisiera un abrazo.

— ¿Por qué tuvimos un hijo así? — habla con el hombre mientras me señala — ¿Por qué no puede ser como seokjin?

— Porque somos dos personas distintas — murmuro cansado.

— Solo mírate tú y mira a tu hermano, el es tan hermoso, triunfador, trabajador, educado, refinado y ¿tu? Eres un simple vago que no hace nada por la vida.

Sus palabras me lastiman ¿no hago nada? ¿No sabe todo el esfuerzo que hago para poder pagar mis cuentas? Mis ojos se llenan de lágrimas porque mi corazón esta triste, empuño mis manos tratando de no dejar caer mis lágrimas.

— Toma llegó esto — la voz de mi padre me hace levantar la cabeza.

En sus manos está el traje del tontin, me acerco despacio a ellos sin dejar que vean mis nudillos, no quiero más problemas.

— Gracias — sostengo el traje y me giro para irme a mi hogar.

— No eres más que un pobre diablo ¿sabias? — asiento sin girarme porque si, tal vez soy eso.

Tal vez soy todo lo malo en la vida como ellos me lo han dicho siempre.

Abro la puerta de mi casa y mis lágrimas caen con fuerza.

Corro a mi cama y me acuesto en esta como estoy, lloro dejando que mi corazón se desahogue de esa tristeza profunda que siente por no creer ser bueno en nada de la vida, por no obtener un simple cumplido por hacer algo bueno.

Llora por no tener alguien que nos quiera como somos, como ese pobre diablo que soy torpe y defiende a los suyos.

Abrazo con fuerza el traje del tontin dejándome llevar por el delicioso olor a limpio y un sutil olor que no se identificar, huele a bosque, como me gusta.

Abrazo el traje acercándolo a mi nariz mientras lloro, inhalo profundo tratando de obtener más ese característico olor que me ayuda a tranquilizarme.

No se cuanto tiempo lloré, no se cuanto tiempo olí el maravilloso traje, solo se que mis ojos empezaron a sentirse pesados y me llevaron a los brazos de morfeo.