Método

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Pensé en que sería mejor que fuera Alfred quien me encuentre una vez que.... hiciera lo que tenga que hacer. Papá Francis o mamá Arthur seguramente quedarían en shock, bueno mi hermano también pero al menos él tiene una mente más resistente. De alguna manera me las tendría que ingeniar para asegurarme de que venga a mí no mucho después de mi deceso, no sería nada agradable de ver para él un cuerpo de varios días.... Pobre hermanito mío.

Lo siguiente, el método, sin duda algo para pensarlo bien, ya que van a ser mis últimos momentos y quiero que el acto acierte lo más posibe con mi sufrimiento pasado, además es mi forma de despedirme de este mundo.

¿Una soga a mi cuello? No, no, sentiría un tortuoso ahogo por un momento y luego me desmayaría por la falta de oxígeno, me gustaría estar conciente para sentir todo el dolor posible. Además que no quisiera que mi pobre hermano me encuentre y vea mis ojos desorbitados, no sería algo lindo para él.

¿Sedantes, pastillas, veneno? Entiendo que esto sería rápido y poco traumante para Alfred, pero yo necesito sentir hasta el último gramo de dolor que mi cuerpo me pueda ofrecer para contrarrestar el que sentí durante años. Además que existe la pequeña posibilidad de que me hospitalicen y... yo no quiero ser salvado.

¿Asfixia por una fuga de gas? Definitivamente no, sería lo mismo que con las pastillas, sólo que si dejo la llave abierta, a la más mínima chispa mi hermano correría un gran peligro. No quiero que nada le pase por mi culpa.

¿Tirarme de una cornisa? Le tengo miedo a las alturas, sé que sólo sería un instante lleno de emociones nerviosas. Pero el impacto, aunque efectivo, el resultado sería muy traumante para mi hermano, no quisiera que él me encuentre en pedazos!!

¿Tirarme de un puente? Ahogarme sería algo agonizante y no es el tipo de dolor físico que buscaba de todas formas. Aparte de que yo no quiero hundirme o flotar sin más, quiero ser encontrado, específicamente por mi hermano.

¿Dispararme? Eso sería instantáneo y no sentiría el dolor que necesito, además que nada de cosas traumantes, no podría dejar que Alfred viera eso, por el amor de los maples!

¿Clavarme un cuchillo? No sé si podría, quiero decir, no quiero dejar un charco de sangre sobre el piso de madera, sería difícil de ver y de limpiar para Alfred. Pensándolo bien, podrían pensar que fue un homicidio, aunque me preocuparía menos si otra persona me ayudara.

¿Cortarme las venas? Ahhh, la vieja confiable, apenas un corte y una agonía que dura horas, poniéndome en la bañera llena así el agua evitará que se cierre el corte, ya entiendo por qué es uno de los métodos más usados. Lo único malo es que tendría que estar desnudo para que mi ropa no se moje, soy demasiado tímido para que mi hermano me encuentre así. Además... no me gusta mi cuerpo, siendo gemelo de Alfred lo usaba como mi espejo, al verlo comer y engordar me veía reflejado y me horrorizaba, desde entonces cada tanto paso semanas enteras en las que no como.

Diablos!!! Qué difícil y estresante es matarse decentemente!! Se supone que lo tengo que hacer como yo me sienta más conforme y aun así no puedo dejar de pensar en lo que sería mejor para los demás. Pero al final creo haber elegido una opción.

Lo que sigue, una carta, no iba a hacerlo, no tenía por qué, no para los demás, pero decidí escribir una dirigida a mí mismo. Una carta que expresara lo más posible todo el dolor que sentí durante tantos años. Mientras más recordaba, más dolía, hoja tras hoja de penosos recuerdos, tuve que dejarla a medias varias veces, me ponía a llorar terriblemente y mi cuerpo temblaba, terminaba en el suelo todo deshecho con un charco de lágrimas empapando mi cabeza, y mis brazos rodeándome tratando de contener esa horrible presión en mi pecho.

Por fin había terminado la carta, era valiosa para mí ya que tantos nervios y tiempo me sacó, la leí, la leí muchas veces, ahí estaba cada detalle de mi pesar, de todo lo que me llevó a esto. Claro que a cada leída mis emociones colapsaban, mi cuerpo caía y mis ojos lloraban otra vez... Me estaba autoagrediendo, no había forma de que me acostumbrara a esto.

La noche anterior al día en el que tenía pensado acabar con todo, la leí una última vez, la leí en voz alta, luego la arrojé a la chimenea y la vi quemarse, nadie más que yo debería tener esos recuerdos. Está de más decir que recordarlo todo sólo me puso en el peor estado emocional que jamás pasé. No pude dormir.

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