Segunda parte: Capítulo 04.

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Sin explicación.


Era la mañana siguiente del eclipse, Lydia se levantó a eso de las 10am, como cualquier domingo, para hacer el desayuno, ó el almuerzo a esa hora realmente no había diferencia.

Sobre el mesón que conectaba la cocina y la sala de estar, se encontraba una nota escrita a mano de su madre que decía:

「"Fui a casa de tu abuela, necesito que vayas al mercado y compres las siguientes cosas"」 Seguida de una lista de víveres y dinero en efectivo.

Lydia se alistó, salió y al mismo tiempo que caminaba hacía la parada de autobuses, se escuchaba acercarse el sonido cercano de uno. Como ella vivía en un lugar alejado de la ciudad, el transporte siempre costaba, por eso las personas de su comunidad hacían la guerra para poder conseguir un asiento.

Lydia siempre llegaba de última, se cansaba con rapidez debido a su apreciable falta de cardio.

No era buena en los deportes y tampoco en conseguir puestos, pero está vez todo fue diferente.

Una electricidad corría por su cuerpo, sentía como iba fluyendo una fuerte energía por sus músculos, una electricidad que la hacía sentir imparable.

Esa vez no solo obtuvo un puesto, fue la primera en llegar y sentarse.

(. . .)

En el otro lado de la ciudad, una hora más tarde, suena el teléfono de la casa Estavino. La menor de la familia se despierta por el ruido y baja con rapidez a contestar.

-¿Aló?, ¿Tory?-emitió Lilly aún somnolienta.

-Si, soy yo, disculpa si te desperté.

-No, no importa, dime ¿qué pasa?

-Necesitaba hablar con alguien, anoche tuve un sueño horrible.

-¿Tuviste una pesadilla?

-Sí, pero se sintió diferente, como si...fuese real -emitió Tory desde la otra línea.

-¿Qué recuerdas? -preguntó Lilly.

-La luna de anoche, una mujer pelirroja y a nosotras.

-¿No recuerdas nada más del sueño?

-No, solo eso.

-Bueno Tory, fue solo un mal sueño, nada de que preocuparte -Lilly soltó un bostezo y luego suspiro - este... Tory, tengo que hacer unas tareas y deberes en la casa, tú deberías hacer lo mismo y olvidarte de eso.

-Sí, tienes razón, hablamos mañana.-emitió Tory y colgó.

(. . .)

Al día siguiente todos los de último curso llegaron puntuales y con sus uniformes intactos. Hicieron como de costumbre la fila y entraron a clase.

Sus rostros irradiaban miedo pues ese día tenían su primer examen de matemáticas, con el profesor de peor carácter de la institución, el más temible, Pedro Ranquíleo. Conocido no solo por su disciplina, sino también por la amargura que cubría su alma. Cargaba con muchos años encima, se decía que tenía más de ochenta y que le había dado clase a los dinosaurios. Era un hombre lleno de prejuicios al que todos temían y respetaban.

The Lie of the Moon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora