Epílogo

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"Siempre existirá en el mundo una persona que espera a otra. Ya sea en el medio del desierto o en medio de una gran ciudad. Y cuándo esas personas se cruzan, y sus ojos se encuentran, todo el pasado y todo el futuro pierden completamente su importancia... Sólo existe ese momento."

Paulo Coelho.

Dos meses después...

Existen momentos en la vida que nos marcan.
Algunos nos quiebran o nos hacen tambalear. Otros nos llenan de fuerza; nos dan entereza. Y otros son tan opuestos que o nos alegran hasta las entrañas, o nos entristece hasta el alma.

Esos momentos recaen sobre nosotros con un único significado: enseñarnos el cierre de una etapa, para dar comienzo a un nuevo ciclo.

Es natural. Es aprendizaje. Y forma parte del efímero proceso biológico al que solemos llamar vida.

Vivimos tanto y en tan poco tiempo que apenas nos damos cuenta de cuántas etapas llegan a su fin y cuántos nuevos ciclos inician.

Lo asevero y con total certeza. Mi vida ha dado giros impredecibles, ha sorteado etapas que jamás imaginé sortear, ha cambiado tan radicalmente, que un año atrás ni hubiese pasado por mi cabeza estar donde estoy precisamente ahora: mirándome al espejo, vestido de novio.

Llevo mis manos a los botones delicados que tiene el saco, la tela suave azul, admiro la simpleza del traje. Mangas largas, un corte recto; ceñido donde debería, haciendo un perfecto conjunto con una camisa blanca. Exquisitamente delicado, soñado.

-¿Estás nervioso? -Niko se para a mi lado. Lo veo por el espejo.

Desde la mañana trae la mirada cristalizada; como si en cualquier instante fuese a largarse a llorar. Lo entiendo, no ha sido fácil. El pasado con piel de hombre se hizo presente hoy; justo hoy, que particularmente para él es un día emotivo.

Volver a ver a Eduardo, para Caballero fue un trago difícil de digerir.

-Lo estoy -confieso.

Estoy muy nervioso, pero en una buena expresión de la palabra.

Hace dos meses Emilio me pidió matrimonio y dentro de un rato, estaremos casándonos en el jardín trasero de nuestra casa.

Será una ceremonia relativamente íntima, sí, pero ello no resta al hecho de que estoy terriblemente nervioso.

Elegir nuestro hogar como el lugar perfecto para nuestra unión civil fue una idea de común acuerdo. Nos tomó más tiempo del estipulado efectuar el papeleo, solicitar un permiso municipal y presentar los trámites correpondientes para poder celebrar nuestra boda aquí.
La realidad es que un casamiento por iglesia era impensado. Yo jamás fui bautizado y él... Bueno; él tampoco. Los requisitos para hacerlo posible tomaban demasiado tiempo, eran muy engorrosos y exigían muchos permisos especiales que al final y al cabo ninguno de los dos estuvimos dispuestos a solicitar.

El caminar hacia un altar con un traje y jurar ante Dios mi amor y lealtad por Emilio, quedó automáticamente descartado cuando anunciamos nuestro compromiso.

Inspiro profundo y toco mi cabello. Quise llevarlo natural, con tan sólo un poco de spray adornándolo.

-Te vas a casar -susurra rubiales derramando una lágrima-. Jamás imaginé que llegaría este día.

-Yo tampoco, pero aquí estamos -extiendo mis manos en su dirección y Niko las aprieta con fuerza-. Gracias.

-¡Ay, por Dios! -solloza, limpiándose rápido los párpados-. Estuve repitiéndome todo el maldito día de ayer que no debía llorar. -hace un mohín y me abraza-. Es increíble que me hayas elegido a mí para estar acá, acompañándote, y también para firmar ese papel de mierda.

Al Mejor Postor || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora