16._No te arriesgues por él

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─ Oye, Saga ¿Estás_? ─ Su gemelo menor acudió a ver el estado de su hermano. Se colocó a su lado y al intentar tocarlo: sus manos fueron retiradas de un golpe seco.

─ . . . No me toques . . . ─ Espetó con la voz herida en desgano. Se quedó un rato en silencio, tomando la iniciativa de marcharse a su templo a la vista del menor.

─ ¡ . . . Grandísimo idiota! ¡¿A dónde crees que vas?! ─ Siguió sus pasos, reclamando con el puño en alto ─ ¡Deja que te curen al menos!

Detrás de los gemelos, la diosa se apresuraba a seguirlos, llevando en una mano su báculo y en la otra, el sobrante de su largo vestido blanco.


─ Athena, Athena ─ El santo de Sagitario corrió hasta alcanzarla para postrarse frente a ella ─ Tengo una petición que hacerle, si no le molesta.

─ Dímela Aioros ─ Lo miró con ferviente dulzura y con un toque de fortaleza en el corazón.

─ Quiero pedirle que me deje a mí estar en equipo con Saga.
Sé que no soy el más apto para ello dado lo de la práctica, pero me parece que al menos, estando juntos: hay menos probabilidad de que combata contra él nuevamente.

─ . . . Aioros ─ La joven mujer se inclinó hasta su altura, pasando una mano por su cabello de manera afable ─ Claro que puedes estar con Saga ─ Alzó el rostro del varón para mirarlo ─ . . . Me alegra que aún después de todo, quieras arreglar las cosas con él, pero tengámosle paciencia y tratémoslo con cuidado, su corazón aún está en duelo, así que ¿Qué dices, puedes ayudarme con ello?

─ Claro que sí, señorita ─ Regaló una sonrisa agradecida y pasiva.

─ Por favor dile al resto de tus compañeros que debo ir a buscar a Saga, pero no tardaré nada. Pídeles que me esperen. ¿Sí?

─ Lo que usted ordene ─ Asintió con la cabeza a modo de reverencia.




El caballero de Sagitario se movió del lugar, dándole paso nuevamente a la chica de hebras moradas, quien seguía con su búsqueda del guardián de la tercera casa.

El resto de los varones y las féminas, se mantuvieron expectantes ante la situación, que, no sólo había resultado intrigante, sino también preocupante.


─ Oye . . . ─ Comentó la chica a su acompañante, Milo ─ ¿Qué le pasa a aquel, y por que reacciona de ese modo? ─ Señaló con apenas la mirada la dirección por la que se había ido Saga.

─ Hmm . . . ─ Cruzó los brazos, haciendo una mueca de análisis con la boca ─ Supongo que le hace daño estar muy cerca de Aioros, el caballero de Sagitario.
Probablemente se siente culpable por lo que le hizo a todo el Santuario en días pasados.

─ . . . Ya veo.

─ ¡Escuchen todos! ─ Exclamó el propietario de la novena morada, llamando la atención de los presentes ─ ¡Por ordenes directas de la señorita Athena, ella pidió que todos nos quedáramos a esperarla hasta que arregle un par de pendientes. No tardará!

Después de analizar la brevedad del mensaje, cada cual volvió a lo suyo, generalmente entablando una conversación vana con sus respectivos compañeros de equipo.

─ Supongo que habrá que esperar ─ Comentó Milo a la fémina que lo acompañaba ─ Sólo espero que de verdad no tarde mucho.

─ Hay que ser pacientes.

─ Ah ─ Suspiró agobiado mientras se llevaba una mano a la cabeza.

─ Bueno, por esa expresión que acabas de hacer, veo que no eres muy paciente ¿Verdad?

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