Mentiras Perfectas

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La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es, y cuando la muerte es, nosotros no somos.

- Antonio Machado.

Hace casi diez años..

Para todo en la vida hay una primera vez, son considerados cambios que te marcan el alma, ya sea de una forma buena o mala; sucesos que se convierten en recuerdos sobre las experiencias de tu corta o larga vida.

Muchas personas planean su primera vez de infinidades de cosas, un viaje, tener sexo, alguna actividad extrema, etcétera, y se preparan mentalmente para afrontar tal cambio; sin embargo ahí estaba yo, una niña de ocho años usando por primera vez un conjunto de ropa negra y con el alma en luto.

Y si, digo primera vez porque era la primera ocasión que asistía a un funeral de un familiar muy cercano. Mi abuelo Roger Maqueen había sido encontrado con un disparo justo en el corazón en unos de los almacenes pertenecientes al trabajo de la familia la noche anterior y ahora estábamos en su ceremonia. Me gustaría decir que grité, patalee y me estremecí en dolor en aquel momento, pero al estar ante el me sentí valiente, y con unas grandes ganas de justicia.

Roger Maqueen

Esposo, padre y abuelo

"La lealtad y la verdad son

virtudes que hay que acatar"

Esas palabras se quedaron grabas en mi cabeza, "lealtad y verdad" es lo que el defendía, era la base de toda la enseñanza de nuestra familia y con eso del negocio familiar, que nos dijeran fue alguien de confianza de mi abuelo quien lo atacó nos puso alerta a todos. "Si jurabas lealtad con ello se te recompensaba, pero si osabas defraudar con la muerte se pagaba". Desde pequeños se nos inculcó tales cosas, confiar en tu gente era primordial para nuestra familia ya que al hacerlo se convertían en amigos, y nosotros te protegeríamos a ti a tu familia como esperábamos que ellos hicieron lo mismo por nosotros. De aquella manera manejaba el negocio mi abuelo, por ese motivo la gente lo respetaba y lo admiraba, además que en numerosas ocasiones les había brindado su ayuda y ellos con lealtad le agradecían.

Ese hombre era una persona muy importante para mi, me enseñó todo lo que se, y se esforzó para que fuera una persona de bien, siempre me decía que era su favorita y al ser la menor de los primos creo que lo comprendía; me encantaba ir con el a todas partes, tanto que sus hombres ya me reconocían con facilidad cuando lo acompañaba al trabajo, el se encargaba de comprar empresas y luego venderlas por partes, era uno de los tantos negocios de la familia.

Aun con la edad que tenía supe reconocer el sentimiento tan grande de dolor y odio hacia quien fuese el culpable de aquello, porque el maldito fue astuto y no dejó ni una sola pista en aquel momento, tres meses les tomó a la familia encontrar al culpable y como era de esperarse nuestros hombres de confianza se encargaron de el.

Ese día fue mi primera vez en varias cosas, y aquel suceso hizo un cambio grande en mi, ese día comencé a cambiar, ese día ya no confiaría tanto en las personas, ese día el se llevó un poco de mi.

Con el paso de los años y con la integración de mi persona en los negocios familiares, me fui dando cuenta que este había cambiado, notaba que era más la cantidad de personas que cuidaban la casa principal y los puntos clave donde se reunían las personas para cerrar tratos, tenía entendido que algunos negocio habían cambiado pero esa era toda la información que se me brindaba.

Luego de dos años de la muerte de mi abuelo, mi abuela asumió el mando de todo lo que el antes poseía, y con ellos ella se volvió la cabeza de la familia, trayendo consigo un verdadero infierno para mi; desde ese momento todo dio un gran giro, todo se volvió intenso, nada se hacia si ella no lo dijese, la unidad que antes poseía la familia Maqueen se fue desvaneciendo, empezaron las disputas entre las familias y las actuaciones enfrente de los medios para que pensaran que todo estaba bajo control.

Para todo hay una primera vez y tu decides como afrontarlo, la muerte de mi abuelo lo hizo para mal; ya que desde ese momento el ángel de la muerte empezó a asechar a nuestra familia.