Capítulo V- Compras de mudanza

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Cuando Taichi y Meiko salieron iban a ser las doce del día, pero como habían comido hacía pocas horas, decidieron hacer primero todas las vueltas respecto a la mudanza, antes de ir por algo de comer.

Lo primero que hicieron fue dirigirse a la oficina postal, dónde estuvieron un buen rato. El encargado hizo varias llamadas y revisó varios documentos que Mei llevó consigo y luego esta tuvo que alejarse para llamar a su casa en Tottori. La llamada duró otro poco, pero cuando terminó, Meiko se veía algo decepcionada.

―Al parecer saldrá muy costoso hacer el trasteo de todas mis cosas―dijo―. Como la temporada de lluvias se acerca, están haciendo mantenimiento a las vías de acceso e incluso algunas se encuentran cerradas. De todas formas, debido a la distancia, tomará un tiempo antes de que puedan traerlas.

―¿Qué harás entonces?

Le preguntó Taichi.

―Bueno, hablé con mi mamá y creemos que lo mejor es que compre lo necesario acá en Tokio y, después de que pase la temporada de lluvias, ella y papá se encargaran de traer el resto. 

―Creo que es buena idea.

―Sí, me dio su tarjeta para emergencias―Meiko dejó ver la tarjeta en su cartera―. Ah, sí, y mientras llega la nevera mi papá me prestará una de las que usa en su oficina, será solo de manera temporal. La traerá más tarde, cuando salga del trabajo.

―Entonces será mejor que nos demos prisa, ¿no?

―Sí.

Para comprar los muebles Taichi y Meiko se dirigieron a Okea, en el distrito de Shibuya.

―¿Qué te parecen estos?

Taichi señaló un juego de sillas y mesas, de los muchos que habían en exhibición, pero Meiko no estaba muy convencida.

―Creo que son un poco...

¿Rústicos? ¿Podría ser la palabra?

Taichi volvió su vista a los muebles, tal vez no eran del gusto de Mei. Pensó en lo que podría gustarle. Meiko era bastante femenina, así que tal vez quisiera algo más elaborado o con un diseño más llamativo. Pensó y señaló otro grupo de sillas con un juego de tapiz intenso.

―En realidad―dijo Mei un poco avergonzada―, estaba buscando algo más sencillo. He leído un poco sobre el estilo minimalista. Quizás... algo como...

―Este―pronunciaron los dos al tiempo.

Habían señalado el mismo juego de sala y comedor. Meiko pensó que era perfecto.

―¡Qué pareja tan joven!―escucharon decir detrás de ellos.

El comentario había venido de un par de abuelitas que los miraba con ternura y con muy poca discreción.

―¡Recuerdo cuando me mudé por primera vez con mi novio, éramos tan jóvenes también!

Dijo una de ellas.

Las ancianas hablaban muy fuerte y se reían, por lo que fue difícil para Meiko y Taichi no sonrojarse.

Taichi miró a Meiko con disimulo y se lamentó no haberla llamado tan seguido mientras estuvo en Tottori. Aunque Mei había regresado un par de veces a la ciudad de Tokio, sobre todo durante las vacaciones de verano durante la universidad, nunca habían estado realmente solos.

En cuanto a su aspecto, no había cambiado mucho desde la última vez que la vio, pero sin dudas sus caderas se habían ensanchado un poco, en el buen sentido. También usaba algo más de maquillaje, lo que resaltaba sus facciones. En cuanto a su ropa se veía diferente, un poco menos cubierta e infantil.

―Supongo que Mimi habrá tenido algo que ver en eso―pensó.

Una vez pagaron la cuenta, Meiko habló con los encargados de la tienda sobre el envío de los productos.

―Llegaran el jueves de esta semana―le dijo después a Taichi.

―Muy bien―sonrió este―. Entonces, ¿eso sería todo?

―Bueno...―Meiko se encogió de nuevo―Había algo más que quería hacer, pero no tiene que ver con la mudanza en sí.

―¿Qué es?

Y de esa forma terminaron en una libreria en Shinjuku.

Meiko estaba emocionada, tanto, que no podía solo ocultarlo.

―¡¡Waaaaa!!―exclamó―En Tottori no encuentras librerías así. ¡Oh, aquí está el tomo VI de el Diario de un hombre lobo! ¡Oh y la segunda edición de Mi novio es un zombie! ¡Oh y el manga del Ataque de los pollos gigantes también salió!

Era un poco extraño verla tan emocionada.

―No sabía que te gusta tanto el manga y las novelas ligeras―opinó Tai.

―Ah, lo siento―se inclinó Mei―. Puedo ser un poco rara.

―No, no quise decir eso, es solo que no estoy acostumbrado a verte tan entusiasta.

―Mei-chan y yo solíamos leer muchas novelas ligeras y mangas en el jardín de la casa. También he escrito algunas cosas...

Meiko siguió hablando, pero Taichi se había quedado con esa primera frase en el pensamiento. Recordó a Agumon y en todo el tiempo que pudieron haber pasado juntos, de no ser porque...

―¿Yagami-san?―Meiko lo miraba extrañada―. Perdón, estoy hablando demasiado.

―¡No, adelante! ¿Qué piensas llevar?

―Ah, bueno, este y esté tal vez, ¿o quizás debería llevar este? Esto, esto...

Finalmente, salieron de la tienda con dos bolsas llenas de manga y novelas ligeras que Tai tuvo que cargar y, como ya estaba anocheciendo, decidieron pasar a un McDowalds.

Una vez allí, Meiko recibió una llamada de Hikari anunciándole que había salido de la universidad y que se reuniría con ellos pronto.

―Ah, dice que quiere hablar contigo.

Le dijo Meiko a Tai extendiéndole a este su teléfono.

―Sí―contestó.

―Espero que no le hayas hecho nada raro a Meiko-san, Oni-chan.

Desde el otro lado, Hikari sonaba bastante preocupada.

―Claro que no...

Pero la voz de Taichi no sonaba muy convencida. No sabía cómo hacía su hermana para leer todos sus movimientos, quizás en realidad era una bruja o quizás había adquirido algún poder especial en el digimundo.

Cuando se encontraron con ella, regresaron juntos al apartamento de Meiko. En realidad, esta y Hikari pasaron el resto del camino charlando mientras Taichi se hacía cargo de las bolsas, lamentando el hecho de no haber detenido a Mei en su afán de comprar, pues pesaban bastante y por si fuera poco había quedado fuera de la conversación. Aunque, por otro lado, pensó que eso estaba bien, teniendo en cuenta todo lo ocurrido en su cuarto esa mañana.















Taichi y Meiko, El recuentro. Una ero-historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora