capitulo 8

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Capitulo 8

-No será por mucho tiempo -dijo un poco sorprendido por su reacción-. Como mucho sería una hora.
-Tienes una cita, ¿verdad?
-Bueno...
-No puedes irte, lo siento.

James se encogió de hombros. Ya había desistido, pero seguiría alegando para no ceder con tanta facilidad.

-Pero están dormidas.
-¡Dormidas! -aquel hombre no sabía nada de bebés. De hecho, estaba sorprendida por sus propios conocimientos. ¿Cómo los había adquirido? ¿Por ósmosis? se preguntó-. ¿Realmente crees que van a estar dormidas toda la noche? Se despiertan cada pocas horas.

James se desplomó en el sofá y la sonrió divertido. Podía permitirse el lujo de bromear con ella porque pensaba que tenía la razón de su lado.

-Una hora -repitió y suspiró fingiendo cansancio-. Sólo una hora.

___ lo miró con expresión desafiante. Si insistía, no podría hacer nada. James podía irse y volver cuando le diera la gana, pero ella se aseguraría de que fuera consciente de la situación en que se encontraban.

-Seguro. Puedes irte y supongo que no puedo detenerte. Adelante Pero antes irás a la farmacia y comprarás uno de esos artefactos con que se aseguran los bebés al pecho. Si te vas, te llevarás a una de las niñas.
-¿Cómo voy a llevarme a una niña a una cita? -preguntó riendo.
-Es posible que despiertes los instintos maternales de tu amiga.
-Instintos maternales -repitió riendo al imaginar a Chenille meciendo a una de las gemelas-. Es justo lo que más me gusta en mis compromisos.
-Siento que tengas que cambiar de planes. ¿Con quién se suponía que ibas a salir? -añadió y deseó inmediatamente haberse mordido la lengua-. Aunque eso no es asunto mío. Claro.
-Con Chenille Savoy, la cantante.
-Chenille Savoy -repitió pensativa-. ¿Dónde he oído antes ese nombre?
-Canta en el centro nocturno Cartier -cuando Chenille actuaba era como vivir un sueño exótico y sensual-. Es posible que la hayas visto actuar en alguno de los programas de la televisión local. Últimamente está teniendo mucha fama.
-No. Ya lo recuerdo. Es la que cuando la invitaron a poner las huellas de sus manos en el Sendero de las Estrellas en el Centro Ala Moana, sugirió que sería mejor dejar la impresión de sus... senos -lo miró anonadada-. ¿Me equivoco?
-Eso fue sólo un ardid publicitario -frunció el ceño y sorprendió a ___ al ruborizarse un poco-. No fue idea suya, lo sugirió su agente.
-Claro.

Chenille Savoy. Aquella mujer parecía una muñeca. ¿Realmente era lo único que los hombres deseaban en un mujer? Había pensado que un hombre como James desearía algo más. Quizá cierta personalidad. No parecía ser así.

-De modo que ése es el tipo de mujeres que frecuentas, ¿no? ¿Por eso has estado mirando el reloj cada cinco minutos?

James parecía sentirse incómodo.

-Te gustan las mujeres que parecen de plástico.
-Eso son prejuicios. De cualquier modo, salgo con todo tipo de chicas.
-Ya lo creo -___ arqueó una ceja. Le gustaba bromear con James-. ¿Qué tipos? Alocadas, sensuales y desinhibidas. ¿Me acerco?
-De ninguna manera -contestó riendo-. Salgo con mujeres muy elegantes.
-Apuesto a que sé tres tipos de mujeres con las que no sales -dijo con satisfacción.
-¿Eso crees? ¿Cuáles son? -le sonrió.
-Dulces, recatadas y amantes de su casa.
-Tú no eres exactamente dulce, ni recatada ni casera -rió.
-¿Quién ha dicho que lo sea? -lo miró con orgullo-. Pero no pretendo que me invites a salir. Tampoco invitarías a una mujer como yo.
-¿Cómo lo sabes?
-Me lo imagino -era evidente.
-¿De verdad? -se apoyó en el asiento y la observó. ___ tenía razón. Nunca salía con mujeres que lo miraran como si pudieran verle el alma, lo sabía-. ¿Soy tan transparente?

___ asintió y James gruñó.

-¿Cómo te ganas la vida, ___ Lee?
-Son investigadora del Museo de Historia Natural Waikiki. Mi especialidad es la historia polinesia con especialidad en las islas hawaianas.
-¡Ah! Bueno, ¿qué crees que no me gusta de ti? -preguntó.
-Soy lista, eficiente y sé pensar.

James se enderezó en su asiento. No se trataba de eso, ¿o sí? Realmente no. Sólo era que algunas mujeres lo atraían y otras no. ¿Qué tenía eso de malo?

-¿De modo que crees que las chicas con las que salgo necesitan guardianes permanentes? -preguntó despacio-. ¿Crees que yo tengo que pensar por ellas?
-Es evidente que alguien tiene que hacerlo.
-Entonces, ¿debo pensar que tú crees que una mujer bella y sensual no tiene cerebro? -preguntó en tono triunfal-. ¿No crees que es una postura muy sexista?
-De ninguna manera -comprendió que había caído en la trampa de él, pero sabía que todavía no la había vencido-. Creo que algunas adoptan esa actitud para abrirse paso en este mundo y que si alguna vez tuvieran cerebro, probablemente terminan teniéndolo atrofiado.
-Lo que has dicho es injusto.
-¿Para quién, para Chenille?
-Y para todas las mujeres atractivas.
-Supongo que si estoy equivocada no les gustará mucho -entrecerró los ojos-. Por supuesto, es imposible no hacerse preguntas. ¿Qué ven todas esas mujeres en ti?
-Para que lo sepas, soy un hombre estupendo.

___ ladeó la cabeza y lo examinó como si fuera un objeto.

-Acepto que eres atractivo -frunció el ceño y volvió a observarlo-. Y parece que tienes un poco de inteligencia.
-No es cierto -sonrió más abiertamente-. De ser inteligente no estaría metido en este lío.
-¿De modo que piensas que estás metido en un lío? ¿Y no crees que yo tengo menos razones para estar metida en este lío que tú?
-Sí, pero eres más tonta que yo -rió-. Te has metido en esto por tu propia voluntad.
-Correcto. Pero me sería muy fácil desentenderme de ustedes tres. ¿Qué harías entonces?
-Llamaría a la policía -respondió sin titubear.
-No, no debes hacer eso -respondió preocupada.
-¿Qué problema ves en que yo llame a la policía?
-Por favor, prométeme que no lo harás -el pánico se reflejó en su mirada-. No soporto pensar que pueden llevar a estas pequeñas a alguna institución del gobierno.

James titubeó. Comprendió que había alguna razón seria para aquella respuesta, pero ___ se volvió y cambió de tema.

-Veamos estos libros -sugirió ella-. Leamos unos capítulos. Quizá encontremos algunas respuestas al problema que tenemos.

Callaron unos minutos mientras se concentraban en los libros. Después de leer todo lo relativo a los bebés hasta los seis meses de edad, James levantó la vista y observó a ___. Se había puesto las gafas y estaba concentrada en lo que leía. El cuadro era encantador.

un regalo en mi puerta(james) CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora