XLV

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Can

Escondo mi visa en el pliegue de su cuello y suspiro, huelo su aroma, el aroma de su piel que significa hogar y felicidad para mí.

- Cuánto te he echado de menos Sanem Aydin -

Es la pura verdad, he echado muchísimo de menos tenerla en mis brazos así, he echado de menos todo lo que tiene, sus sonrisas, sus muecas divertidas, su despreocupación y el amor incondicional que veía en sus ojos y que ahora vuelve tímida pero tenazmente.

No puedo creer que vayamos a tener un bebé, voy a tener que hacerme a la idea rápidamente porque en poco más de tres meses estará aquí, en nuestros brazos.

Aquella noche en la cabaña no había sido algo predecible, era muy consciente de las creencias en las que se había criado y había tenido mucho cuidado de no presionarme, pero aquella noche fue algo mágico e imparable.
Nos reencontramos después de pensar que estábamos perdidos para siempre, en ese momento todo parecía posible, era perfecto, teníamos nuestro final feliz y nos dejamos llevar sin pensar ni reflexionar. No es propio de mí comportarse de forma tan imprudente y desconsiderada, nunca había hecho algo así con otras mujeres en mi vida, pero así era mi Sanem, me parecía natural que ocurriera y sólo tiempo después me di cuenta de que había sido muy descuidado.

Tienes razón Sanem, siento que un escalofrío recorre mi columna vertebral al pensar en cómo podría haber reaccionado esa maldita noche si me hubiera dicho que estaba embarazada, de la forma en que estaba completamente fuera de sí podría haber dicho algo de lo que me arrepentiría para siempre. Podría haber sido el principio del fin para nosotros, el fin de tener que sobrevivir con el remordimiento de perder a la mujer de mi vida y a mi hijo de un solo golpe.

Estoy asustado, como creo que lo está cualquier padre primerizo, pero ni por un momento dudé de que no quería a este bebé, fue un shock sentir el abdomen ya tan redondeado de nuestro hijo, pero inmediatamente mi corazón empezó a derretirse de ternura ante la idea de deditos y deditos, de chupetes y zapatitos. ¿Quién iba a pensar que el famoso fotógrafo internacional, dispuesto a emprender una aventura a los Balcanes y luego a quién sabe dónde, se quedaría tan embelesado con la idea de las cunas y los biberones sólo unos meses después?

La estrecho entre mis brazos, mi tesoro, mi todo, mi futuro. Siento la maravillosa presencia de ese ser que seremos ella y yo, que seremos nosotros más que nada en el mundo, presionando mi estómago mientras bailamos, y mi corazón no puede evitar estallar de alegría y anticipación.

Oigo un ruido que tiene poco que ver con el romance y mucho con que el bebé necesita alimentarse para crecer, nos reímos juntos y nos alejamos cogidos de la mano.

- Vamos mamá Sanem, creo que alguien se está quejando, es tarde y está claro que tienes hambre, vamos llévame a tu lugar favorito, preséntame este rincón del paraíso que has elegido para ti -

Sonriendo me coge la mano, la chaqueta, las llaves y me lleva fuera de la casa hacia el puerto, a un pequeño restaurante con mesas típicas con manteles de cuadros rojos situado directamente en el muelle.

Pedimos una excelente cena a base de pescado mientras ella no deja de hablar ni un momento, mi Sanem está de vuelta, siempre hambrienta y parlanchina, entusiasmada por todo lo que la rodea, asombrada por cada belleza del mundo que la rodea. Ella es energía y pura alegría de vivir, es lo que sólo ella sabe ser, es el huracán que ha arrasado mi vida que nunca será igual que antes, pero sí será infinitamente más rica, llena de encanto y encanto.

Pasamos horas tranquilas, ella me cuenta la noticia de la publicación del libro, lo que está escribiendo ahora y las ganas que tiene de que descubra Camogli, yo le hablo de mi estancia en Nápoles y de mi amigo Matteo.

Caminamos de la mano después de la cena, ambos encantados por la particular luz que ilumina los edificios de color pastel y se refleja en las aguas cristalinas del puerto. Cuando llegamos a la puerta de su casa, noto un toque de vergüenza en ella, como si no supiera cómo comportarse o qué decir. Sostengo su cara entre mis manos y la miro profundamente a los ojos.

- Por hoy también ha habido demasiadas novedades en tu vida, dijimos pequeños pasos para acostumbrarnos de nuevo, dame el beso de buenas noches más bonito que haya tenido Sanem, es todo lo que pido -

Me abraza con ternura y poniéndose de puntillas me besa, es increíble cómo puede conmocionarme desde el suelo incluso con un simple beso. Es simplemente que mi corazón reconozca el suyo y pierda su ritmo para ponerse al día y latir al unísono, es amor, Amor con mayúsculas.

El amor brilla en los ojos de ambos cuando nos miramos largamente, entonces no puedo resistirme y se lo digo:

- Un momento, no quiero dejarte todavía, quiero un último baile, aquí en esta plaza desierta quiero tenerte en mis brazos a las notas de esta canción que musicaliza perfectamente mi amor Sanem. Escucha las palabras, cada una de ellas expresa lo que siento por ti -

Saco el teléfono del bolsillo y pongo en marcha una canción que llevaba tiempo queriendo que escuchara, la cojo en brazos y con una mano la guío suavemente para que apoye su cabeza en mi pecho mientras bailamos suavemente.

Una oportunidad para volver a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora