La fecha (Parte I)

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El día había llegado: la fecha del año más dura para Claire ya estaba de nuevo allí para atormentarla

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El día había llegado: la fecha del año más dura para Claire ya estaba de nuevo allí para atormentarla. Tan solo hacía unos días que Claire pensaba que la podría pasar con Peter, como venía ocurriendo desde hacía tres años, con quien lloraría en silencio distraída por la compañía, pero obviamente no iba a ser así.

El miedo de afrontar aquel día sola se hizo presente desde que el despertador sonó de buena mañana. Era jueves, así que pudo distraerse un poco en el trabajo durante la jornada laboral, pero todo se le vino encima cuando llegó a casa ya bien entrada la tarde.

Lo único que podía hacer era beber e intentar que el alcohol anestesiase el dolor que revivir un día como aquel le provocaba. Eric hubiese cumplido veintiocho años. Era su cumpleaños y no podía hacer otra cosa que intentar homenajearle con una de esas fiestas que tanto le gustaban a él, aunque fuese completamente sola.

Evan llegaba del trabajo cuando se dio cuenta de lo que ocurría en casa de su vecina de rellano. Parecía estar celebrando una fiesta, pues el alto volumen de la música así lo mostraba, pero conociendo perfectamente el día en el que se encontraban quiso saber si no se trataba de otra cosa.

Sin vacilar, llamó a la puerta varias veces. Claire tardó en abrir, ya que al principio ni siquiera se enteró de que aquel pitido lejano que escuchaba era el timbre. Sin pensar,  no dudó en abrir en cuanto se dio cuenta de que alguien llamaba con insistencia. Pensó que quizás era el vecino de arriba que venía a echarle la bronca para que bajase la música y dejase de hacer ruido, pero se sorprendió al ver el imponente cuerpo de Evan frente a ella.

Claire iba vestida con unas mayas y una camiseta ancha que solía llevar para estar por casa, igual que el moño desordenado que se alzaba en lo alto de su cabeza. Lo único que no parecía estar bien era la botella de ginebra que llevaba en la mano con el líquido por la mitad.

—¿Estás haciendo una fiesta? —preguntó Evan como todo saludo. Al menos la chica sonreía, aunque seguramente se debía al alcohol.

—Así es —respondió junto a un torpe saludo de su mano.

—Qué atuendo más curioso llevas —comentó él mirándola de pies a cabeza.

Claire repitió el recorrido que vio hacer a Evan con su mirada, percatándose de que estaba bastante desarreglada. Sin embargo, no le importó —y a Evan tampoco—.

—Es que es una fiesta de disfraces —se excusó encogiéndose de hombros—. Yo voy de borracha deprimida. Lo hago bien, ¿eh? —intentó bromear, soltando una carcajada provocada por su propia broma.

—¿Y quién hay contigo? —preguntó él, sabiendo que estaba completamente sola.

Claire sopesó el seguir con su mentira, pero decidió abrir la puerta de par en par para que su amigo comprobase que estaba más sola que la una.

—Los invitados van de espíritus y fantasmas —comentó, perdiendo la sonrisa.

El silencio se apoderó del espacio que les separaba. La alta música era lo único que perturbaba el lugar, pero ambos parecían ajenos a la misma. Evan no pudo sentirse peor por ver de aquel modo a Claire y ella comenzó a sentirse avergonzada tras percatarse de cómo él la observaba. Tenía claro que debía dar bastante pena.

Siete vueltas al solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora