Capítulo 1. El amor es efímero. 2 de octubre 1997.

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Me levanté temprano para tomar mi maleta y acercarme al trabajo, mirar a mi esposa Michelle me daba horror pensar en ella, una mujer que definitivamente no era para mí, pero mi madre decidió que me casara con ella solo por ser actriz.

Pero bueno, donde están mis modales, mi nombre es Sirius Davis, tengo 25 años y soy actor. En secreto soy un capturista de datos.

Tomé mi maleta y mi sombrero, salí sin despedirme de mi esposa y viajé en autobús hasta llegar al edificio donde trabajaba, cerca de Central Park.

Al llegar me puse bien la corbata, me quité el sombrero y apareció frente a mí mi mejor amigo Jacob.

—Buenos días. —Le saludé a Jacob con mi voz ronca mientras presionaba los botones en el ascensor.

—¿Qué tal tu esposa? —Me preguntó mientras me daba un ligero codazo y entrabamos.

Presionó el botón del piso 5.

Al abrirse las puertas estaba una chica que le gustaba a Jacob, cabello rizado, tez morena, con una sonrisa siempre sobre sus labios y su postura siempre segura sobre todas las demás personas que trabajaban.

Era su pequeño infarto, aunque los chicos del lugar no la sabían apreciar.

—Buenos días señorita Mel, ¿cómo le va? —Le preguntó de forma cortés pero nerviosa.

—Bien, por cierto, este fin de semana podemos hacer algo en la tarde, ¿Le parece? —Le preguntó Mel a Jacob con sus ojos azules brillantes puestos sobre él.

Accedió a la propuesta y después de eso se despidió de nosotros mientras le dejaba abierta la puerta del ascensor.

Finalmente, después de unos instantes entramos a fichar la hora de entrada.

Todavía seguía atontado con su nueva cita, fuimos a nuestro sitio de trabajo.

Éramos 10 empleados hombres y la otra gran parte eran mujeres.

—Vaya, vaya, finalmente tienes oportunidad. —Le dije mientras me sentaba en la silla y encendía la computadora.

—Oye, hace cuando no tengo nada con nadie, desde la universidad, quizá pueda ser mi oportunidad de oro. —Me susurró al oído.

—Cierto, pero hay algo que debes entender, te lo digo después de salir del trabajo. —Le dije en voz baja.

Comencé a trabajar, mi rol se basaba únicamente en capturar datos y meterlos en una enorme base de datos mientras escuchaba música en mi Walkman.

Al acabar la jornada.

Tomamos las escaleras para charlar sin sospechas.

—Bueno amigo, toma tu mejor ropa, vamos a ir al partido de esta noche, te quería invitar a una noche de copas, pero recordé que vas a tener tu cita. —Le dije de forma sincera.

—Gracias por ayudarme con esta chica. —Me dijo mientras me palmeaba la espalda.

—Solo quiero que no cometas el mismo error que yo llevo cometiendo mucho tiempo. —Le dije de forma seria.

— ¿Meterte con prostitutas? —Me preguntó en tono de burla.

Puse una mueca de desaprobación sobre mi rostro.

—No es eso, es otra cosa, toma tu sombrero y vamos mejor a tu casa. —Le dije.

Tomamos el autobús hasta su casa, abrió la puerta, era un departamento mediano, pero cálido.

—¿Sabes algo? —Le pregunté.

— ¿Qué pasa? —Me preguntó mientras encendía un cigarrillo.

—No porque me veas con estas pintas de un tipo clase media significa que lo soy, he intentado vivir con gente como tú, clase media-baja...—Me interrumpió.

¿Qué es lo que somos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora