– ¡Me voy a comer el borrador! – chilló Kourtney.
–Cálmate Kourt. Cinco minutos más y suena la campana.
– ¿Cinco? ¿Te parece poco? Llevo dos horas esperando a que el profesor de historia deje de hablar– colocó los ojos en blanco.
–La paciencia es una virtud– susurré y también los rodé.
–Quien lo dice– me guiño, abrió su boca y tomo su libro de historia tratando de aparentar que se lo iba a comer.
–Para por favor– reí tanto que salió una lagrima. Al momento la campana sonó y todos los compañeros salieron corriendo, al parecer no éramos las únicas aburridas.
– ¡Por fin! – dijo mi mejor amiga alzando los brazos.
Estaba en la fila de la cafetería, no había recibido mensajes anónimos y me sentía relajada, por un momento pensé que era algo serio pero no le preste mucha atención.
–Lo de siempre por favor– le dije a Luz, la señora de la cafetería.
Tomé asiento con Kourtney, estábamos conversando ávidamente hasta que una voz chillona nos interrumpió, lo cual me hizo rodar los ojos.
–Cuidado chicas, aquí hay una perra– exclamó esa voz tan horrible. Señor, ¿Que hice en otra vida para merecer esto?
–Hablando de perras...– la mire de arriba abajo. Me levante y cruce mis brazos debajo de mi pecho.
–No creas que te saldrás con la tuya Donovan, tenemos cuentas pendientes– dijo entre dientes, pero no me intimidaba. Era una zorra con doble Z.
– ¿Ah sí? Y ¿Qué piensas hacer al respecto? – la reté, alcé una ceja y sonreí de lado. Mónica se quedó sin palabras, no se lo esperaba; miro hacia los lados y le arrebato la malteada a un chico. Rompió el espacio que había entre las dos y derramo la malteada de fresa sobre mi blusa.
–Oh perdón. ¿Te moje mucho? – comenzó a reír como una tonta seguida de su clan. Eso fue suficiente para que explotara.
La agarre del cuello de su blusa, introduje mis manos en esta y le saque el relleno. Yo sabía que utilizaba, era una zorra de pies a cabeza. –Zorra doble Z– mi subconsciente me apoyaba.
Prácticamente todos tenían nuestra atención, unos rieron y quedaron sorprendidos al ver la silicona en mis manos.
–Oh perdón. ¿Esto era tuyo? – subí el relleno a la altura de su cara y lo dejé caer. Sus amigas me miraban boquiabiertas, yo alcé una ceja y dirigí mi mirada en Mónica que parpadeaba frenéticamente. –A parte de zorra, también una plástica– dije y me acerque más a su cara para que me escuchara muy bien. –Al menos las mías son de verdad. – volví a mirarla de pies a cabeza y esta chilló como nunca. Era el sonido más horrible de este planeta, casi quedé sorda.
–Pagaras Donovan– se limitó a decir y salió corriendo con su clan.
Podía tener malteada en mi blusa, pero nada superara la cara de Mónica cuando su relleno se encontraba en el piso. –Aún no creo que hallas podido hacer eso– rio esa vocecita interior.
Caminaba por el pasillo entre la multitud, todos me miraban y abrían espacio para que pudiera pasar. –Wow. Tienes que quitar relleno más a menudo para que te traten así. Sonreí triunfante. Era difícil de creer, pero yo Hayley Donovan había colocado en su lugar a Mónica Roberts. Admitía que se sentía muy bien, se lo merecía por haberse metido con Nicholas, por besarlo, buscarlo y no me arrepentía para nada. Mi desfile en el pasillo se vio interrumpido, ya que el director llamo a todos los estudiantes para darnos una noticia.
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Mi Segunda Oportunidad
ChickLitEl dueño de un corazón roto no es aquel que lo rompe, sino el que aprende a amar los pedazos.