❝ Tal vez fuera más sencillo no prestarle tanta atención si las flores no le cayeran como por arte de magia. Estúpida mandarina andante.
O quizás fuera más sencillo ignorarlo si dejara de ser tan buena persona. Ojalá, Hinata Shouyo; ojalá fueras un...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
A diferencia de Hinata, Morikawa no era tan simplona. Muchos se atrevían a determinarla como aburrida comparada con el canal cristiano. Tampoco lo negaría, no facilita la llegada a los demás dentro de su espacio-barrera de burbuja individual. Yachi había entrado y decidió quedarse por voluntad propia. Tenía que darle puntos por ello pero la rubia se lo pagaba siendo lo más cercana a una amiga y reconoció de que algunas cosas simplemente se dan de manera natural. No tenía que buscarle la lógica profunda, tampoco le apetecía por ser un hueso duro de roer además de estar siempre metida en lo suyo.
Sin embargo, la envidia producida tras conocer el lado apasionado de Hinata Shouyo le sacó de sus casillas. Era inevitable que ella no volviera a rememorar sus gustos culposos como el pegarle a una pequeña pelota y correr desprendiendo cualquier mal mañoso de su cuerpo. No quería darle crédito a ése por querer volver a jugar béisbol, pero entre sus ganas a jugar de nuevo o dejarse llevar por el miedo, escoge lo que no le dará más dolores de cabeza porque siempre lo disfrutó.
No debía negarlo, no estaba en sus capacidades. Es ruin, perspicaz y recta. Si va a decir si, que sea sí. No tiene de donde escapar.
Carajo, entonces ¿por qué demonios Hinata Shouyo sigue brillando demasiado? No puede luchar contra la adrenalina que desprende, ni ignorar las jodidas sonrisas blancas que le salen con tanta facilidad. Un día de estos hará que lo golpeé por dejarle cegada y perderá el trote junto a su equipo.
—Morikawa, nos alegra tenerte de vuelta, no estás tan oxidada como pensaba.
Le mira de reojo divertida y su compañera por poco flaquea. Quizás era a más de una persona que le producía ese efecto sin querer. El de desear huir.
Intentó responder manteniendo la cara seria pero el aire se le escapó y se detuvo. La cosa es que sí estaba bastante oxidada pero quería aparentar que no porque justo en un mes comenzaban los primeros partidos. Se sostenía de las piernas mientras que su compañera y pitcher se acercó con una risilla peculiar.
—Tal vez un poco.
—Repito, nos alegra tenerte de vuelta. Pero no te sobre esfuerces. Recupera el ritmo de a poco ¿Ok?
Le muestra el pulgar afirmativa y prosigue con el trote. Una cosa era entrenar en casa y otra diferente volver a entrenar en equipo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
