1. Promesa de Hermanos.

51 5 3
                                    

Que irritante eran las manecillas del reloj colgado en mi pared. Que irritante era el concepto del tiempo. Que irritante era pensar sobre eso. Que irritante era que yo estaba pensando sobre eso sin saber absolutamente nada de ciencia. Que irritante eran mis pensamientos. Que irritante eran mis pulsaciones. "Irritante"...Pensaba seriamente en si era mi nueva palabra favorita o solo buscaba una excusa para decir "irritante" las veces que me diera la gana.

Más tarde que nunca, mamá abrió la puerta de mi habitación. Pudo haber dicho cualquier cosa sobre lo que estaba viendo: "¡Que desorden!" "el piso está hecho un asco" "Tú estás hecho un asco". Pero en cambio decidió guardarse sus pensamientos. Y solo expresó unas palabras al patético e inservible ser que tenía como hijo.

— Me preocupas, Norm — Expreso con desdén — Apenas has comido. No has salido en tres días y... — Olfateo el aire — ¡Por Dios! ¿Qué es ese olor?

— Es mi olor, mamá. El olor del desastre, el dolor y la melancolía — Dije sin despegar mi cabeza de la almohada.

— Ambos sabemos que estas siendo un poco melodramático — Agregó. ¡Y sí! me hizo sentir un poco ofendido. Pero no lo suficiente como para moverme de la cama.

— Quizás ese fue el problema, fui demasiado melodramático.

Ella exhalo, no sé si fue por tristeza o por lástima.

— Solo...Ve a bañarte. Y ordena un poco este lugar. Josh viene en camino.

— Mamá. Primero; esa basura es mi mejor amigo. Por ende, sucede lo segundo; es como de la familia. Entonces el problema es el tercero; Recuerdo haberle dicho con mucha precisión, que no viniera a intentar subirme los ánimos, porque quería estar en mi miseria. Así que cuarto y conclusión: ¿Por qué va a venir?

— Porque yo lo llamé — Y cerró la puerta.

Lance mi almohada contra la puerta por alguna especie de razón. Pose mi cabeza en el recto colchón y observe fijamente el techo; buscando algún pensamiento sobre el cual pueda quejarme. Todo en mi habitación estaba teñido con una luz de color azul, provocada por mi cortina. Con sinceridad pensé en dormir, pero al mismo tiempo no quería dormir y tampoco quería estar despierto (O vivo). Así que, solo me quedé ahí. Me tomo 5 minutos tomar la decisión de ir a darme una ducha. Todo debido al lapso de tiempo que toma levantarse de la cama, sentarme y luego pensar en todo lo que no quiero pensar. Y claro, buscar mis pantuflas; las cuales no eran mis pantuflas. Eran de mi hermana, pero ella ya no vive aquí, así que eran mías.

Al dirigirme al baño me encontré con mi irritante hermana menor.

— Te ves del asco — No la veía hace tres días.

— También te quiero, pulga.

— ¿Entonces es cierto? — Dijo con la boca llena de espuma dental.

— ¿Qué cosa?

— ¿Que Denisse te termino? — Estoy seguro que un disparo hubiera dolido menos.

— No hables con la boca llena — Espete con frialdad.

La aparte tras un quejido y cerré la puerta; lo suficientemente fuerte como para que mi madre me gritara desde el piso de abajo. Maldición... "Denisse" No pensé que su nombre me afectaría tanto. Puedo jurar que se sintió como un gran golpe dentro del hígado. Uno de esos que te duelen toda la vida.

Me metí a la ducha e intenté convencerme con un mantra que me acababa de inventar: "El agua es como el río. Se lleva todos los males. Solo tienes que fluir con ella y estarás en paz" No sabía si eso era un mantra, pero supongamos que sí. Cerré los ojos mientras me concentraba en el agua que corría por mis hombros, manos, espalda, piernas. Por un momento, fue como estar aliviado. Pero por otro momento, mi cabeza ya no estaba ahí.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 09, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

En la Mente de NormanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora