Capitulo 3

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Aparté rápidamente la vista de aquellos ojos azules y me concentre lo más que pude en mis amigos. Poco éxito tuvo mi intento porque mi sexto sentido femenino, la voz de mi conciencia, mi intuición o llámenlo como quieran, me decía que me acababa de meter en un gran problema y que aquello no iba a terminar de la mejor manera…

Una vez que terminamos de almorzar, no tuvimos otro remedio que ir a la última clase del día; por suerte me quedaba solo dos horas de Historia que compartía con Gael así que fuimos juntos hacia el aula. Pasar el tiempo con él era fácil, siempre estaba tratando de sacarte una sonrisa y distraerme era lo que más necesitaba en estos momentos.

Cuando entramos al aula, nos dirigimos hacia al fondo sin pensarlo dos veces. Sabíamos que el profesor era una tortura por más de que la materia era buena y no nos íbamos a privar de nuestras típicas distracciones de la clase, como por ejemplo la matutina hora de “Molestemos a Gael y veamos cuánto tarda en perder la paciencia” que era una de mis favoritas.

-          Ali ¿vas a querer que te acompañe a tu casa hoy?

-          Me va a llevar Fati en su auto supongo –me encogí de hombros sin darle mucha importancia y seguí garabateando en mi cuaderno esperando a que entrara el profesor.

-          Es que ¿estuviste presente en el almuerzo? –me miró como si estuviera buscando algún profundo secreto en mis ojos avellanas—Te dijo que no iba a poder llevarte porque iba a juntarse con los chicos del taller de teatro para hacer las nuevas audiciones.

-          Oh…

Me dirigió una amable sonrisa y apretó uno de mis hombros para darme a entender que no importaba mi falta de concentración… Justo en el momento que mi amigo iba a abrir la boca para decirme algo, el profesor de Historia entró y comenzó una verborragia con un montón de datos que, si no le seguía el hilo, iban a ser imposibles de comprender hasta para tomar los benditos apuntes.

**

Suspiré, fue la peor clase de Historia de toda mi santa vida y si este año iba a seguir así creo que debería replantearme la idea de comenzar la Universidad el año entrante…

Sin esperar a mi amigo que finalizada la clase había comenzado a hablar con una rubia hecha de puro plástico, me dirigí hacia mi taquilla para guardar todos los libros ya que estaba completamente descartada la idea de estudiar el primer día de clase. Cuando guardé mi último libro, me aseguré de que en mi mochila se encontrara estrictamente lo necesario y sin más cerré la taquilla para descubrir que detrás de ella se encontraba una de las dos personas con las cuales no quería tener contacto alguno pero claro, él no lo sabía.

Lo miré poniendo mi mejor cara de póker, ajuste mi mochila y me di media vuelta para comenzar mi camino hacia el estacionamiento del instituto pero apenas había dado dos pasos, una mano tomo mi muñeca y me giró para quedar  frente a él. Mi instinto no me fallaba, los problemas recién empezaban.

-          Hola muñeca, ¿nos conocemos? –su sonrisa de casanova adorno su bello rostro y procure hacer lo posible para no perderme en la profundidad de aquellos ojos azules. Esperen, ¿dije que su rostro era bello? Suspiré dispuesta a contestarle una gran mentira.

-          Creo que no tenemos el placer de conocernos y qué lástima que nunca lo tengamos –le dediqué mi mejor sonrisa de circunstancias y me dispuse a darme la vuelta para irme pero lamentablemente su mano volvió a tomar mi muñeca y, esta vez, no me soltó.

-          Vamos, no puedo creer que no sepa el nombre de una chica tan linda como tú. Por cierto, soy Brad.

-          Ya sé quién eres... –susurré procurando que no me escuchara  y poniendo mi mejor cara angelical le dije – Mira… ¿Brad, cierto? no creo que te interese realmente una chica como yo. Así que hagamos de cuenta que acá nunca pasó nada, ¿te parece?

Enredos y algo más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora