Capítulo VI- devuelta al trabajo

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Era miércoles y cuatro días habían transcurrido desde su encuentro con Mochizuki Meiko. Desde entonces apenas si habían intercambio un par de mensajes sin importancia.

A la hora de su descanso, Taichi meditaba sí sería prudente llamarla y mientras encendía y apagaba su teléfono, Tanaka lo interrumpió para preguntarle si quería algo de la cafetería.

La cafetería de la empresa era algo pequeña y a decir verdad la comida no era la gran cosa. Podría decirse que lo único destacable era su pan con yakisoba, pero a Taichi no le apetecía por el momento.

Cuándo Tanaka-san abrió la puerta de la oficina entró una voz conocida, era la voz de Yoshida Ai.

―¿Yagami-san?―decía―Sí, allí puedes encontrarlo.

Tanaka se quedó clavado en la puerta. No era común que recibiesen visitas durante el trabajo, a menos que se tratase de alguna urgencia.

Taichi, quién pensaba igual que Tanaka, se imaginaba que debía de tratarse de algún error, pero al escuchar que Tanaka confirmaba con el desconocido su presencia, comenzó a preocuparse de haber hecho algo mal.

Cuándo el desconocido cruzó la puerta se pusó de pie para recibirlo, pero al ver que se trataba de Meiko se sintió aliviado. Alivio que solo le duró un instante para dar paso a la confusión.

Tanaka interrumpió el extraño momento con una sonrisa maliciosa y un comentario que bien pudo haber sobrado.

―Bueno, supongo que comeré solo―dijo―¡Buena suerte, Yagami-san!

Al decir esto cerró la puerta, dejándolos solos.

―¿Mochizuki?

Taichi seguía de pie, no porque estuviera siendo formal, sino porque no sabía qué otra cosa hacer.

―Esto... ¡Por favor acepta esto, Yagami-san!

Meiko, quién cargaba consigo una enorme bolsa, sacó de ella un paquete más pequeño, delicadamente envuelto y se lo extendió a Tai.

―Espero te guste―dijo―. He estado practicando...

―Lo siento, no tenías que molestarte―le dijo Tai mientras se acercaba a recibir el paquete.

―¡Ah, no! ¡No es ninguna molestia!―contestó Meiko sonrojándose―Hikari me comentó que no estabas comiendo bien y yo quería agradecerte apropiadamente por lo del otro día, así que pensé en hacerte un obento. Espero te guste.

¿Así qué Kari estaba detrás de todo eso?

―Supongo que le habrá dado mi dirección―pensó Taichi.

Al ver que Yagami no contestaba nada, Meiko se apresuró a decir:

―Espero no haber interrumpido tu trabajo.

―No, claro que no―aclaró este―, justo estaba en mi descanso. Muchas gracias.

Agregó con una inclinación e invitó a Mei a sentarse en uno de los puestos desocupados. Luego se acomodó en su asiento y destapó ansioso el obento.

Lo cierto es que olía bastante bien y eso había abierto su apetito.

Al levantar la tapa, un delicioso almuerzo con porción doble de salchichas apareció ante él.

Olvidando su modales, Taichi probó un bocado y luego no se contuvo.

―Goshiosama deshita―señaló al terminar.

Meiko lo miró satisfecha.

―Ah, lo siento―se disculpó él―. Tenía mucha hambre y estaba delicioso ¡Muchas gracias, Mochizuki-san!

Taichi dio las gracias con una inclinación de 90 grados. Sentía que era lo menos que podía hacer por ella en ese momento.

―¡Ah, no, no fue nada!

Contestó Meiko sin saber disimular su vergüenza.

―Me alegra que te haya gustado.

Taichi echó un vistazo a su ropa. Meiko había elegido para la ocasión un vestido azul con líneas verticales a los costados que marcaban su cintura y había sujetado su cabello con una cola de caballo, pues era un día caluroso. Mientras hablaba con Tai no se atrevía a mirarlo y la verdad era que se sentía algo pequeña en su silla hasta el punto de no saber en dónde poner las manos.

―Esto... Yagami-san.

―Esto...Mochizuki-san.

Dijeron al tiempo, pero sin llegar a completar la frase, pues Yoshida Ai y los otros compañeros  de Tai llegaron en ese momento y, al verlos juntos, cierta vibra malintencionada inundó el lugar.

Meiko se levantó primero y como sí alguien hubiese activado su modo robótico, se despidió de Taichi y salió del cuarto.

Taichi pensó que tenía muy mala suerte, pues sería él quien debería soportar ahora los comentarios de sus compañeros. Sin embargo, esto no ocurrió, en parte gracias a que Yoshida les recordó que debían presentar un informe esa misma tarde.

Con eso se sintió más tranquilo y al mirar de nuevo a Yoshida, notó que le regresaba el gesto con un ok hecho con sus manos, lo que significaba que no tendría de qué preocuparse.

―je, je―fingió Taichi al regresar la sonrisa.

Las horas siguientes transcurrieron con normalidad y cuándo el reloj marcó las ocho solo Yagami y Yoshida seguían en el trabajo.

―Okasakini shisureshimasu― se despidió Tai.

Ai respondió el saludo, pero agregó algo más antes de que Taichi cruzara la puerta.

―¿Yagami-san?

***

A la noche siguiente Taichi esperó a Meiko en las afueras de su apartamento. Era jueves, el día en que llegarían sus muebles, por lo que estaba seguro de que la encontraría.

Una vez que los encargados terminaron de ubicar las compras y vio a Meiko despedirse de ellos, apareció desde las sombras y caminó hasta ella.

―¿Yagami-san?

Dijo Meiko ajustándose los lentes, pues no estaba segura de estar viendo bien.

―Hola―la saludó Tai informalmente.

Pero Meiko respondió con un Konbanwua.

―Mochizuki, ¿cómo decir esto? Esto... ¿Tienes planes para el sábado?

Taichi y Meiko, El recuentro. Una ero-historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora