Capitulo 26.

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|Odio Que Me Hagas Amarte| Capítulo 26

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-Puedo llevarte-Le ofrecí yo, aunque ella no aceptaría mi ayuda, pero…-

-No-¿Ni siquiera un “No, gracias”?-

-Entonces te llevaré-Dije simple, ella me dedico una mirada de pocos amigos, y era mas o menos así-

-¿Qué acaso estás sordo?-Me preguntó ella mirándome mal por segunda vez en menos de 10 segundos-

-Es una orden-Salí de la habitación, solo escuché un gruñido y sus pasos detrás de los míos-

Busqué entre la sala donde estaban las llaves del Ferrari azul, ella estaba sentada en el sillón mirando a la nada, sus ojos estaban brillantes, realmente no entendía que le pasaba, se comportaba tan extraño, estaba tan, simplemente, Sensible…

Sumergido en mis pensamientos, me percate de su lágrima cuando ésta ya estaba a punto de caer de sus mejillas

-¿Ahora que rayos te pasa, _______?-Pregunté rodando los ojos-

-Nada-Dijo con la voz quebrada y limpiando efusivamente sus ojos, giró su mirada hacía otro lado-

-Tiene que ser broma, no voy a andar de psicólogo, _______, ¡deja de lloriquear!-Le reclamé, ella solo se levantó del sillón y caminó con la vista baja hacia el auto, tal ves mi comportamiento indiferente no ayudaba mucho-

-No estoy lloriqueando, déjame en paz

-No intentes hacerte la fuerte, _______-Le dije yo con el tono mas dulce que podía usar para ella, en realidad hice un gran esfuerzo-Nin un cura te creería

-¡Ya no me fastidies!-Me gritó ella enojada. Primero estaba “discutiendo” con Caitlin, de la nada, se amigaron, luego se quiere ir a su casa, está llorando y ahora me está gritando, yo estaba casi seguro de que le había llegado la regla, aunque no era el que mas sabía sobre asuntos de chicas y toda la cosa-

-¿Pero que demonios te pasa, _______?-Le pregunté fastidiado-¿Este es un tipo de broma para volverme completamente loco o qué? O ¿Simplemente eres tú la que se está volviendo loca?

-Lo siento-Dijo ella pateando el suelo como una niña pequeña a la que no le quisieron comprar la Barbie que tiñe su cabello color rosa-Es que estoy algo estresada es todo, estoy harta de todo esto

-¿Harta de que?-Le pregunté riendo sarcásticamente-¿Harta de tener todo lo que quieres? ¿Harta de comprar ropa y mas ropa con Caitlin? ¿Harta de tener miles de lujos alrededor tuyo? O ¿Simplemente harta de estarle robando la plata de mi padre?-Sus ojos se pusieron blancos, tomó su mochila y dio un fuerte portazo-

|*|

Genial, si, todo genial, ahora resultaba que era una ladrona, la persona a la que, de alguna extraña manera, mi corazón anhelaba tanto, me había llamado ladrona, ¿Qué mejor que te enterraran espadas en el pecho? Nada.

-Disculpe quiero un pasaje hacia ________(no me acuerdo  xD pero era donde ella vivía antes con la mamá xD)-Le dije por el micrófono a la recepcionista-

-20 dólares en total-Dijo ella con un voz como si le estuvieran apretando la nariz-

-Ahí tiene-Hicimos el intercambio de dinero por el pasaje, el autobús salía en treinta minutos aproximadamente-

En el viaje me dediqué a mirar a la ventana sin el objetivo de hallar algo, mi cabeza parecía un huevo revuelto, sabía que había un huevo, pero estaba desordenado, sabía que estaban las respuestas, pero entre tanto desorden era imposible hallarlas.

No tenía casi ninguna opción, mi corazón estaba trizado en pequeños pedacitos, y no era necesario seguir desperdiciando tiempo en el culpable, aunque sabía que lo haría de todos modos.

Nunca me había enamorado, nunca había sentido esto, nunca pensé que sería así de malo, siempre tenía a los chicos que quería, pero era puro capricho, por primera vez era enserio y por primera vez me salía mal. No era correcto enamorarse de el.

Pero era inevitable para cualquier ser humano imperfecto como yo, seducido ante los encantos de tal hombre tan encantador a su manera, muy a su manera.

Entre tanto pensamiento junto me parecía como si el viaje en vez de tres horas, hubiera durado veinte minutos. Aun necesitaba más tiempo para aclarar mis sentimientos.

Aunque esos, ya los tenía mas que claros.

No era gran cantidad lo que traía en mi mochila, las llaves de mi casa y unos cuantos atuendos que me durarían a lo mas dos semanas si los lavaba todos los días, un par de zapatillas mas las que llevaba puestas. Lo demás estaba todo aun en su lugar.

Mientras arreglaba mis cosas mi celular hizo un estruendoso ruido, me exalte un poco y luego me pregunté por qué está cosa sonaba como celular para sordos.

“Perdóname, nena, no fue mi intención, no quería lastimarte, de verdad perdón, espero hayas llegado bien del viaje”

Wow, Justin Bieber pidiéndome perdón, tenía que haberse sentido muy culpable, y ha de haberme tenido una lastima terrible que incluso espera que me haya ido bien en el viaje, si perfecto, un avance, que felicidad ja, ja.

El tono sarcástico ni siquiera en mi cabeza pasaba desapercibido.

Por un momento hubiera deseado estar loca y haberme tomado todo el frasco de pastillas que me receto el doctor cuando tenía una peligrosa enfermedad que podría haberme causado la muerte.

Pero eso jamás iba a pasar, no estaba tan demente.

Por el momento.

Escuché el motor de un auto por la calle, no era un motor normal, era de los típicos motores de extravagantes autos, Lamborghinis, Ferraris, deportivos, entre otros. Pero no era que fuera normal que pasaran esos autos por mi barrio, menos si el sonido del motor se detenía justo en mi ventana. No me quedó otra que mirar.

Lindo, un Ferrari azul con la patente “Bieber”, no es que fuera muy difícil de adivinar quien venía en ese auto.

Bajé de mala gana la escalera, abrí la puerta antes de que el indeseado habitante la tocara

Odio que me hagas amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora