Petición

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A la justa petición siempre favorece el cielo.

Miguel de Cervantes

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–¿Tú serás el representante?

En el tiempo que tenía dentro de este mundo, Maia nunca había visto a un vampiro así, tan fuera del estilo clásico y refinado.

–Así es, mi querida morena –y ese habla, lleno de sarcasmo dejando de lado el tono sobrio característico de los de su especie–. Por lo que parece, todos me preguntarán lo mismo ¿verdad?

–Creo, –habló Magnus– que aún con mi presencia regular, estos ojos no se acostumbran a ver a alguien bien vestido.

–Magnus Bane ¿cierto? –Wesley le mostró una sonrisa coqueta y Maia agradeció que Alec no estuviera presente– Me alegra por fin conocerte, y déjame decirte que tu atuendo es de un gusto exquisito –le guiñó y Maia en verdad agradeció que Alec no estuviera presente.

–Gracias.

Claramente se llevarían bien. Magnus vestía un pantalón de vestir negro con sutiles líneas doradas y una camisa formal azul cielo con el cuello y puños de un tono más oscuro. La oreja derecha llena de pequeños aretes y en la izquierda un colgante con una piedra roja.

–Dejando de lado la moda –habló la Cónsul–. Dinos, Wesley ¿los hijos de la noche te han dejado algún recado para nosotros?

–Oh, cierto –comenzó a buscar en sus bolsillos del pantalón, pero después pareció recordar algo importante y metió su mano al pantalón y de ahí sacó un papel doblado–. ¡Aquí está! –sonrío triunfante y le extendió el papel a Jia.

Ella lo miró confundida, furiosa y asqueada.

–¿Por qué no lo lees tú? –preguntó Robert al ver la cara de Jia.

La nefilim parecía estarse pensando la posibilidad de arrancarle los ojos.

–Claro –el vampiro desdobló el papel, se aclaró la garganta y comenzó–. Querido y estimado consejo, está carta se la enviamos todos los hijos de la noche para dar a conocer que no ayudaremos a su pueblo bajo ninguna circunstancia, hasta que el nefilim responsable de matar a todos los subterráneos sea apresado, enjuiciado y castigado. El vampiro increíblemente vestido que tienen enfrente, será nuestro representante de ahora en adelante, y por favor, trátenlo con cariño.

–Eso último lo inventaste –lo acusó Jace.

–Oh ¡rayos! Debí prestar más atención a mis clases de cómo mentir sobre una carta que no existe.

–¿Qué? –preguntó Clary.

–Así es, pelirroja –el vampiro giró el pedazo de papel, blanco de ambos lados–. No hay carta, pero eso no significa que lo que dije sea mentira. Nosotros no los ayudaremos hasta que el nefilim pague con su vida.

–¿Así que sólo traes un papel en tus pantalones por gusto? –cuestionó Bat y Jace intentó ahogar una risa, cosa que no logró.

–Es para emergencias –se defendió Wesley–. Si debo anotar algo me gusta hacerlo en un papel caliente, aunque técnicamente yo no puedo sentir el calor.

–¿Y con qué piensas anotar? –preguntó Isabelle irónica.

Sin que nadie se lo esperara, Wesley metió su mano a la parte trasera de su pantalón y sacó una pluma, la cual agitó victorioso en su mano, pero al verla pareció notar que algo estaba mal.

–Esta tinta es negra ¿cómo es que tengo una negra? Yo pedí roja.

–Regresando a lo importante –intervino Alba con una expresión de fastidio–. ¿Tú pueblo no ayudará a los nefilim hasta que el culpable sea castigado?

Cazadores de sombras: Ciudad de espejismosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora