"Y verdaderamente me encanta cada monosílabo que salga de tus fauces, así arrastre un grito, un llanto o un suplicio, he perseguido con mis manos, lo que nunca he pretendido pronunciar con mis labios."
El silencio incómodo que inundó el día delineaba con un filo grotesco la poca paciencia que Katsuki tenía, ni siquiera se molestaba en esconderlo pues su pierna impactaba una y otra vez contra el suelo de la oficina con un desespero voraz, el cerebro no parecía estarle funcionando más allá de memorias que se escondían por las arrugas de su ceño fruncido, impávido. Se preguntaba si lo injusto de esta vida se debía a meras casualidades o verdaderamente se encontraba pagando una mala racha de decisiones poco premeditadas.
Rasca su pantalón como si pretendiera arrancar la tela de su sitio, el ruido ensordecedor de la cotidianidad a su alrededor no hacía si no más tumulto en su poco concentrada cabeza, el constante tac del reloj comenzaba a incrustarsele por los tímpanos, suponiendo que estaba cerca de dicho, más no poniendo la atención suficiente como para darse cuenta que era libre de marcharse de la oficina cuando quisiera.
Claro, es que no quería.
Esas pulcras paredes lisas y blancas lo mantenían a salvo, un manto de ignorancia digno de quien desconoce los peligros de dicha, no dispone siquiera a fijar su vista en algo específico del lugar, más bien rumia como si no tuviera nada más importante que hacer.
-Shoto Todoroki.- El nombre se arrastra en un siseo que pica en su garganta, no procesa lo que vió.
Sus pies se mueven antes que él mismo lo pensara, huye a paso despavorido hacia el único lugar que siempre ha sido capaz de reconocer fuera de lo que su orgullo ha ignorado como una ambivalente que sostiene y abastece su desgracia, está en pánico de encontrarse con eso que temía, algo que en bucle pintó su cabeza y ahora manifestaba disgusto en el temblor disimulable de sus manos.
No lo niega, existe algo en ese dolor que le permite cegar y saciar sus culpas, como si la redención fuera una sensación suficiente para aplacar todas sus torpezas consuetudinarias, esa amargura que pica le ha traído una calma, lo merece y de alguna forma lo acepta, así, con su orgullo pisoteado, con el matrimonio haciéndose pedazos, así lo hace.No llora, no se queja, ni siquiera se atreve a suspirar, ¿lo merece? ¿Merece sufrir por algo que el mismo se ha buscado? Es inconsciente de lo que no recabe en su consciencia más allá del deseo de reivindicación, Kaminari ha sido para el, una epifanía, el sabor de un trago de agua fría en el desierto, la sensación de encontrar el par de una calceta perdida, -acción que por cierto, cierto rubio algarabe siempre cometía.- Kaminari lo era todo, lo fue nada y será un siempre en su gran mundo de "nuncas."
Pero un siempre que permaneció, aguantó, resistió, comienza a descascararse en un casi, eventualmente es un quizá para después parecer nada más que una negativa que le fluye en el aire con cierto aire de acidez en donde alguna vez existió dulzura.
Lo extraña y odia extrañarlo.
Extraña eso que es natural de ese ser humano, esa alegría que conmueve, las sonrisas que ciegan, ese ruido que ensordece, el talento que lo conforma; sencillo puede parecer querer buscar a alguien similar a él, así Ochako también sea baja, de pelo corto, pálida, de aspecto cálido, con una sonrisa de oreja a oreja, no es lo mismo.
Incluso si le sugirió pintarse el pelo de rubio, cosa que claramente no funcionó.Extrañar algo que sigue ahí, que se mantiene sin desvanecerse debe ser de los infortunios más incómodos que han podido apresar su pecho, y es que en sus instintos más básicos, aún le quema la lengua siquiera admitir que ha perdido no uno ni dos tramos de mente por aquel salado pecoso; ya que incluso se ha perdido a sí mismo. Odia ser ese nunca en el mundo de siempres que era su eterno dolor; decirle amor sería demasiado, no lo merece.
Y vaya que puede resultar raro encontrar familiaridad en tonterías, le gusta la miel simplemente por que saborea las risas ruidosas de perro con asma que aquel chico tenía, de adulto prueba uno, dos, tres, hasta cuatro vasos de gaseosa simplemente porque la sensación chistosa y burbujeante de la bebida es de alguna forma reconfortante, puede pensar, imaginar e incluso saborear la clase de expresiones que haría ese otro adulto ojimiel al probarlas.
De adolescente, era aquel café por las mañanas, mal hecho, a veces frío, muy espeso, muy liviano, preguntándose con qué calceta habrá filtrado los granos, pero siempre con esas características manos sosteniendo la taza para el y lo toma, lo toma sin rechistar como también se ha tomado el café.
De niño, lo ve correr con las rodillas raspadas y los mocos sueltos, infantil, inocente, ese toque de dulzura que desprenden sus manos llenas de tierra cuando lo sostienen, ambos se caen haciendo averías."¡Kacchann!" Y lloraba el rubio con los raspones chorreando sangre.
Lo recuerda, recuerda la nostalgia en los vestigios de su pasado, todos teñidos por ese hombre, el primero en correr a sus brazos para besar sus heridas y ahora el último en voltear a ver si escucha su voz en el mismo sitio.
-¿Katsuki?-
El golpe de realidad agita sus pensamientos despiertos, regresandolo a la consciencia de sus alrededores, no pudiendo evitar torcer la mandíbula sin entender en qué momento ha llegado a la puerta de su gran siempre, el deja vu de lo anterior sucedido ataja su envalentonada personalidad, ni siquiera puede saludar.
El contraste entre el "Kacchan" de sus recuerdos y el "Katsuki" del presente lo doblegan a sostenerse con todas sus fuerzas al "Denden" de sus pensamientos y no al "Kaminari" de su realidad.
-¿Que tienes?-
Vuelve a escuchar esa voz, una voz que tiene el mismo timbre, el mismo tono, más no el mismo ruido ni la misma energía, no parece saborear las letras ni soltar onomatopeyas repentinas entre sus palabras.
Un largo suspiro se le escapa de las manos como sus palabras al regresar la vista hacia aquello que evitó como un muro.-¿Qué nos pasó?- Susurró el cenizo en un hilo de voz tornándose trémulo.-¿Por qué estamos aquí...- Señaló ambos cuerpos, volviendo su vista hacia el sofá que descansaba dentro de la casa adversa.- y no allá?- No atribuye su sinceridad a nada, simple resignación en la que es consciente que la habladuría por más honesta que sea, no consigue un cambio.
-Tu esposa te está viendo desde la ventana de tu casa.-
El aire se le corta, lo último que esperaría sentir de aquel hombre sería la indiferencia completa, no sabe a donde mirar porque así no esté, sabe que lo va a encontrar en todo lo que piense, sienta, haga o diga.
Pero lo merece y de alguna forma lo acepta, así, con su orgullo pisoteado, con el matrimonio haciéndose pedazos, así lo hace.
Un paso adelante y diez atrás.
Sin tropiezos, sin dudas, retrocede lo que avanza porque es lo único que conoce en ese mundo lleno de certezas, existió su incógnita real, no un sentimiento, no una emocion; un rostro, una sonrisa.Un nombre.
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¡𝐋𝙤𝙤𝙠 𝐀𝙩 𝐌𝙚! ᜊ 𝘽𝙖𝙠𝙪𝙆𝙖𝙢𝙞.
FanfictionSolías intimidarme, prestabas atención a cada estupidez que hacía, por más inútil que fuere. -¡MALDITA SEA, DENKI! ¡MUEVE TU INÚTIL TRASERO Y CORRE PORQUE ATRASAS A LOS DEMÁS!- Soltaste con una bría que no era capaz aún de quebrantar lo que creía e...