30/03/2021

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En la primera parte de mi sueño sucedían velozmente una serie de escenas desordenadas pertenecientes a la película Lawrence de Arabia, repitiéndose varias veces el comienzo de la misma, que mostraba la muerte de su protagonista en un accidente de motocicleta. Omar Shariff (En el sueño era difícil distinguir su personaje del actor) lloraba desconsoladamente, llorando a viva voz la muerte de su "hermano", y también moría en una escena fugaz.

Alguien (Tal vez una voz subconsciente) mencionaba que la película comenzaba con la muerte de sus dos protagonistas, y yo experimentaba cierta desazón al respecto, como si estuviese a punto de ser testigo de una tragedia inevitable.

De la nada, el sueño cambiaba por completo: Yo me veía a mí mismo, de niño, haciendo dibujos en una pequeña libreta de anotaciones, encontrando de repente una diminuta lagartija o saltojo entre sus páginas, apenas un poco más grande que una hormiga.

Su color era blanco, casi grisáceo, casi pareciendo un juguete, realizando apenas leves movimientos con la cola y la cabeza. En su cabeza no podían apreciarse ni ojos ni boca, dándole un aspecto todavía más extraño, podría haberse dicho que era una mezcla de gusano y lagartija, inspirándome simultáneamente una mezcla de ternura y repugnancia.

Yo iba hasta a la habitación de mi madre, preguntándole que era lo que debía hacer al respecto con ese animal, respondiéndome mi madre que tenía que matarle de inmediato, puesto que era una especie de parásito.

Al volver al cuarto en donde yo había dejado la libreta, descubría que en la misma página aparecía otra lagartija blanca sin rostro, la cual era de tamaño mayor a la primera, presentado un cuerpo alargado y patas diminutas, semejante a una salamandra o alguna otra clase de criatura anfibia.

Al verles, yo me decidía finalmente a no matar dichas criaturas, pensando en una especie de anfibios ciega sobre los cuales yo recordaba haber leído hace un tiempo: Los olm, también conocidos como proteos, que habitaban en el interior de oscuras cavernas donde la falta de luz volvía al sentido de la visión algo completamente inútil.

Mi primo, que también se presentaba como un niño en ese sueño, se encontraba haciendo dibujos en un escritorio a mi lado.

Mostrándole las lagartijas blancas en mi libreta, yo le preguntaba que podría significar aquello.

Él, sonriendo, me respondía en tono divertido:

—Significa que alguien de tu familia tiene parásitos.

Al volver a posar mi mirada nuevamente sobre las hojas de mi libreta, descubría como es que emergía de sus páginas una tercera lagartija, abriéndose paso a través de las hojas de forma semejante a una larva de polilla: Esta lagartija era más grande que las otras dos, y carecía por completo de extremidades, lo cual sumado a su falta de rostro reforzaba todavía más su aspecto de gusano.

Diario de Sueños y PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora