Capítulo 29. "Juicio. Parte II"

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     Alemania, 24 de abril del 2019.

     Bella.

     Las cosas están tensas. Dudo me dijo que varias camionetas intentaron rodear la casa, pero activaron el protocolo de emergencia y lograron tener el control de la situación. No puedo hacer mucho por ello, todos sabíamos de la posibilidad que había de que atacaran la mansión.

     Así que mientras intentan destruir mi casa, creyendo fielmente que estoy dentro, realmente me encuentro viendo el juicio con Richard y James.

- Marco Schell es un hombre extraordinario y culto, salvó a más de quinientas mujeres desaparecidas, entregó a su padre a las autoridades y veló por salvaguardar su integridad. Además, luchó para que su apellido se convirtiera en un grito de paz – Mica narra su discurso, ese que repitió frente a todos en estos cuatro días –. Hice un juramento donde debo hablar con la verdad sin importar su precio y eso estoy haciendo. Fui violada, maltratada y manipulada por meses, hice lo que debía hacer para sobrevivir y si no hubiera sido por Marco, no estaría aquí contando estos hechos – toma aire, sus manos están entrelazadas en su regazo – ¿Va a juzgarme, señor abogado? ¿Va a juzgarme por pelear con mis garras por un minuto más de vida? Lo que yo veo en su vídeo y en la falta de su ética, es una ineficiencia de trabajo. Sí, esa soy yo dándole placer a otra mujer en frente de una multitud de hombres, hice lo que debía hacer para sobrevivir y por eso es que logré mantenerme viva hasta el día de nuestro rescate.

- ¡Así se dice, Mica! – Richard aplaude como si estuviera viendo un partido de fútbol. De hecho, los tres parecemos familia del mismísimo Bill Shepard, gritando y maldiciendo a la pantalla como si fueran capaces de escucharnos.

- Su Señoría – Mijaíl se levanta, tomando la palabra –, permítame expresar mi descontento hacia las acciones de mi contrincante. Su cliente nos demanda, toma poder sobre nosotros y quiebra los derechos humanos que nos corresponden como personas.

- Señor Queen... – el juez lo interrumpe, pero Mijaíl es más ágil.

- Permítame, señor juez – retoma su discurso y saca varias carpetas de su maletín. Camina hacia el juez, dándole una carpeta y reparte equitativamente las demás al jurado –. Lo que tienen en sus manos es el procedimiento legal que se decidió tomar en contra de mi cliente, después de que lo demandaran estando fuera del país – camina en el centro de la habitación como un león cazando a su presa –. Cómo pueden observar, tomaron a mi cliente sin oportunidad de hablar o sin prevenirlo de la situación. La fecha de su captura fue solicitada el veintisiete de febrero de este año, en ningún momento llegó la advertencia en un correo o se sacó a la luz su orden, ni siquiera los medio de comunicación sabían sobre esto. El día que el señor Schell regresa de su viaje, fue capturado por la policía de la ciudad. Sólo cuando lo condenaron a una celda, lo despojaron de sus pertenencias y lo encerraron sin libertad, es que le dieron el permiso de realizar una llamada – todos lo escuchan atentamente – ¿Cómo es posible que sometan a mi cliente a prisión cuando no se ha demostrado que es culpable? Todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario ¿Cómo es posible que el demandante de mi cliente ni siquiera se tomó la molestia de asistir a un juicio que él mismo inició? – sonríe de lado con una mano en su bolsillo – He seguido los protocolos pertinentes para encargarme de la integridad de mi cliente, he traído pruebas físicas y un portafolio amplio para reafirmar y defender mi punto, demostrando la negligencia del acusador. Tengo tres testigos dispuestos a hablar con la verdad sobre mi cliente, pero me encuentro con un estudiante novato montando un espectáculo de comedia con los Minions y South Park – señala al abogado alto –. Me siento realmente desconcertado ante esta muestra de altanería y superioridad, burlarse en la cara de la ley es un delito y la incongruencia que hay en este caso se inclina a mi favor. Así que con todo el respeto de los presentes, solicito una actitud seria, autoritaria y tenaz ante este juicio. No es un salón de clases, señor Gólubev.

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