R.06: 𝑺𝒆𝒏𝒔𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒉𝒆𝒍𝒂𝒅𝒂𝒔

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—¡Gracias Frankie! ¡Que velada más maravillosa! —dijo Gerard de nuevo cuando estaban de vuelta en casa.

Al entrar lanzó las llaves sobre la mesa del recibidor y encendió la lámpara de la sala de estar. Frank se quitó el saco negro y lo colocó en el perchero, se acercó a Gerard y lo tomó de la cintura, apegándolo a su cuerpo totalmente.

—Te mereces todo lo mejor del mundo amor —respondió Frank sobre sus labios.

Sus respiraciones cálidas y armónicas chocando la una con la otra. Gerard sonrió y rozó su nariz con la de Frank, rodeó su cuello con sus brazos y le besó, muy despacio disfrutando de la suavidad y la dulzura de sus labios.

Habían tenido una cita agradable. Frank pasó por él a la hora establecido y lo llevó al puerto, cenaron en un restaurante de mariscos con vista al mar y luego caminaron tomados de las manos por el muelle. El ocaso cayendo le daba a sus pieles un toque dorado muy bonito y la conversación que mantenían hizo sentir a Frank como el tipo más afortunado en el mundo por tener a Gerard a su lado.

Después de aquello decidieron volver a casa pues ya se estaba haciendo un poco tarde. Gerard sonreía feliz en el camino de regreso a casa, contemplando el paisaje a través del cristal. ¡Cielos! Su matrimonio y su vida junto a Frank era todo lo que había pedido siempre.

—Mmmm —gimió Gerard cuando Frank le mordió el labio inferior con un poco de fuerza para obligarlo a abrir la boca y colar su lengua en el interior.

El beso se había convertido en uno sucio y necesitado, la saliva escurría levemente por la mandíbula de Gerard y Frank recorría el cuerpo de su pareja sin contención. Desde la mañana había imaginado éste momento y lo que haría a continuación.

—Quiero que vayas al cuarto de juegos —susurró contra la oreja de Gerard cuando dirigió sus besos húmedos a esa zona—. Te quiero desnudito en la cama, sobre tu espalda listo para mi.

—Si señor. ¿Puedo usar mi collar? —preguntó Gerard. Echó su cabeza hacia atrás recibiendo gustoso los labios de Frank en su piel.

—Claro puta, vamos.

Frank se separó y empujó levemente a Gerard. Le dio una nalgada dura cuando éste comenzó a caminar por delante de él, se ganó una sonrisa traviesa y un guiño de ojo. Frank también acompañó a Gerard a la habitación pero no se distrajo en observarlo. Buscó entre los cajones un par de juguetes, colocando sobre la cama unas esposas y una venda para los ojos. Guardó algo dentro del bolsillo de su pantalón pero no permitió que Gerard lo viese.

—Colócate la venda sobre tus ojos, sin hacer trampa. Ya regreso —ordenó con firmeza antes de salir de la habitación.

En el camino hacia la cocina Frank desabrocho los botones de su camisa dejando su pecho lleno de tatuajes al descubierto. Tomó un recipiente de aluminio y lo colocó sobre la encimera de azulejos. Sacó del refrigerador un par de moldes de hielo desmontables, vertió el primero en el recipiente y sacó el objeto de su bolsillo. Eran unas bolas chinas de silicona en color transparente, nunca las habían usado pero había leído que eran una maravilla, además también había investigado que un poco frías hacían sentir la gloria. Luego colocó el resto del hielo cubriendo totalmente las bolas.

Sonrió gatuno cuando tomó un cubito de hielo y lo llevó hasta su boca, empezó a saborearlo y a jugar con el y su lengua. Tomó el recipiente y caminó de regreso a la habitación, en el camino se deshizo de sus zapatos y pantalones quedando solamente en ropa interior y su camisa de vestir desabotonada.

Gerard por su parte se había desvestido con muchísima rapidez y la emoción se coló en su cuerpo al observar fugazmente la pizarra. Sabía que Frank haría algo con el hielo y el cuerpo le temblaba por anticipación pero también de anhelo por el siguiente reto, esperaba tener la fuerza suficiente para poder cumplirlo.

𝐒𝐦𝐮𝐭 𝐂𝐡𝐚𝐥𝐥𝐞𝐧𝐠𝐞 ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora