Este sin dudas era un día distinto a los demas, el sol brillaba de una manera única haciendo que las doradas calles de Iacon resplandecieran como las estrellas, las bellísimas torres de la ciudad se alzaban orgullosamente al cielo, rascando sus faldas de forma imponente, los bots de todos los tamaños, colores y formas iban transitando de la manera más normal posible y llevaban sus actividades diarias de forma ordinaria: los micromasters iban y venían de un lado para otro en pequeñas pandillas causando problemas, esa despues de todo era su especialidad, rebelarse contra todo y contra todos, los científicos de la ciudad se dirigían a la universidad con el fin de impartir incesantemente el conocimiento, las patrullas Autobot monitoreaban la plaza con regularidad durante toda la mañana, en resumen, era un día normal para todos los habitantes de Iacon, quienes llevaban este estilo de vida, siguiéndolo como insectidrons en su colmena, sin embargo, todo esto era nuevo para una figura que, contrastaba con todos los demás ciudadanos. Era un extranjero quien venía a la capital por primera vez en su vida y solo con verlo se denotaba que no pertenecía allí, mientras todos los habitantes de Iacon lucían sus carrocerías limpías y elegantes, este behemot plateado estaba sucio, con abolladuras en su resistente pecho, mientras la gran mayoría de habitantes de la capital fueron construidos para la ciencia, con cuerpos delgados, capaces de adoptar modos como laboratorios portátiles o microscópios, este gigante rígido era ancho de hombros, con brazos fuertes capaces de levantar todo el peso que pudieras colocar y con piernas gruesas de color negro llenas de raspones en su pintura, con tractores oruga en su parte trasera denotando que se transformaba en algún tipo de vehículo pesado, probablemente un tanque minero lo cual explicaría el por qué de sus abolladuras y raspones de pintura, sin embargo y a pesar de todas las miradas y susurros, El Minero se alzaba imponente, con gracia, sin importarle lo que los otros decían a sus espaldas, o a veces enfrente de él. Su fuerte apariencía no intimidaba a los capitalinos, sin embargo él tampoco bajaba la mirada, para este gigante, quien era de hecho más grande que el habitante promedio de Iacon, sus miradas acusadoras y sus expresiones de odio y de intolerancía no importaban. La mera existencia de este platinado gigante y de sus pares le parecía insultante a los altos estratos sociales en Cybertron y, ahora, que uno se estuviese paseando por las calles de la capital era una blasfemia total. "Este es sin duda un asqueroso minero" balbuceaban muchos de los que lo veían "¿Ahora los estan dejando salir de las minas? ¿Que sigue? ¿Que puedan transformarse en lo que quieran?" decían otros, la constante es que todos expresaban su disgusto, unos en voz baja y otros abiertamente. Le tiraban latas de engex sucio, le gritaban y en general lo hacían sentir como una basura caminante, pero esto a nuestro gigante no le interesaba, él tenia un propósito ahí, sentía que su llamado finalmente había sido contestado, ya fuera por la gracia de Primus o mera suerte, este era su día especial y nadie iba a arruinarlo.
El día de hoy sería la primera vez en su vida que podía entrar al Gran Salón de Registros de Iacon, la colección más grande de información de todo tipo en el planeta, una de las bibliotecas más grandes de toda la galaxia. Alzándose imponente sobre los otros edificios de la ciudad, El Gran Salón era la segunda edificación más alta de todo Iacon, siendo superada solamente por el Palacio de los Primes, la sede gubernamental que controla todo el planeta y sus asuntos, donde el mal llamado y autoproclamado "Consejo de los Primes" reside. El Gran Salón por su parte era una torre dorada gigantésca, altamente blindada para proteger la información que allí se encontraba, con una puerta de cristal korlonium que resplandecía en varios colores a la vez, como un arco íris sólido y, sobre la puerta, había una frase grabada que rezaba: "Dejad que los sedientos de conocimiento vengan a mi".
Con determinación y optimismo, El Minero se apróximaba al Gran Salón, ilusionado por todo lo que allí podría encontrar, preparado para poder investigar más acerca de la historia del planeta para poder desarrollar sus propios trabajos y, quien sabe, tal vez también tenía la esperanza de que, algún día, una de sus obras termináse allí y que le diera inspiración a muchos otros bots así como él se vio inspirado por tantos escritores y archivistas de renombre, sin embargo, justo antes de entrar al Gran Salón, El Minero se vió interceptado por tres bots. De mediana estatura, llegándo apenas al pecho del Minero, de color blanco predominante con detalles en negro en sus pechos, con placas faciales que cubrían sus rostros y lentes visóres rojos los cuales les daban una mirada fría, distante y totalmente muerta debido a la carencia de expresiones faciales de cualquier tipo y colocando las dos puertas de su modo alterno en sus espaldas como alas, los llamados Autotroopers eran oficiales de bajo rango en la Armada Autobot los cuales, a diferencia de los oficiales de alto nível o de bots diseñados y ensamblados para tareas específicas dentro de las fuerzas militares del planeta, líderadas por Sentinel Prime, eran utilizados como oficiales de seguridad o soldados rasos, el tipo de militar que pones al frente del campo de batalla en grandes cantidades para abrumar a tu enemigo, no porque fuesen particularmente hábiles en combate o porque estuviesen bien entrenados, sino porque las cantidades bestialmente grandes de Autotroopers que habían simplemente opacaban a la fuerza militar oponente hasta el cansacio. Sin embargo, sin una guerra en la cual luchar estos peones se dedicaban a labores menos glamorosas que morir en el campo de batalla, como por ejemplo el ya mencionado rol de estos 3 en particular de oficiales de seguridad para edificios importantes, y este rol lo tomaban en serio, con prejuicio extremo a cualquier extranjero de Iacon que se atreviese a romper las reglas y el Sagrado Código del Funcionalismo del Planeta, así que, cuando vieron al Minero aproximándose al Gran Salón, los tres bloquaron su camino mientras preparaban sus armas en caso de tener que utilizarlas con fuerza letal.
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The Transformers: Noah
Science FictionSon los últimos días en Cybertron para Optimus Prime y su equipo. Con las reservas de Energon agotadas, ataques Decepticons más frecuentes y despiadados, la moral de sus tropas baja por las pérdidas y la propuesta de paz de un viejo amigo, Optimus d...