chapter six

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-Muy bien, Harry- dijo Renata con voz suave mientras alisaba su mano sobre el cabello desordenado del pequeño mientras trabajaban juntos diligentemente en la cocina -ahora sólo quiero que revuelvas bien y despacio

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-Muy bien, Harry- dijo Renata con voz suave mientras alisaba su mano sobre el cabello desordenado del pequeño mientras trabajaban juntos diligentemente en la cocina -ahora sólo quiero que revuelvas bien y despacio.

Colocó su mano sobre la de Harry y empezó a guiar la cuchara de madera que tenía en la mano alrededor del bol mientras mezclaban los ingredientes. Esa tarde estaba enseñando a James a hacer masa de pan desde cero y mientras trabajaban en la cocina, Harry insistió varias veces en que quería ayudar, así que cuando llegó el momento de combinar la harina, la levadura, el azúcar y la sal en un bol grande, ella decidió poner a Harry a trabajar. Después de añadir la leche y la mantequilla, colocó a Harry como jefe de batidores de la cocina. Por supuesto, Harry pensó que todo era divertido y parecía disfrutar de la idea de desempeñar un papel importante en la cocina.

Mientras tanto, James observaba a los dos desde donde estaba junto a la encimera, con una sonrisa en la cara al ver que los ojos de Harry se entrecerraban mientras su hijo se concentraba en la tarea que tenía entre manos. Por desgracia, Harry no entendía que no estaban haciendo un pastel como habían hecho muchas veces antes cuando Renata intentaba una nueva receta. Así que, de vez en cuando, intentaba meter el dedo en lo que suponía que era la masa del pastel para probarla. Sin embargo, Renata le pillaba y le devolvía a remover.

Receta tras receta se llevaba a cabo en la cocina, ya que Renata estaba desarrollando su menú de forma lenta pero segura y durante cada prueba, James y Harry estaban presentes. James quería aprender para poder repetir el plato o la preparación por su cuenta, y a Harry sólo le gustaba ayudar con la esperanza de poder participar en cualquier tipo de prueba de sabor. Era su pequeño crítico gastronómico, como lo llamaban juguetonamente cada vez que Harry entraba en la habitación, desde que Renata había introducido a James en el mundo de las especias y los condimentos, Harry por fin comía completo para su edad, en lugar de armar un escándalo tan terrible.

-Mamá, ¿qué hay de la tarta?- preguntó Harry, mirando hacia arriba y por encima de su hombro en un momento dado. Un pequeño ceño fruncido se desarrolló en su rostro mientras Renata continuaba negándole su prueba de sabor cuando se trataba de la masa.

-Bueno, no quieres comer la masa así, Harry- le dijo Renata -es para pan, no para pastel. Tienes que dejar que este se hornee o no te vas a sentir muy bien.

-Deberías dejarle hacerlo una sola vez- dijo James desde donde se encontraba para observar -una vez que se dé cuenta de lo desagradable que sabe antes de hornearse, dudo que vuelva a intentar meter el dedo.

-Eso es un poco cruel, señor Potter, ¿no cree?- dijo en tono burlón, ofreciéndole una mirada por encima de su propio hombro. Vio que los ojos de James se entrecerraban en su dirección, pero una sonrisa juguetona jugaba en sus labios. Se acercó mientras Renata se volvía hacia Harry, sólo para ver cómo la cara de éste se torcía de disgusto al haber hecho exactamente lo que Renata le había dicho que no hiciera.

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