★Capítulo 4: El leyenda y el humano

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Capítulo 4: El leyenda y el humano

Habían pasado dos días desde la última entrega realizada, comúnmente, con éxito y Lander se encontraba en su casa. Vivía a las afueras del puerto de Výres desde que tenía memoria, aunque no siempre sola, en una pequeña cabaña hecha de madera, similar a la de Roundan, pero sin tanta porquería. Como sólo dormía ahí, estaba un poco descuidada en cuanto a limpieza, y casi no tenía nada personal que dijera que alguien la habitaba, pero eso a ella no le importaba. Le gustaba como estaba y así se quedaría.

La joven llevaba más de una hora averiguando qué rayos hacer ese día. Como las entregas no serían hasta dentro de casi un mes, sus compañeros de seguro se estaban gastando su pago celebrando. Ella no quería ir por lo  que quizá podría hacer un trabajo extra por ahí o ir a molestar a Roundan. Evaluó mentalmente sus opciones, y dado que la medicina para sus heridas se estaba terminando, optó por la segunda. Sólo esperaba que su amigo no le saliera con el sermón de siempre de  que sólo lo visitaba cuando necesitaba de él, no importa que tan cierto podría serlo.

Cuando llegó a la cabaña en el bosque, la encontró vacía, aunque al menos estaba bien cerrada. Quizá Roundan estaría de nuevo por el bosque buscando quién sabe qué de alguno de sus preciados orguues. Lander se encaminó hacia allá tomando el sendero de las estrellas grabadas en los árboles, que hacían de cortina y protegían el precioso bosque al que tantos evitaban.

Ese era un día nublado, por lo que esto hacía que el lugar tuviera un ambiente misterioso, cubierto por las copas de los árboles, con los animales que ahí habitaban ocultos y tranquilos en las sombras… Fue ahí cuando se dio cuenta de que algo iba mal: todo estaba demasiado calmado. No era una buena señal. Era como si el bosque se hubiera callado por completo, como si estuviera conteniendo la respiración a la espera de algo pero, ¿de qué? Lander se puso alerta de inmediato y sacó su cuchillo de su cinturón; era uno viejo, pero contaba con un filo bastante peligroso y respetable. Tomó aliento y agudizó el oído, mirando a su alrededor con rapidez, fue ahí cuando un crujido a sus espaldas hizo que volteara de inmediato, con el cuchillo en alto, listo para atacar...

—¡Roundan! Cabrón, casi me matas de…

—¡Shh! —la interrumpió este, cubriendo la boca de la joven con su mano en el acto. La observó con ojos listos, pero también asustados, articulando sólo una palabra a modo de explicación, con los labios resecos, que heló la sangre de la muchacha y pareció detener su corazón: —Leyendas.

El  cosquilleo en sus antebrazos lo confirmó y pareció burlarse de ella en su cara, como si le acordara, irónicamente, lo que era incapaz de recordar. Y aunque sus vendajes ocultaran parte de su historia, ésta seguía ahí, grabada como un tatuaje. Uno que se había convertido en algo tanto vital como mortal para ella.

Roundan la sacudió por los hombros después de haberle hablado varias veces sin obtener una respuesta de su parte, hasta que ella pareció despertar de golpe de un trance.

—Vamos, tenemos que irnos ahora —la apremió el joven, parecía alterado. Lander nunca lo había visto así,  ni siquiera aquella vez que lo había visto por primera vez, cuando estuvo a punto de caer de aquel árbol—. No están lejos, ellos…

Una brisa cálida lo interrumpió e hizo que a Lander la recorriera un escalofrío. Ese viento no era normal. Estaban a mitad de furyu*, pronto comenzaría a nevar, ¿cómo demonios es que se sentía como si fuera el más caluroso día de verano? Y, sin pensarlo o preguntarlo en voz alta, ella sabía el porqué. Era por ellos, los Leyenda. Nunca antes se habían acercado tanto a esa parte de Výres, sin embargo, ahí estaban, ella lo sabía. Lo sentía.

Ladrones de leyendasWhere stories live. Discover now