XXI

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 Incluso siendo el momento más tranquilo y perfecto de nuestras vidas; No podía ignorar el sentimiento de frustración que provenía de Cinco.

- ¿Estás Bien?- 

Quité mi cabeza de su hombro para mirarlo a la cara.

- Sí, estoy mejor que antes - 

El me sonrío, convenciendo una parte de mi.

Pero sabia que no era del todo verdad.

- ¿Qué te preocupa?- 

Tomé sus manos entrelazándolas con las mías, tratando de reconfortarlo.

El suspiró mirando hacia el suelo, decidiendo si decirme o no.

Levantó la vista, clavando sus ojos en los míos.

- Tengo que hacer un trabajo que realmente no quiero hacer, pero no tengo opción si queremos regresar a nuestro tiempo y detener el nuevo apocalipsis que trajimos con nosotros - 

No dije nada, creí entender de que se trataba o por lo menos tener una idea. 

Podría meterme en su mente y averiguarlo, pero no era correcto y no quería hacerle eso a Cinco.

- Tal vez yo podría llevarnos a todos - 

- No - 

Su tonó con el que lo dijo fue autoritario, me impresionó tanto que mis ojos se agrandaron.

- No voy a permitirte eso Cero, es muy arriesgado -

Entendía por qué no quería que lo hiciera pero podría funcionar esta vez.

- Cinco, tengo mas control sobre mis poderes; además ya no estoy herida...

-Prométemelo -

No me dejó siquiera terminar de hablar.

- ¿Qué?- 

- Prométemelo -

Volvió a repetir mientras fruncía el ceño.

- ¿Qué cosa? ¿De que hablas?-

Lo miraba confundida, pero el se mantenía firme.

- Prométeme que nunca mas vas a volver a sacrificarte ni por mi ni por nuestra familia -

No podía prometerle eso, obviamente yo daría mi vida con tal de que ellos vivieran.

- Cinco, yo-yo no puedo prometerte eso -

Me levanté del suelo para volver a bajar pues en unos instantes el tiempo volvería a correr de forma habitual.

- Por favor - 

De pronto se volvieron a escuchar los habituales ruidos de la ciudad, al igual que empezaban a moverse los autos y las personas que caminaban por la calle.

Cinco tomó mi muñeca al momento en el que se levantó detrás de mi, me dio la vuelta haciéndonos quedar frente a frente. 

Su rostro también rogaban que dijera esa simple palabra. 

Quizá esta vez ya no tenga que ser yo quien proteja a todos, quizá ahora podríamos protegernos todos el uno al otro. 

Justo Como el equipo que debíamos ser.

- Te lo prometo - 

Al fin dije.

Ahora ya no había vuelta atrás. 

Lo más sagrado para mi, era dar mi palabra.

Una vez hecha una promesa, no había nada que pudiera hacerme romperla.

El diario de Cero.H Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora