6. ¿Si?

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ANTONELLA JOHNSON.
07:15 PM.

15 minutos más han pasado después de mi salida de trabajo pero sigo aquí para dejar todo ordenado para mañana acabar con los archivos incompletos y inentendibles que la antigua chica me ha dejado.

Y no es que ella haya sido una mala chica, simplemente que me gusta dejar todo en orden y bien acomodado en cuanto mis ojos lo confirmen y ellos lo hacen si simplemente yo lo hago.

Paso el mechón de mi cabello detrás de mí oreja y muerdo la punta del esfero guardando un PDF en la carpeta de las antiguas finanzas.

Acomodo mi falda que durante todo el día de ha alzado u arrugado y me mentalizo jamás volver a ponermela.

Me levanto después de apagar la pc, y guardando mi celular y dinero para el uber que acabo de pedir en el bolsillo vacío para no sacar todas las cosas si se me llegan a perder.

Camino hacia la oficina del jefe y después de picar la puerta con los nudillos de mi mano, paso cerrando la puerta despacio para no quitarle de su nube de pensamientos si se encuentra trabajando.

Camino hasta quedar frente a él y el quita la vista de su computadora para quitar los lentes de sus ojos dejándolos en el escritorio para pasar las manos por su cabello que me hace apretar las piernas de manera automática con un sucio pensamiento rondando en mi cabeza.

—¿Si?— la voz ronca que se le acaba de salir hace que pequeñas ondas de calor se envíen a mi cuerpo y tragué duro.

Por que mierda, me ha afectado.

— Acabo de terminar mi trabajo, Señor Vélez.

El asiente lentamente y frunciendo su ceño vuelve a centrar más su atención en mi.

— ¿Entonces que haces aquí?— la respuesta se me hace un poco en doble sentido aunque no es lo que quiero y luego de morder el interior de mi mejilla le contestó:

— Venía a preguntarle si no me nescesitaba para algo más...— el apice de timidez con el que me salió el murmullo hace que una sonrisa traviesa surque en sus labios y se levante en menos de dos segundos.

Camina hasta quedar frente a mí y tendiendo su mano con tanta elegancia y belleza me es imposible negarme después de aspirar el aroma varonil que desprende de su cuerpo.

— Sinceramente Señorita Johnson a mí me apetecen muchas cosas en las cuales nescesito su ayuda...— y joder que es cierto que las personas si tienen poderes con su voz—. El problema radica en que si usted está dispuesta a ayudarme.

Mis labios se encuentran resecos y por el impulso de querer calentarlo paso la lengua por mi labio inferior para morderlo con inocencia y decir:

—La ayuda que nescesita es de manera sucia y lujuriosa ¿Verdad?— y con mis palabras hago que una carcajada que me resulta graciosa y excitante a la vez, brote de sus carnosos labios.

Y logra contagiarme haciendo que suelte pequeñas risitas disfrutando de la sonrisa inmensa que se cruza en sus labios.

Ando flipando.

— Exactamente.

Río en silencio y descido caminar hacia la estantería llena de bebidas para abrir una botella de vodka y servir la bebida en dos vasos.

Cuando ya lo hago le tiendo un vaso a el y el otro me lo tomo de un solo para ver si puedo controlar las hormonas alborotadas que bailan por todo mi cuerpo.

—¿No se le hace una falta de ética el hecho de querer enredarse con su secretaria?

El niega y suelta una risita.

— No, lo sería si yo fuera un empleado pero soy el dueño de la empresa y si el resto piensa lo mismo pues me vale, yo tomo mis desciciones y las personas deben saber que ser mis trabajadores, clientes o socios no los hace tener el derecho de juzgar mi vida o con quien me lié.

Toma un trago sin apartar la mirada de mi que está dilatada.

—Entiendo.

— La verdadera pregunta sería:¿A ti te importa liarte con tu jefe?

Y la manera tan sucia que salió de su boca aquellas palabras hacen que mis hormonas se alboroten a niveles desconocidos.

— Sinceramente no.

Deja el vaso de vidrio en la estantería y yo hago lo mismo, copiando su acción.

— Entonces no veo cuál es el problema.

Las grandes zancadas que da hacia mí hace que un ligero temblor se instale en mi cuerpo sintiendo la maldito maldita tensión sexual palpante ante la inexistente lejanía de su cuerpo y el mío.

—¿Por que quieres que todo sea tan fácil?— mis ojos no se despegan de los suyos, su nariz casi roza la mía y nuestros labios están a una mínima distancia mientras el susurro escapa de mis labios.

— Sinceramente me gusta lo difícil pero el desearte y anhelarte todo el día provoca una dolorosa erección este entre mis pantalones y no tenerte se me está haciendo una tortura, preciosa.

Juro que estoy luchando, juro que estoy tratando de no ceder, de simplemente decir que no y salir, pero mi cuerpo no le hace caso a mi mente y mi mente también lo desea.

Y cuando parece que ya no hay vuelta atrás la puerta de su oficina se abre y el nisiquiera parece querer alejarse de mi por lo que yo voy tres pasos lejos de su cuerpo.

— Christopher, vamos por un tra...— las palabras que salen de la boca del rubio que entra seguido de Erick, mueren al verme ahí con el pecho subiendo y bajando y seguramente sintiendo la maldita guerra de perversión que se está desatando aquí.

— Es mal momento, ¿Verdad?

Ya que Christopher no hace más que fulminarlos con la mirada y queriendo asesinarlos yo habló.

— No, yo ya me iba.— con un gesto de la cabeza me despido de Él Señor Vélez y el parece relajar su expresión para asentir dejándome ir, camino hacia la puerta y cuando pasó cerca de los dos hombres les sonrío—. Que tengan una buena noche.






Dios, hasta yo quedé embarazada con esa tensión.
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Enseñame Daddy|| Christopher VelezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora