Capítulo 25: Novias y contradicciones

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—No entiendo nada —me quejo bajando el libro

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—No entiendo nada —me quejo bajando el libro.

—¿Entonces por qué lo lees? —pregunta Reese.

Suspiro, mirándolo a él.

—Le prometí a Piper leer este libro de ciencia ficción, si ella leía uno de romance. Ahora me arrepiento de haberlo hecho.

—¿No dijiste que era sobre cuentos de hadas? —Alza una ceja.

Retelling —aclaro—. Toma los cuentos clásicos y los introduce en un mundo futurista y confuso. Mi cerebro no logra comprender.

Se ríe por mi comentario.

—¿Por qué lo sigues leyendo sino te gusta?

—Ya te lo dije. Piper debe leer uno de romance, mientras que yo leo uno de ciencia ficción —Recuesto la cabeza en el respaldo de la silla—. Ese fue el trato.

Reese toma el libro para analizarlo. Detiene su mirada en la sinopsis que se encuentra en la contraportada.

—No parece de tu estilo —comenta.

La verdad no.

—Lo convertiré en un reto lector —aseguro—. Tengo un mes para terminarlo y luego devolverlo.

Intercambiamos los libros y me gustó que ella los cuide tanto como yo. Me lo entregó en una bolsa de tela, justo como el mío, pero ella usa marcapáginas magnéticos y yo tradicionales.

Mientras que ella lee Maybe Someday, yo leo Cinder.

Espero lograr mi objetivo de hacerle ver que no todas las historias de amor son básicas. Sé que no lo dijo en mal sentido, ni mucho menos porque no crea en el amor. Basta con mirarla para saber que es una soñadora, encantada de mi mejor amiga rubia.

—En ese caso —Sonríe coqueto—, deja que lo lea para ti. Tal vez lo acabas más rápido.

Sonrío feliz.

—Es una grandiosa idea.

Reese comienza a leer, pero se detiene a los minutos al oír una conversación en el pasillo. Se trata de Helen con otra enfermera.

—Él estará bien —le dice—. Se recuperará.

¿De quién hablan?

Por un momento imagino quién puede ser, pero descarto la idea de inmediato.

La otra enfermera se acerca para susurrarle algo y ella asiente.

—Lo mantendremos vigilado —avisa.

Ingresa a la sala como si nada hubiera pasado. Su rostro cambia al verme. Supongo notó mi expresión de susto.

—¿Escuchaste lo que dije?

—¿Es Dean? —murmuro, angustiada—. ¿Le pasó algo?

—No puedo darte información.

—Si se trata de Dean debo saberlo —exijo—. Es mi amigo.

Mi último deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora