XV

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Sofía.

¿Como imaginan que comienzan sus mañanas? 

Algunos se despiertan con la esperanza de no tener dolores en su cuerpo por alguna enfermedad, otros se despiertan queriendo encontrar el amor de sus vidas, la razón de su existencia o simplemente encontrar una razón por la cual seguir viviendo. Por mi parte, despierto cada día rogando no despertar con gritos por parte de mi familia, algunas veces me invento despertares como "Me levanto, desayuno y me voy" pero sinceramente, los gritos de mis padres se hicieron costumbre desde ya hace unos meses.  Y hoy, por supuesto, no seria la excepción, a penas abrí mis ojos, mis oídos interceptaron la discusión entre mis padres.

—¿¡Qué quieres que haga?! ¡Si no me pagan, no tengo para traer dinero a la casa!—. Ese fue el grito de papa. Su voz retumbo por todos lados de la casa. 

—¡Si tan solo me hubieras echo caso no estaríamos en esta situación! —Contesto mamá.

Decidí ponerme mí par de auriculares y subirle a la canción de Ed Sheran que se estaba reproduciendo. Suspiré cansada de está situación, pero lo más gracioso es lo que sigue después de esto.

Cuando se hizo la hora de prepararme, me levanté de la cama y me puse la ropa que usaría hoy. Salí de mí cuarto y ¡Sorpresa! Papá y mamá estaban en la cocina tomando mates, como si hace unos segundos no se hubieran gritado a muerte.

—Buen día. —salude con una sonrisa.

—Buen día, cariño, ¿Dormiste bien? —pregunto mamá.

Asentí, a los segundos aparecieron mis hermanas y se sentaron en la mesa. Mire el panorama y no podía creerlo ¿Por qué fingíamos siempre?

Supongo que hoy será igual que siempre, o eso pensé.

Cuando estaba por despedirme escuché que tocaban la puerta.

Fruncí el seño ¿Quien sería a esta hora?

—¿Esperaban a alguien? —le pregunté al resto de mí familia

Todos negaron al unísono.

Me acerque a la puerta y detrás de ella había un chico, parecía más grande que yo por apenas unos años y más chico que mí hermana.

—¿Si?

—Em si, hola, estoy buscando a Horacio Ponce —dijo frotándose el cuello.

—Si, ya lo llamo. —arrime la puerta y le dije a papá que se acercara —te buscan, pa'.

Papá abrió la puerta y se encontró cara a cara. 

—¿Si? —repitió papá las mismas palabras que yo. 

El solo busco algo en su mochila y le dio lo que parecía ser una carta a papa, el tomo la hoja de papel en sus manos y rápidamente comenzó a leer. A medida que se acercaba al final de la carta su rostro se iba descomponiendo y una mueca de asombro se formaba. 

—Esto... esto no puede ser cierto, esto es mentira. —murmuro papa.—¡Esto no es cierto! 

—Si lo es,  todo lo que dice esa carta es cierto. —dijo el chico. 

—¿Qué dice la carta, papa? —pregunte impaciente. 

—Dice... —se callo al no saber como continuar—, dice que... 

—Que es mi papá, la carta dice que el es mi padre biológico.—dijo el chico mirando fijar a papá.

Toda la sala quedó en un silencio abrumador. ¿Que el es su hijo? Esto es una mierda.

Amor a medias [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora