LXXXII

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— No -Responde tajante el oficial, cruzándose de brazos. Ocultándose detrás de sus lentes oscuros.

Luzu para nada se siente ofendido, porque sabe perfectamente que ese es solo un berrinche o un sarcasmo del hombre. Lo ignora después y se sienta sobre el cofre de un auto.

— Sabes, no tengo idea de porque... pero siempre tengo la necesidad de contarte o decirte todo. Sé que parece que soy esa clase de persona, por mi maravillosa personalidad -luego solo niega con la cabeza un par de veces- yo soy una bóveda con toda mi vida. Ni siquiera mi prometido sabe todo. Que sentiría si le supiera que le digo todo a un viejo cochino.

— Qué ¿no le dices todo a ese sujeto del auto? A mí se me hace que son bastante cómplices en muchas cosas. Además ¿cómo que tu prometido no sabe nada de ti? ¿Cuánto tiempo tienen juntos?

— Mucho. Es solo que me avergüenza que sepan que no soy este Luzu desde siempre. Soy el Luzu que apareció después.

— Se llama madurar; deja de ser dramático y hacerlo ver como un desequilibrio mental. Hay personas que nunca van a dejar de ser idiotas. Al menos puedes decir que tú cambiaste. Al menos yo quiero decir lo mismo, que cambie.

— ¿Lo ves? Dices esas cosas y por supuesto que me dan ganas de contarte más.

— No tienes que contarme nada que no quieras. Tampoco voy a decirle mucho a Raúl, digo ni me dirige la mirada. Cada que nos encontramos frente a frente puedo escuchar su "quítate, perdida de tiempo".

— No entiendo como eso pudo terminar tan mal ¿qué hiciste? -Levanta una ceja, pero luego se detiene. Tal vez prefiere no saberlo.

— Solo piensa en qué ambos no éramos nuestra mejor versión y ahora sí. Bueno, mejor no meter las manos al fuego por él -Saca de su bolsillo un cigarrillo- ¿Te molesta?

— No, adelante -Saca un encendedor de su ropa para ayudarle con el fuego.

Acerca la cara a la llama del encendedor, apuntando el cigarro con sus labios.

— No me digas ¿el Luzu del pasado fumaba?

— ¡Jajaja, claro que no! No hay vicio más idiota que fumar. No, lo llevo porque Auron siempre pierde el suyo.

— No deberías hacerlo, estoy totalmente de acuerdo con la parte de que es un vicio idiota.

— Prefiero hacer ejercicio.

— Por supuesto que eres el loco del ejercicio. Pude notarlo, no creo que los seres mortales puedan sujetar su peso en brazos o piernas en un tubo de acero y girar de cabeza.

— ¡Renato! ¡Afuera del escenario no me recuerdes lo que hice! -Y en serio se sonroja. Está muy apenada.

— ¡Tienes que estar jodiendo que ahora te dé pena! Estás de coña ¿cómo ahora viene a darte vergüenza? Yo te miraba muy divertido.

— Mejor te cuento otra cosa, no hablemos de "Mateo" -Prefiere mover el tema- ¿te divertiste está noche?

— Sí, hasta que te dio miedo hablar de que le haces al poledance -Expulsa el humo hacia otro lado.

— ¿¡Qué puedo decir!? ¡Tomé unas clases! Me regalaron unas de cumpleaños hace un año. Uno le coge el gusto a las cosas.

— Ahí está -Susurra para sus adentros el oficial.

— Ay cállate, viejo cochino.

— ¿En serio te enojaste por qué te aventé dinero?

— ¿¡Me diste dinero!?

Un dorama de bomberos | MultishipingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora