Octavo.

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08. Wisteria


























LALISA HYU MANOBAN

Los días pasaban, parecía que el tiempo se había detenido para mí desde la confesión de madre. Sé que no debería tomar esta posición respecto a mi psique y estar agradecida por tener la dicha de encontrarnos.

Imaginé tantas veces este escenario desde que era pequeña, pero en ninguna estaba que el complemento de mi alma fuera parte de la raza enemiga con quien llevábamos siglos de enemistad. Quien, para mi desgracia, parecía querer arrancarme la garganta con solo vernos. Yo no le agradaba, con cada uno de nuestras visitas me lo hacía saber, fueran actos o palabras su rechazo siempre estaba presente. ¿No se supone que debería sentir amor? O al menos no ser tan intenso ante mí. ¿Qué clase de jugada en el destino era esa?

Muy a mi pesar, yo no podía detenerlo, yo no lo aborrecía, al contrario, ahora entendía porque mi cuerpo parece reaccionar a él, solo basta una mirada o un ligero susurro para pertenecerle y ponerme a sus pies. Así es como funciona, dos personas nacidas de la misma frecuencia de vida esperando el momento para volver a enlazarse. Sin embargo, algo que me ha dicho madre dejándome inquieta. Los demonios no tienen alma, los demonios no nacen de una esencia de vida sino del borbollón de los pecados y penurias de los reinos. Toda la negatividad de las razas y dimensiones llegan al infierno y crean criaturas horribles. Entonces, ¿Cómo Amón ha podido nacer con una esencia? ¿Cómo logra compaginarse conmigo? Si el al igual que el resto ha nacido de los pecados del abismo.

FALLEN  | LIZKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora